<Luca>
—Joder, joder —gritó Betty tras oír mis palabras. Lo último que necesitaba es que Atenea, en su estado, lo supiera.
—Betty... —le indiqué con el dedo que se callara.
La agarré de la mano, y se la acaricié intentando calmarla. Los dos sabíamos que le ocurría a aquel hombre, y por ello nos dolió tanto.
—Pero... ¿Cómo ha ocurrido?
—Aquel hombre estaba caminando desorientado. Olvidó donde estaba su casa, Betty. Olvidó su puta casa —no pude resistir y comencé a llorar. Haciendo que me tuviera que callar al ver que Atenea también lloraba. La había cagado— ¡Nea!
Corrí a socorrerla, pero me rechazó.
—¿Qué ha pasado Nea?
—Cabrón —pronunció en un tono brusco, sin mirarme a la cara y con los brazos cruzados.
—¿Qué? —logré decir antes de que Betty también se acercara.
—Tú y ella —nos señaló con violencia—, joder, tú y ella tenéis algo. Como has podido.
—Atenea, estás borracha. Vamos a mi casa antes de que te pase algo —le sujeté de la mano pero dió un tirón y se liberó. Me recordó a aquel día, y agaché la mirada apenado al hacerlo.
—No voy contigo a ninguna parte, ni contigo tampoco —miró a Betty desafiante—. Pensé que éramos amigas, pero solo eres una zorra.
Betty no dijo nada. Yo preocupado, quería detenerla. En su estado, podría acabar como su padre en cualquier momento.
—¡Atenea, joder! —esta vez la sujeté más fuerte del brazo, y aunque ella intentó escapar fue inútil. Tampoco es que sus últimas fuerzas le ayudarán de mucho.
—¡Suéltame, canalla! ¡Ayuda joder! ¡Ayuda!
Comenzó a gritar, haciendo que la gente que pasaba por ahí posaran sus miradas en nosotros tres. Noté que algunos sacaron sus teléfonos y comenzaron a grabar, otros solo cuchicheaban. Betty se apartó de nosotros y comenzó a llamar por teléfono.
—Oye tío, ¿No estás viendo que no quiere ir contigo? —se acercó un joven más o menos de mi tamaño, pero no de mí misma fuerza. Comencé a asustarme.
—Mira, se que tú intención es buena y todo eso pero te recomiendo que no te metas donde no te llaman —le dije algo brusco por toda esta situación que comenzaba a amontonarse.
—Deja a la chica, si no quieres meterte en problemas.
—Es mi novia. No la voy a dejar en este estado aunque ella lo quiera.
"Venga ya, cabrón, si hemos visto como coqueteabas con la amiga" dijo alguien de los que grababan. Odiaba este tipo de personas, a las que solo le gusta echar leña al fuego para crear un incendio, y luego decir que es ecologista y un cabrón quien lo haya provocado. Odiaba la hipocresía barata.
—No te lo repetiré más. Deja a la chica.
Su voz cada vez era más amenazante. Estaba temblando, pero lo peor que podría hacer es demostrar mi vulnerabilidad. Aquello solo demuestra el poder que tienen los demás sobre ti, el cual siempre acaban utilizando en tu contra.
—Y yo no te lo repetiré tampoco, de que no te metas donde no te llaman.
Y sin que yo pudiera hacer nada, se me echó encima agarrándome del cuello de la camisa, llevándome hacia la pared. Quería decirle algo pero él comenzó a golpearme en la cara.
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Fuera de mi pecera
Roman pour AdolescentsLas personas somos bichos raros, complicados, y hechos mierda por dentro. Algunas personas son como Atenea. Una guerrera soñadora que vive en una mentira, y ahora se encuentra encerrada en su propia cabeza. En su propia pecera. Otras son como Luca...