<Atenea>
Aquel día, por la tarde. Betty, Luca y yo hicimos una videollamada que después de hablar sobre tonterías, chicos y demás, quedamos en nuestro pub favorito para seguir aquella conversación en persona. Emocionada, aceleré el paso por las escaleras pero entonces mi madre me detuvo a mitad de ellas.
-Voy a salir con mis amigos -dije en un hilo de voz intentando colarme entre sus articulaciones, pero era imposible, era más veloz que yo.
-Hoy me gustaría que te quedaras con nosotros. Había planeado un día de películas... En familia.
-Mamá, sé sincera. ¿Sigues pensando que esto es una familia o simplemente somos inquilinos de estos cimientos fingiendo ser "un hogar con una familia feliz"?
Pero ella no respondió. No dijo nada, solo miraba el suelo, apagada.
-Quieres que sea sincera, Atenea... Esto -indicó al lugar con el brazo-, esto no es ni una familia, ni nada. Solo somos una mierda que quisieran aparentar que todo está bien e irá así.
-Mamá... No quise decir eso... -mi voz comenzó a titubear, y sentía que mi pecho me iba a derrumbar, allí, delante de la vulnerabilidad-Lo siento, inquilinos...
Y salí por la puerta sin ánimos, derrotada en la batalla de la que ninguno de nosotros iba a salir victorioso.
"Me siento culpable por esta situación ridícula... Y por no saber reprimir mis sentimientos en los momentos delicados" pensé mientras miraba la pantalla de mi teléfono, solo para esconderme. Hacía tiempo que había desarrollado ansiedad social, o al menos eso sentía, aunque en la sesión del último jueves, Chiara me indicó que no debía diagnosticarme por mi cuenta. Que nada era seguro...
La tercera vez que levanté la vista para mirar a mi alrededor, me percaté que ya había llegado. Luca y Betty estaban haciéndome señales con la mano. Sonreí ante ello como una cría pequeña. Al menos, ellos estaban allí para salvarme.
-¡Nea! -me abrazó con fuerza Luca, el cual, nunca tenía vergüenza en hacerlo aunque fuese delante del mismísimo Harry Styles- Te he echado tanto de menos...
-Luca, pero si han pasado solo dos días... No me seas payaso -dije entre risas.
Al escuchar aquello, Luca se apartó de mi hombro y me miró a los ojos... Con aquel azul tan bonito.
-Siempre seré el payaso de tu vida. Quiero verte feliz y es lo que voy a lograr. Verte reír como ahora lo estás haciendo, Atenea... No necesitas entrada para verme actuar -y aquello me hizo reír aún más sonoro.
-Atenea -dijo una voz detrás de mí y al girarme vi que era Betty. Sonreí y me abalancé a ella para abrazarla.
-Me alegro mucho de verte Betty, me gusta mucho tu nuevo peinado -la alagué con la misma sonrisa que permanecía conmigo cuando estaba con ellos. Era algo mágico, porque sentía que con mis amigos podría desnudarme sin necesidad de quitarme la ropa.
-Gracias. Mi novia, bueno... Me aconsejó hacerme el flequillo, y no me arrepiento... Es increíble.
-¿Quién, tú novia o el flequillo? -saltó de repente Luca con un tono humorístico. Volvió a hacerme reír.
-Luca vamos, ya sabes a quién me refiero -y riendo, golpeó el hombro de este en plan broma. Yo solo los miraba, me sentía bien-. Vamos dentro, antes de que nos quiten nuestro lado de la barra.
-Betty, no es nuestro. El lado es de todos... No te enfades si te lo han quitado, eh.
-Tranquilo no lo haré... Pero sabéis que me tomo la frase aquella del Principito muy a pecho.
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Fuera de mi pecera
Fiksi RemajaLas personas somos bichos raros, complicados, y hechos mierda por dentro. Algunas personas son como Atenea. Una guerrera soñadora que vive en una mentira, y ahora se encuentra encerrada en su propia cabeza. En su propia pecera. Otras son como Luca...