Tras aquella primera sesión volvió a casa con un sentimiento distinto al que había ingresado a la consulta. Se sentía igual que cuando te adentras en un libro y al acabarlo te percatas que, aunque una historia ha acabado, tú debes continuar con la tuya propia...
—Lo dices enserio, no te creo —dijo emocionado a través de la llamada.
—Pues créelo Luca, ya es oficial... Estoy haciendo caso a la frase que me dijiste aquella noche —sonrió a la pared de su habitación y soltó lo que pensaba en una simple palabra— Gracias.
—¿"Gracias"? A qué viene ahora ese agradecimiento tan gratuito.
—Joder Luca pues por todo en general. Por tu amistad, por tu apoyo, por tenerte, y joder, por ayudarme y estar ahí cuando te necesito —se emocionó a cada palabra que continuaba saliendo de su boca. Luca, también experimentó aquella emoción.
—Tu no sabes cuánto te quiero Atenea, eres una persona inefable... Te valoro mazo, y eres la mejor guerrera que conozco.
La última frase logró que se le escapara una risa boba a la chica que jugaba con su pelo cada vez que oía aquella tierna voz.
—Espera, ¿Qué significa "inefable"? No será un extraño insulto del siglo V.
—No, no. De hecho para tu sorpresa, significa todo lo contrario... Espera que lo busque en internet que no recuerdo que significaba —en la llamada, se escuchaba con perfección el sonido de las teclas.
"Aquel molesto sonido era diferente cuando lo hace alguien especial para hacerte sentir especial", pensó Atenea mientras se acomodaba en la silla giratoria que se encontraba en su habitación.
—Vale, ya lo tengo. Según un post de Pinterest: la palabra "inefable" es algo tan increíble que no puede ser expresado en palabras... En resumen, Atenea Fisher.
En uno de sus tantos giros en la silla emocionada, llegó a parar delante del calendario que colgaba de la puerta. Y su mirada se dirigió a aquella dichosa fecha...
—Atenea, ¿sigues ahí?
—Sí, sí —dijo algo apagada—. No te preocupes.
—¿Te encuentras bien?
—Sí, sí. Es solo cosa del catorce de noviembre...
—¿Qué ocurrió el catorce de este mes? —preguntó Luca interesado.
—Que mis padres decidieron casarse y tenerme a mí... Fingiendo el cuento de la familia feliz.
Todo eso provocó que la felicidad que tenía dentro de ella se marchara como el aire de un globo mal atado. Se sentía melancólica. Odiaba la fecha. Pero el próximo jueves tendría que fingir que todo iría bien con una gran sonrisa... Como ha hecho desde que tiene uso de razón.
—¿Sabes?, a veces... Considero que mi interior es un jodido naufragio. Como los que se ven en la televisión y siempre acaban en desastre. Pues igual. —formulaba Atenea apenada, jugando con su pelo. Con la diferencia de sus emociones.
—Nea, no pierdas el control. Sabes que de los naufragios siempre quedan los supervivientes. Y sé por seguro que tú serás uno de ellos.
—Y si por lo que sea no lo logro. Y si por lo que sea llego a morir en el intento de seguir resistiendo en alta mar... La diferencia de este naufragio es que soy yo la única que está ahí.
—¿De veras piensas que eres la única?
Atenea lo afirmó con algo de miedo por su respuesta.
—Nea, quiero que sepas que no estás sola en esto. Que por más que haya distancia entre los náufragos todos venimos del mismo barco roto: el barco de las desgracias, arrepentimientos y sueños rotos —Luca tragó saliva y continuó con su discurso—. Lo que quiero decir es que, por más que llegues a pensar que vas a morir, es un pensamiento colectivo. Y si la gente se une para combatirlo, seremos nosotros los que por fin ganemos la batalla.
—¿Cómo que "nosotros"? Luca... —asustada, preguntó por aquel pronombre personal. Por desgracia, ese "nosotros'' significaba más que una simple unión de solidaridad...
—Ves, lo que te dije hace un rato... No estás sola Atenea, y cualquiera que te rodeé en estos instantes, por más felices que se vean, siguen estando en el mismo mar. En el mismo barco roto. En el mismo naufragio del que queremos salir todos.
Atenea tragó saliva, y no sabía del porqué había pensado en sus padres...
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Fuera de mi pecera
Teen FictionLas personas somos bichos raros, complicados, y hechos mierda por dentro. Algunas personas son como Atenea. Una guerrera soñadora que vive en una mentira, y ahora se encuentra encerrada en su propia cabeza. En su propia pecera. Otras son como Luca...