Jing Yi.

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Ya esta atardeciendo y el cielo se cubre con un manto de diversos colores que distinguen a los cultivadores de acuerdo a la secta que pertenecen, pero los mas destacados son los Wen cuya cantidad equivale un poco más a la mitad de quienes los acompañan. La idea de Jiang FengMian de exponer a Lan QiRen y al resto de los Lan de manera política, es mucho mas que darles pruebas congruentes al resto del mundo, es para que su hijo obtenga su venganza sin importar como quiera realizarla e impedir que sea visto como el enemigo y quieran declararle la guerra. Su idea es que el líder Wen y su familia sean visto como las victimas y que nadie los detenga a la hora de reclamar como se les de la gana.

La desesperación en Wen ZhuoCheng lo llevo a llegar de los primeros a las puertas de Gusu Lan exigiendo que lo dejen entrar, los guardias le dijeron que no podían hasta que los encargados temporales lo autoricen. El Wen no puede esperar más, se siente desesperado por recuperar a su hijo y como esta con la espada cruzada y el que le hayan prohibido el ingreso a Gusu hizo que la ira hirviera,  no dudo en sacar su látigo para azotar a los Lan.

- líder Wen ZhuoCheng - dice el líder Jin - cálmese.

- estos miserables no me quieren dejar entrar... - dice ofuscado.

- no se preocupe joven. Ellos ya están aquí - dice refiriéndose a Lan QiRen y sus discípulos.

- muy bien, hemos llegado - dice Jiang FengMian - Lan QiRen, queremos entrar y tenga cuidado con lo que hace - advierte - cualquier decisión equivocada que tome, lo veremos como obstrucción a la investigación y una causa más será sumada en su contra. Al viejo Lan no le queda otra más que acatar lo que se le dice, sabe que ya fue descubierto y que nada lo va a salvar del castigo.

En el patio de Gusu los cultivadores, entre murmullos esperan a que traigan al niño, al sirviente de nombre Jing Yi. Wen ZhuoCheng camina de un la a otro como si fuera un animal a punto de atacar a la mínima provocación. Wen Yuan se acerca a su padre para tomarlo de la mano.

- al menos sabemos que ese niño existe. ¡tranquilo! ¿o quieres causar una mala impresión? - la joven trata de calmar a su padre.

- estoy tranquilo - dice el Wen acariciando el rostro de su hija - pero estoy muy ansioso. ¿comprendes?

- yo también, padre - le sonríe la niña cálidamente.

- hermano estamos aquí para ti... - dice Meng Yao sujetándole del brazo.

- sea lo que sea, lo podrás sacar de Gusu y ponerlo a salvo - dice A'ning con voz suave.

- tienen razón, me tengo que calmar - dice el Wen en un profundo suspiro.

Los discípulos Lan que fueron a buscar al menor por fin hacen acto de presencia con un niño que por algún motivo encadenaron de manos y pies, por su puesto que las cadenas son suficientemente largas como para permitirle hacer su trabajo. Los presentes guardaron un frío silencio, nadie quiere moverse de su lugar y menos decir nada ante el asombro y la complejidad de la situación. 

Un niño encadenado, que cojea, que expresa temor y por lo que se ve la ropa que trae es vieja, debido a lo percudida, desgastada y rota que se ve. Jing Yi esta en medio de todo el mundo, mirando preocupado lo que esta ocurriendo, no entiende nada ni para que lo llevaron ahí. Wen ZhuoCheng esta en shock, se le fue el habla y lo único que pude sentir en ese momento son los asfixiantes latidos de su corazón y un gran dolor que se vuelve real se forma en su pecho, su cuerpo no responde, no puede moverse, es como si le hubieran lanzado el hechizo de inmovilidad. 

Lentamente A'yuan se acerca a Jing Yi  para verlo de cerca y cuando lo hace, se da cuenta de que a pesar de tener la misma edad, se ve más pequeño. El instinto de supervivencia en el chico lo lleva a buscar una manera de salir ileso de sea lo que sea que le espera, por lo tanto de entre sus gastadas prendas saca una roñosa bolsa de tela común, solo para sacar de su interior un pedazo de zanahoria vieja. Jing Yi extiende su mano a la niña para que lo reciba como ofrenda de paz, para apaciguarla en caso de que quiera lastimarlo de alguna manera. Jing Yi jamás ha visto a esas personas en su vida y no sabe que esperar de ellos ni que es lo que quieren de él. Los presentes entienden en el momento la intención del menor y se sienten conmocionados ante el hecho de que el pequeño quiera deshacerse de lo que puede ser su única comida solo para sobrevivir. Más de uno siente ganas de llorar ante la pena que están sintiendo por la indefensa criatura y por lo que se ve le toco vivir. En la mano de la araña violeta, Zidian se hace sentir, lo mismo con el arma espiritual de su hijo y de su nieta, también varios tienen sus manos en las empuñaduras de sus espadas queriendo desenvainarlas para castigar al culpable... no importa si se trata del hijo de dos lideres o si es un niño cualquiera, eso no se le hace a un ser humano, aunque sea un sirviente, menos si esta dentro de una importante secta como Gusu, menos si es alguien inocente.

A'yuan siente como sus lagrimas caen sin parar, ese niño destrozado es su hermano menor, con quien debió haber crecido, con quien debió haber jugado desde pequeños, a quien debió haber amado y con el que debió haber entrenado, pero esos desgraciados le quitaron ese derecho. Los ojos de Jing Yi, son del mismo color que los de su padre... ¡no hay por donde negar que es hijo del líder Wen!

HuaiSang no puede con tanta dolorosa emoción, se siente frustrado y se imagina a su hijo en el lugar de Jing Yi y eso le estruja el corazón. La respiración de Jiang FengMian se vuelve agitada y lucha por controlarse, ni que decir del resto, es tanta la agitación que es agotador describir los sentimientos de cada uno.

Wen ZhuoCheng logra recuperarse del impacto y a zancadas se acerca al niño tomando él el pedazo de zanahoria que le esta ofreciendo a A'yuan. Satisfecho por sentirse a salvo al ver que aceptaron su regalo y que con eso apaciguo a las personas que posiblemente le quieren lastimar no puede evitar sonreír de felicidad. A pesar de que su sonrisa es hermosa, la incertidumbre y el temor se deja ver en el rostro de Jing Yi. Con ayuda de su poder espiritual, Wen ZhuoCheng rompe cada uno de los grilletes con los que su hijo carga. La cercanía de aquel hombre lo asusta porque no entiende lo que esta haciendo.

- Jing Yi... - dice el Wen con voz temblorosa y lagrimas cayendo por su rostro - ¡soy papá....!

El loto de los WenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora