|Cap 21: Cajas y vidas llenas de recuerdos|

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<Atenea>

Estábamos metiéndolo todo en cajas, y calculamos que tardaríamos una semana en tenerlo todo preparado para poder abandonar la ciudad.

Luca y Betty se encontraban con nosotras; Él y yo, en mi habitación y ella y mi madre, en la suya.

—Aún no puedo creer que te marches, pensé que, de alguna forma, al final solo lo haría tu madre y tú... Tú te quedarías aquí conmigo.

—Lo siento —seguí metiendo mi ropa en la caja etiquetada como "Cosas de Atenea (ropa y zapatos)"

Esas eran las únicas palabras que podía decir en presencia de él, porque sabía que nuestra relación no iba a durar siendo a distancia. Cada uno íbamos a conocer nuevas personas, y entre ellas puede que un nuevo amor.

Teníamos ese miedo, aquel que me susurraba que dejara lo que estaba haciendo y me quedara aquí con él, con Betty, con los niños... Pero también quería pensar en mi madre, empatizar con ella y saber que aunque en un futuro vivamos en casas distintas, estaremos juntas por si nos necesitamos, como ahora.

—¿Qué pasará con nosotros, Atenea? —cuestionó mientras agarraba y metía una de sus sudaderas en la caja, aquella que me acabó regalando.

—No lo sé, ¿No tienes respuestas entre tus palabras raras?

Rió con una pequeña sonrisa, pero sin mirarme a la cara. Si lo hacía, íbamos a empezar a llorar.

—Tengo una, aunque no es una respuesta para esto.

Lo miré arqueando una ceja.

Piwkenyeyu, Atenea.

—¿Qué significa?

—Te llevaré en el corazón, pequeña guerrera.

Piwkenyeyu, Luca. Siempre Piwkenyeyu.

(...)

—Betty, yo...

—No tienes que decir nada ahora, de verdad, sobre eso... Quién lo siente soy yo, de verás —sonrió para darme luego un fuerte abrazo, se lo acepté y la rodeé con la misma fuerza.

—Gracias por todo Betty, espero de corazón que seas feliz al igual que los gemelos. Os echaré de menos.

Nos separamos, y agarradas de las manos nos miramos una última vez aún con los ojos llorosos.

—Quiero darte una cosa, espera aquí.

Me alejé hacia el conjunto de cajas en busca de algo que sé que le haría ilusión. Tras encontrarlo, lo agarré, lo analizé y lo abracé por última vez. Entonces regresé a donde se encontraba expectante jugando con sus manos. Mientras caminaba me encontré con la mirada apagada de Luca, el cual hablaba con mi madre, enseguida agaché la mirada al suelo, no soportaba la idea de alejarme de él.

—Betty, quiero que te quedes con esto—ella me miró, y tras entender lo que significaba el pequeño velero de madera se echó a llorar una vez más—. Mi madre me contó que este barco era de una extensa colección de mi padre en su infancia, pero al final acabó manteniendo sólo este ejemplar. Al verlo solo pude pensar en la pirata Luna, y por ello quiero regalartelo.

—A veces no llego a entender cómo puedo enfadarme contigo con lo especial que eres, de veras muchas gracias Atenea.

—No hay de que Betty. Te echaré mucho de menos, créeme.

Tras despedirme de ella y los gemelos, me acerqué a Luca y a mí madre que terminaba de cargar las últimas cosas en el camión.

—Os dejaré solos, iré a despedirme de Betty —dijo mi madre colocando una mano en nuestros hombros mientras nos mirábamos el uno al otro.

Fuera de mi peceraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora