<Atenea>
El sol irradiaba calor desde la ventana, luz que tornaba mis ojos de un color más grisáceos y el cabello, más cobrizo. Ese día estaba en casa, con mi madre, ordenando un poco la casa cuando recordé el peluche anaranjado.
—¿Cuál fue la historia de Nemo? —cuestioné, mirándola de reojo mientras lo sostenía entre mis manos.
—Cuando Rhys era pequeño, nos acostumbramos a comprar películas de Disney, ya que parecía gustarle. Además, teníamos la tradición de hacer un maratón los fines de semana —dejé el juguete en mi estantería y me senté en la cama junto a ella, que se detuvo a descansar—. Al llegar tú, comenzamos a practicar la misma táctica, pero las películas de las princesas te aburrían —a excepción de "Brave"—. Pero, a diferencia de esas, las de animales no apartabas la mirada.
—¿Fue "Buscando a Nemo" la primera que vi de animales?
—No, fue si no mal recuerdo la película de "El Rey León". Pero al llegar Nemo a tu vida, cambió todo —comenzó a reír mientras observaba las baldosas de madera del suelo—. Acabo de recordar, a tus cinco años, cuando en el colegio dijeron de que deberíais de ir disfrazados para carnaval, y podíais ir con acompañantes... Obligaste, literalmente, a tu hermano disfrazarse de Nemo, mientras que tú ibas de la niña esa de los brackets.
—¿Dónde estaban Luca y Betty? —le pregunté con curiosidad al recordarlos.
—A esa edad aún no habías conocido a Luca, solo a Betty ya que erais amigas desde pequeñas. Ella fue sin acompañantes, y no recuerdo de qué iba, pero tengo la sensación de que era un personaje de la misma franquicia.
—Jo, es una pena que aún no estuviéramos la pandilla al completo... —cabizbaja, al percatarme que no recordaba apenas nada de ese tiempo, le pregunté—. ¿Cuándo conocí a Luca?
—Hace bastante años, aún estaba Rhys incluso vivo, pero no recuerdo mucho más —me sonrió un poco, y me colocó una mano en la pierna, donde me quedé mirando—. Sé que es complicado, que la distancia también os ha afectado, y por ello, si quieres saber más te toca preguntarles.
—Pero y si tal vez sospeche de que lo sé...
—¿Y qué hay de malo?
—Que tengo miedo de que la verdad también le duela a él. De que vea que ya sé sobre la historia, y no hace falta ocultarlo entre nosotros.
—Sé realista, cariño. Eso no le dolerá, sino cicatrizara una herida. Y de alguna manera, hablar algo más de lo cotidiano mejorará vuestra relación.
—Ahora que lo dices, una de las frases que solía decir era: "La vida está formada por circunferencias, donde en algún momento volvemos donde empezó todo. Y será ahí donde tendrás que afrontar lo que sea, siendo alguien diferente y pudiendo escribir un punto final".
—Hazlo... —con mi madre insistiendo, no pude negarme y comencé a escribirle, siendo la última vez a finales de julio.
Atenea:
Se que este mensaje es muy raro, pero solo quiero saber cómo nos conocimos. ¿Realmente había lluvia o hacía sol? ¿En qué lugar? ¿Quienes?Dejé ahí reposando el mensaje, esperando una respuesta. Levanté la mirada al pulsar en el avión de papel, y vi como mi madre me sonreía con dulzura.
—¿Por qué sonríes?
—Porque cada vez que recuperas un recuerdo, recuperas una flor. Y estoy viendo que vuelve a florecer tu jardín.
—El jardín sigue vacío... —respondí en su misma línea.
—Dale tiempo. Solo es verano, y en verano no nacen las flores; en otoño e invierno mueren, aunque prefiero pensar que solo se esconden del mundo aunque sea cambiando de disfraz, y al fin llega de nuevo la primavera, que para cuando llegue, ya sabrás más.
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Fuera de mi pecera
Novela JuvenilLas personas somos bichos raros, complicados, y hechos mierda por dentro. Algunas personas son como Atenea. Una guerrera soñadora que vive en una mentira, y ahora se encuentra encerrada en su propia cabeza. En su propia pecera. Otras son como Luca...