27. Dolor

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La última vez que sentí a mi cuerpo así fue cuando Thanos me dio una paliza, podía sentir mis costillas presionando mi pulmón, la sangre saliendo de las heridas que Jovan me había hecho resbalando por mi cuerpo, el olor a hierro era penetrante al igual que el hedor a putrefacción y mi propio sudor, llevaba dos días aquí metida, siendo no más que un muñeco de trapo para los retorcidos deseos de Jovan.

Moví las manos qué se mantenían alzadas por una gruesa cadena qué me mantenía un par de centímetros arriba del suelo, tenía los brazos dislocados, no había duda, alcance a topar levemente la punta de los dedos y el lugar donde sé supone deben estar mis uñas de la mano derecha, mi verdugo las había quitado con calma y lentitud para que pudiera experimentar más el dolor, ojalá eso hubiera sido lo peor.

Sentí como mi vientre punzaba y sangre comenzar a bajar por mi entrepierna, la peor cosa que Jovan pudo haber hecho conmigo, un vaivén de dolor incesante y sus propios ruidos de placer, recuerdo que me hizo sacar apenas una lágrima por la deshidratación qué comenzaba a sufrir, grite, solté el grito más fuerte que pude sin embargo terminó sonando a un lamento ahogado.

Apenas podía ver, los golpes que propino en mi cabeza había pasado factura y todo eran manchas borrosas de color escarlata y marron, mi oido tenía un zumbido qué comenzaba a ser fastidioso y mi atención viajaba de un lado a otro de la habitación, esperando nuevamente a la tortura, Jovan es salvaje y medido, sabe exacto como ñastimar y ocasionar dolor sin asesinar, 

El sonido de la puerta se hizo presente en aquella habitación de tortura dando paso a una siluela la cual pude identificar como masculina, alta, fornida, sin rostro aparente.

—¿Jovan?— cuestione apenas audible, mi garganta estaba seca, en cualquier momento terminaría deshidratada.

—No— respondió la voz, no pude identificarla debido al zumbido qué acompañaba a mis oídos, ¿se me reventó el tímpano?

Mis ojos se encontraban inflamados por los golpes qué Jovan me propinó al igual que el llanto silencioso que en su momento liberé, mi cuerpo era lo de menos, él había perturbado una de las pocas formas en las que soltaba él estrés y lo había vuelto una tortura, no más placer.

—¿Entonces se canso de jugar conmigo?— pregunté intentando sonar sarcástica, más bien sonaba cansada, dolorida, triste y un tanto molesta. 

La figura se acercó en mi dirección e intente moverme un poco pero fue inútil, apenas y podía mantenerme consciente a pesar del enorme dolor en mi cuerpo. El hombre me sujeto de las muñecas y soltó los grilletes qué me mantenían flotando ligeramente sobre el suelo dejándome caer a este de golpe.

—Diría que quiere jugar un largo rato contigo— respondió alejándose de mí, por el sonido de la puerta pude intuir que había salido de la habitación.

El suelo era frío al contacto con mi piel, además de húmedo por la sangre que había perdido desde hace 2 días, al menos creo que llevo aquí dos días, la iluminación es escasa y no logro saber con exactitud cuánto tiempo llevo, bien podría ser apenas un día. Me quedé un largo rato tirada intentando hacerme un ovillo para mantener el calor, utilizando mi cabello cada vez más largo como una manta qué pudiera cubrir mi cuerpo, al menos así estuve hasta poder quedar dormida y despertando en ese mismo instante, o al menos así lo percibí. 

Con lo poco que quedaba de mis fuerzas  y la vista un tanto más clara me levante sin poder mover los brazos, en efecto estaban dislocados y debía encontrar la forma de devolverlos a su lugar, apreté varias veces mis ojos intentado enfocar más y observar finalmente la pared misma a la que me dirigí con algo de velocidad y estampe mi hombro izquierdo, aquello dolió la suficiente para soltar un grito ahogado, repetí la acción en mi otro brazo dando el mismo resultado y un gran dolor en mis costillas, al parecer tenían la costumbre de romperse en cada oportunidad, o bien en cada traumatismo con mucha fuerza.

Iron Aid || FANFIC DE MARVEL||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora