<Luca>
—Vamos, por favor —me rogó tirando de mi brazo desnudo mientras intentaba colocarme mi camiseta favorita—. Tenemos que ir puntuales, Lucasito.
—Intento vestirme, impaciente —me terminé de colocar la prenda y la miré, estaba con una radiante sonrisa— ¿Por qué sonríes tanto?
—El pensar que tú camiseta favorita es una oversize de un tocadisco de agua con una ballena me da ternura y risa —intenté disimular la risa nerviosa ante la presencia de Indie, siempre me dió timidez mostrar mis cosas favoritas.
—Amm, bueno, es muy cuca y al verla en oferta no me pude resistir. Cuando me quedé pequeña te la doy —le sonreí de forma burlesca, y ella me fulminó con la mirada mientras se miraba de arriba a abajo.
—No voy a opinar nada, vayámonos mejor —volvió a tirar de mí, he incluso cuando bajamos por la escaleras hasta llegar al coche.
(...)
En el trayecto pudimos ser espectadores de un lindo cielo decorado de algunas nubes, era tal la belleza que no pude resistirme a hacerle una foto.
—Una vez me contaste que a tu amiga les gustaba, puede que mandando la foto volváis a hablar —propuso sin apartar la mirada de la carretera.
Me quedé mirándole perplejo mientras tenía aún el móvil encendido en la mano, al cual dirigí mi mirada con inseguridad, pulsando el chat de Betty, donde nuestro último mensaje fue el día de la despedida de la pelirroja.
—Hazlo, no lo pienses dos veces.
Y acabé haciéndole caso, mandándosela seguida de "lo vi y me recordó a tí. Qué tal va todo? :)". Ahora tocaba esperar.
—Bien hecho, Lucasito —apartó la vista para mirarme con orgullo—. Adivina qué, ya hemos llegado.
Nos detuvimos en medio de un campo, delante de una parcela metálica. El cantar de las aves se veía interrumpido por los constantes ladridos, lo que logró sacarme una sonrisa.
—Entremos, me imagino que estarán esperándonos —pronunció con cierta felicidad tocando un timbre.
Al instante una joven de pelo rizado y tez negra nos recibió con una radiante sonrisa.
—¡Bienvenidos al refugio "huellitas mágicas"! —dirigió entonces la mirada a la rubia y la abrazó con fuerza— ¡Indie, cuanto tiempo sin verte!
Cuando acabaron de saludarse, nos adentramos en el recinto —por suerte, lo hicimos por la zona canina— y allí, entre ladridos, nos explicó la joven de qué iba el proyecto del refugio y como funcionaba —al menos lo principal para comenzar en aquella semana—.
—Si quieres Luca, ya que tú alergia dificulta estar en la zona felina puedes quedarte aquí. Logan será el encargado de enseñarte mejor este mundillo.
—¿Y quien es Logan? —miré a nuestro alrededor pero no vi a nadie.
—Me imagino que se encontrará en la zona de dentro, dando de comer a los perros que necesitan estar ahí.
Comenzó a caminar hacia una instalación que me recordaba a un gran granero. Nos dirigimos a la derecha, recto y a más nos acercábamos al pasillo de en medio, unas risas se comenzaron a oír.
Nos fuimos adentrando siguiendo la sonora risa, y al llegar al propietario de aquella melodía, me encontré con una estampa que no podré olvidar. Aquel momento en donde nos conocimos.
—Je, je. Me pilláis en un momento... Un tanto amoroso —ahí se encontraba sentado, acorralado en la pared mientras un joven sabueso estaba sobre él lamiéndole el rostro y moviendo la cola.
—Vamos bobo, deja al perro y encárgate del resto, que también te necesitan —le ofreció la mano, aceptándola luego de apartar al animal con cierta delicadeza.
Cerró la celda del animal, que permaneció sollozando apoyado en la puerta de metal.
—Lo mejor será que hablemos en otra zona, no quiero que esté mal. Además era el último. —le miró con cariño, para luego dirigir sus ojos miel a los míos con cierta sorpresa.
—Como veas, hablemos en la entrada entonces —comenzó a caminar de nuevo hacia la puerta principal, y sin apartar la vista de mi, Logan me sonrió.
—¿Este es el chico del que me hablaste, Indie? —la rubia, al lado mío, giró su rostro en dirección al castaño.
—Sí, este es el tan famoso Lucasito.
Le fulminé con la mirada, mientras reía y junto a ella, el joven del perro.
—Luca. —corregí ofendido— Soy Luca.
—Es un aburrido pero es majo, te caerá bien —le guiñó un ojo, y él le respondió igual.
—Bien, Logan explicale a Luca a que se va a dedicar en el tiempo que esté aquí —le pidió la mujer de los rizos—. Yo tengo que terminar de rellenar unos papeles.
Y así hizo, con cierta felicidad —y en soledad, ya que Indie se fue a dar un paseo por el recinto— me explicó lo más importante para comenzar, lo que me animó a continuar ahí.
—Verás, antes de acabar quiero que sepas algo de lo que nunca nos avisan al llegar —respiró y se sentó en el escalón del "granero", yo lo hice junto a él con cierta expectación.
—¿Qué ocurre, Logan?
—Este lugar es como una propaganda, no porque sea una farsa, sino porque este lugar siempre te lo han montado con mucho filtros: "ahí que bonito", "perritos", bla, bla, bla...
Lo miré confuso, no sabía por dónde quería ir. Sus ojos transmitían dolor, pero a su vez tranquilidad, algo que me mantuvo admirandolos el tiempo que siguió hablando.
»Este lugar es complicado. Verás cosas jodidas, escucharás cosas jodidas y no podrás hacer nada al respecto, porque así es la vida: injusta...
Asentí, y sin pensar le agarré la mano. Quería que sintiera que pase lo pase. ahora estaba ahí con él.
—No vengo aquí por la propaganda, vine sabiendo a lo que me enfrentaría... He vivido cosas jodidas, no creo que esto sea para tanto.
—Si tú lo dices —se volvió a levantar y colocar delante de mí, ofreciéndome la mano—, sea lo que sea, bienvenido a "huellas mágicas", Luca.
Acepté su fría mano, alzándome. Ahí pude notar, que Logan no era alguien más. Tenía la sensación que escondía algo que yo iba a descubrir antes o después.
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Fuera de mi pecera
Teen FictionLas personas somos bichos raros, complicados, y hechos mierda por dentro. Algunas personas son como Atenea. Una guerrera soñadora que vive en una mentira, y ahora se encuentra encerrada en su propia cabeza. En su propia pecera. Otras son como Luca...