<Betty>
Días después de marcharse la pelirroja, volví a quedar con Finneas. Y por suerte, se trajo al golden retriever llamado Vainilla.
—¿Cómo que tienes tú al perro, no era de un amigo? —pregunté mientras caminábamos por un parque.
—Y así es, pero el muy capullo se ha ido de viaje con la novia y mientras me lo ha encascado a mi —lo volví a acariciar, y él lamerme la mano.
—¿El amigo no era el que estaba contigo ese día?
—¿George?, Que va. Es del hermano de George, para que nos entendamos. Pero quiso traerlo, ya que le encanta el agua.
—¿Y por qué lo tienes tú y no George?
—Él porque se fue a no sé dónde con la chica que también estaba ese día, Úrsula.
—Que cabrones —reí, mientras él también lo hacía.
—Oye, ya que hemos sacado ese día de vuelta... ¿Qué va a pasar entonces?
Me quedé paralizada, lo último que quería era sacar de nuevo ese tema. Para que tendré que hablar de más siempre.
—Sobre eso... No lo se Finn, yo te quiero, lo confieso pero no sé si estoy lista para volver a tener una relación.
—¿Por qué lo dices?
—Hace un par de meses acabé la relación con mi novia. No era muy larga, solo de un año y medio, pero lo suficiente para agarrarle cariño a una persona... Y no sé, para mí es todo muy reciente, yo...
—Te entiendo Betty, y no te preocupes por eso ahora —me agarró la mano, y al sentir su tacto me estremecí—. Todo a su tiempo, ahora dediquemos a amarnos en amistad.
Le miré con dulzura y sonreí. Hasta que volteé la vista hacia la acera de enfrente y los vi.
—Escóndete —le di un tirón rápido y nos escondimos detrás de unos matorrales del jardín.
—¿Qué coño ha pasado? —preguntó en un susurro mientras abrazaba al perro para que estuviera tranquilo.
—Son mis hermanos, Ash y Ophelia. Espero que no nos hayan visto.
—Si son adorables, ¿qué tiene de malo que nos vean juntos?
—No lo sé, pero créeme cuando te digo que es mejor que no nos vean —me miró una vez más hasta que empezó a reírse. —¿Y tú de qué te ríes ahora? No entiendes que así nos van a oír.
—¿Quién va a oírte? —dijo detrás de mí una vocecita inocente. Me cachis.
Al girarme ahí estaban los dos: Ash acariciando al perro y Ophelia mirándonos con asco.
—¿Qué hacéis aquí? —les pregunté con enfado. Mientras seguía oyendo las risitas del castaño por detrás.
—Pues salimos a dar un paseo hasta la tienda a comprar algunas golosinas. —dijo sonriente el gemelo.
—Además, ¿Tú no ibas a quedar con Luca? —cuestionó con una sonrisa burlona.
—Yo ammm...
—Había quedado con él pero me ha visto y pues bueno aquí estamos.
—Claro, claro —me volvió a mirar aquí con seriedad—. Y por favor, es un lugar público, no besaros aquí que dais asquito.
—Pequeña bruja —dije a regañadientes.
Me levanté, sacudiéndome la ropa mientras esperaba impaciente Ophelia con los brazos cruzados.
—Cómo le digáis algo a mamá... —le fulminé con la mirada.
—¿Crees que tengo miedo?
—Venga ya chicas, vamos a dar un paseo.
—¿Yo? ¿con vosotros dos? Ni de coña —agarró del brazo a su hermana que rascaba la barriga de Vainilla con felicidad—. Vamos Ash, que la parejita querrá intimidad.
—Pero yo quiero seguir acariciando a Vainilla —le rogó aferrándose al labrador.
—Ophelia, deja a tu hermano hacer lo que quiera.
—Si lo dejo aquí me veré en la obligación de decirle a mamá que se quedó contigo y tu novio.
Agradezco que Finneas estuviera en ese momento ahí, y por haberme retenido antes de hacer una locura.
—Ophelia deja a tú hermano con nosotros y respeta la intimidad de tu hermana. Si ella quiere que esto se quede entre nosotros, que así sea.
—Pues ya está, me voy de este circo barato —y tras darle una patada a una lata se marchó de allí, si no antes volver si cabeza para sacar la lengua.
—¿Qué va a pasar entonces con Ophelia? —me preguntó preocupado Finn.
—Se le pasará, no te preocupes por ella.
Me sonrió y entonces se agachó hasta ponerse a la altura de Ash, para preguntarle si quería un helado.
—¡Sí! —afirmó emocionado dando pequeños saltos.
—¿Tú vas a querer, Betty? —alzó la mirada hasta mí, y yo algo nerviosa accedí—. Venir, conozco un kiosco que vende caseros cerca de aquí.
(...)
<Luca>
Aquel día decidí ir a la residencia donde se encontraba mi madre. La visitaba poco, con el trabajo apenas tenía tiempo para ir al hospital pero de vez en cuando lo hacía.
—Hola mamá... Te traje unas flores de interior y películas que espero que te gusten.
No esperaba que me respondiera, nunca lo hacía. Seguía resentida después de que por mi culpa acabara aquí interna, aunque de alguna manera ella fue quien habló para que lo acabarán haciendo los médicos. Yo solo la abandoné en el proceso.
—Gracias, Luca —respondió tajante, mientras seguía mirando a través de la ventana, hacia la libertad.
Rodeé la cama y me senté a su lado. Ella no movió ni un dedo, solo se quedó allí sin más, esperando a que el tiempo pasara.
—¿Cómo vas con el proceso de intoxicación?
—Bien. Los médicos dicen que pronto saldré de aquí si sigo así.
—Me alegro mucho mamá —coloqué mi mano sobre la suya, y aunque pensé que eso le provocaría alguna reacción no sucedió—. Cuándo salgas, ¿Qué harás?
—Vivir —volvió a contestar fría, como un témpano de hielo—, pero de forma diferente a como siempre lo hice.
Tras un largo silencio, su voz volvió a envolver la habitación.
—¿Tú cómo estás? —apartó la mirada de la ventana y la posó sobre mí.
—Bien también, mamá. Finalmente Atenea se ha mudado, así que me imagino que a nuestra relación le ha llegado su fecha de caducidad. En el trabajo, me sigue yendo bien, Indie es maja y creo que hemos conectado bastante bien, pero además de ello estoy pensando buscar otro.
—¿Y de qué sería?
—No lo sé, pero tal vez ni siquiera es un trabajo tan solo una vocación más como hacer voluntariado o algo así.
—Haz lo que te haga feliz, no lo que haga feliz al resto. Solo eso, Luca.
Me levanté al mirar el móvil y ver que estaba cerca de acabar la hora de visitas.
—Y mamá —se quedó en silencio, supongo que esperando a que continuara la frase—, cuando salgas quiero que me busques.
—¿Y dónde podría encontrarte?
—En Nunca Jamás, con Peter Pan.
No le vi la cara, pero se que eso le había sacado una pequeña sonrisa.
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Fuera de mi pecera
TienerfictieLas personas somos bichos raros, complicados, y hechos mierda por dentro. Algunas personas son como Atenea. Una guerrera soñadora que vive en una mentira, y ahora se encuentra encerrada en su propia cabeza. En su propia pecera. Otras son como Luca...