|Cap 25: Viviendo entre libros|

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<Atenea>

Salí a buscar un nuevo trabajo, tras acabar de adaptarme en casa y tener las cosas bajo control —al menos algo más—. Mi madre me acompañaba, con algo de temor al exterior, pero comenzaba a luchar contra sus monstruos internos, y a comenzar de nuevo.

—Mira mamá, dicen que aquí. Alejado del centro se encuentra una costa con el agua transparente —indiqué mientras buscaba información de otros lugares de la zona.

—Nada termina de ser transparente completamente cuando se expone a los humanos... Ni tan siquiera el agua.

La miré confusa, pero no le di más importancia a su reflexión y seguí mirando a la pantalla mientras caminaba. Ya habíamos ido a dos sitios más, que nos rechazaron por estar completos o simplemente por no interesarles.

—Creo que he encontrado algo, girando la esquina se encuentra una tienda de ropa que busca personal. Se llama "La boutique".

—¿Seguro que es un anuncio reciente? No quiero que nos ocurra igual que con el hostal.

—Sí, está vez estoy segura. La publicación es de hace unas semanas —dije entre risas.

—Vamos a mirar entonces, a lo mejor nos aceptan.

Le sonreí, dejando el móvil en el bolsillo y accediendo. Mientras llegábamos al lugar, mi vista se encontraba esparcida por alrededor de la villa. Era bonita, con un toque rústico y con diferente tipo de vegetación —tal vez tendría un poco de culpa en el que se encontrará rodeada de colinas—.

—Buenos días, disculpe venimos por la oferta de trabajo —Explicó mi madre que fue la primera en entrar. Yo me detuve al lado de ella con cara de póker.

—Oh, sobre eso, ya verá que nuestra tienda no es muy espaciosa... Y bueno, ya hemos encontrado el personal necesario... —Explicó un hombre de unos treinta años, algo nervioso, mientras se acercaba a nosotras dos con una sonrisa de oreja a oreja y forzada.

—Bueno, no pasa nada, seguiremos buscando en otros locales —dije sin más, algo frustrada, mientras sentía el brazo de mi madre alrededor de mí.

Aquel tipo no para de mirarnos a las dos con cierta inquietud, sobretodo a mí. Me resultaba incluso, algo incómodo.

Cuando estábamos a punto de marcharnos, aquel tipo nos detuvo.

—Esperar, creo que puedo aceptar a una de vosotras. Recordé que aún tenemos un puesto libre, ya que hace unos días uno de nuestros ayudantes se dió de baja —su forma de hablar resultaba convincente. Y en cierto modo, su aspecto le ayudaba a serlo.

Nos miramos las dos, intentando que nuestros ojos hablaran por nosotras. Yo quería decirle que accediera ella, que lo necesitaba más que yo. Por su mirada, podría sentir que me decía lo contrario, que lo hiciese yo.

—Entonces, ¿Aceptan la propuesta? —las dos nos quedamos en silencio, ante ello, el hombre nos pidió unos segundos para buscar unas tarjetas con su número que nos entregó—. Entiendo que podáis estar en duda, así que para cualquier cosa aquí tenéis mi número. Estaré al tanto de vuestra respuesta.

Le sonreímos y tras despedirnos nos marchamos de allí. Caminamos en silencio con una cierta inquietud, hasta que decidimos sentarnos en una cafetería para desayunar.

—Atenea, ¿Quieres quedarte con el trabajo? Yo ya buscaría otro, sin problema —dijo mi madre con una pequeña mueca.

—No mamá, prefiero que te lo quedes tú. Es una forma de empezar de cero, con una nueva motivación —le di un bocado a mis tostadas y continúe—. Además, allí conocerás nuevas personas...

—Lo sé, pero no me termina de convencer. Ese hombre tiene algo que no me termina de encajar... —Agachó la cabeza para mirar la comida.

—Mamá —le llamé, a lo que elevó su rostro para poder mirarme—, a mi también me ha dado esa sensación aquel tipo. No te veas obligada a aceptar, seguro que habrá más puestos.

—Cariño, seamos sinceras. Es un pueblo pequeño, no creo que haya tanto puestos libres.

—Nunca se sabe, puede que sí o puede que no. Pero necesitamos algo, necesitamos el maldito dinero para sobrevivir —volvió agachar la cabeza. Sabía que no terminaba de encontrarse bien —. Iré a pagar y seguimos mirando, aún tenemos un par de horas hasta que llegue el mediodía. —le agarré la mano en forma de apoyo, y sonreímos al ver que nos teníamos la una a la otra después de tanto tiempo.

(...)

Tras seguir mirando en unos tres lugares más y ser rechazados, acabamos en una librería de aspecto antiguo. En la gran puerta de madera había un papel de que buscaban personas, tal vez tendríamos suerte.

—Hola, bienvenidas, ¿Qué desean? —Saludó una joven de cabello azul, con un toque gótico. Llevaba unos cuantos piercings y tatuajes alrededor de su cuerpo, pero parecía ser amable.

—Venimos por el cartel de la puerta, ¿Seguís buscando personal?

—Sí, venir por aquí —la seguimos por un pequeño pasillo de madera hasta llegar a la sala principal donde se encontraba una variedad de altas estanterías. Todo era de madera, con algunas ventanas y unas cuantas lámparas antiguas en forma de araña repartidas por el lugar. Nos llevó hasta una oficina donde se encontraba unas cuantas cajas, de lo que me imagino que son libros— Yo soy Violet, ¿Con quién tengo el placer de hablar? Contarme algunas cositas.

—Yo soy Rose, y ella Atenea —dijo pasando un brazo detrás de mí, al igual que antes. Ahora la sentía más cercana, y sin barreras— yo tengo 42, y ella 19. Hemos estado residiendo en Orsolya hasta hace un par de semanas, y estamos buscando un trabajo urgente.

—Entiendo... —se agachó para abrir uno de los cajones de su escritorio y sacó dos formularios— Para acceder a trabajar tenéis que rellenar estos papeles. Son pequeños así que si queréis podéis hacerlo en un momento, voy a atender a los clientes ahora vuelvo.

Entregó dos bolígrafos y se marchó por la puerta dejándonos solas con los folios en blanco. En menos de diez minutos lo teníamos acabado.

—¿Cuánto crees que ganaremos por este trabajo?

—No lo sé, pero lo necesitamos mamá —expresé mientras terminaba de hacer mi firma—Vamos a dejarlo aquí.

—No hace falta, yo ya estoy aquí —dijo con confianza, apoyando una mano sobre nuestros hombros—. Lo revisaré hoy, y cualquier cosa ya os llamaría. Por el momento, estar atentas —. Nos sonrió con dulzura, y en aquel momento lo único que pensé es que las apariencias en ocasiones engañan.

(...)

Al cabo de unos días, un número desconocido me llamó mientras había salido a correr. Mi madre se encontraba a mi lado, bebiendo un poco de agua de una fuente.

—Buenos días, quién-

—Buenos días Atenea, leí vuestros documentos y ¡felicitaciones, mañana comienzan a trabajar en "Moonlight Books"! —Nos dió la enhorabuena Violet, con emoción. En aquel instante no sabía si ponerme a llorar o gritar.

—¿Sobre que hora estamos allí? —pregunté atropelladamente.

—Mmm... Que tal si os acercáis por aquí sobre las once. ¿Os viene bien?

—Sí, sí.

—Perfecto, os tengo que dejar en estos momentos. ¡Nos vemos mañana chicas, y bienvenidas a la familia literaria!

Colgué, mientras que mi madre me miraba expectante. Yo sin dudar me tiré a sus brazos con felicidad.

—¿Qué ocurre Atenea?

—¡Nos han dado el trabajo en la biblioteca, mamá! —dije mientras posaba mi cabeza sobre su pecho con cariño.

Fuera de mi peceraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora