Capítulo diecisiete

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—¿Qué? ¿Te crees que no vivo aquí? —le dice Ethan a Avery con tono desafiante—. Que tú te vayas a quedar con todo no significa que yo ya no exista —huye hacia la habitación y pega un portazo.

Tengo que apoyarme sobre el sofá para no caerme del susto. Comienzo a reírme de forma absurda, por dentro me estoy muriendo por no saber lo que vendrá, porque mi hermano no está preparado para tener un hijo, porque todo va mal. Por fuera, siento que la ironía de la situación me supera, ya no puedo soltar una lágrima más.

Avery se tira al suelo y se echa a reír conmigo —no confía una mierda en mí —digo entre carcajadas.

—Mi madre ha conspirado contra mí y me ha puesto en contra a mi hermano. Le importo una mierda —sus palabras duelen a pesar de que tenga una sonrisa en la cara y su risa apenas le dejan respirar.

—Nuestros padres nos odian y, encima nos condenan a ser tan desgraciados como ellos.

Seguimos contando nuestras miserias, desahogándonos sin piedad, sin pensar en nada. Estamos sacando todo eso que nos duele oculto tras una sonrisa. Nada engaña más que mostrar un poco de dientes y tirar de los carrillos hacia tras en este mundo de falsedad.

Acabamos en una risa ahogada, seca, repentina. De un momento para otro, el silencio de apodera de la habitación y esta vuelve a sentirse solitaria. Reírse no soluciona los problemas, pero te ayuda a sacarlos.

—¿Qué ha pasado con tu madre? —me pongo seria y me acurruco contra él.

—Mi madre convenció a mi padre para que quitase a Ethan de la herencia, aún sigo sin creerlo. Yo no tengo madera para dirigir nada y mi hermano quería esa empresa. Alucino con la forma de enfrentarnos que han buscado.

—Puedes permitirte que te duela. Quizá yo no lo entienda —apoyo la cabeza en su hombro—, pero tienes el derecho a enfadarte. Siempre me dices que puedo permitirme estar mal cuando tú no lo haces. Odio con toda mi alma verte mal, sin embargo, mereces estar mal cuando lo necesites. Te quiero —giro la cara hacia la suya.

Deja caer con suavidad su cabeza sobre la mía —¿Cómo lo haces?

—¿El qué?

—Soportar toda esa mierda que tienes encima. Tenemos el mismo problema y parece que se me está cayendo el mundo. Además, tú sigues en recuperación; tienes todos los problemas de tu familia encima... ¿Cómo narices se hace eso?

—Para —intento callarlo antes de que siga destruyéndose, me duele que hable así de cómo se siente—. Tus problemas son igual de importantes que los míos. Todos tenemos nuestras movidas internas, no tienes por qué intentar quitarles peso a las tuyas —lo abrazo y le doy un beso en la mejilla—. Quiero que me cuentes todo lo que necesites contarme, ¿vale?

—No quiero echarte más cosas a los hombros.

Me pongo de cuclillas frente a él, se ve tan indefenso, tan pequeño... Realmente le duele lo de su madre, lo va a destrozar como no lo saque.

Tomo su cara entre mis manos —tú te has tragado toda mi mierda. Ahora déjame hacerte sentir mejor, por favor, cuéntame cómo te sientes. Me parte el alma verte así —acaricio su mejilla con el dedo pulgar.

—Siento haberte hablado así antes —agacha la cabeza—. No sé por qué te he tratado así de mal, tú no tienes la culpa de nada.

No tiene razón, por mí ha tenido más carga emocional. Quizá si no tuviese todos mis problemas encima habría podido gestionar mejor los suyos...

—¿Podemos ir a la habitación? Las cosas con Ethan ya están bastante jodidas y voy a llorar en cuento empiece a hablar.

Me pongo de pie y le tiendo la mano, tira de ella para levantarse y con su peso casi consigue que me caiga de culo contra el suelo. Se ríe de mi casi culazo y pasa su brazo por mis hombros, caminamos hasta la habitación y cerramos la puerta. Se lanza contra la cama mientras yo me desato las zapatillas. Me acuesto y no tarda ni dos milésimas de segundo en envolverme con sus brazos 

—Mi madre me ha enfrentado contra mi hermano. ¿Cómo narices se ha atrevido? ¿Por qué? Ella es la que ha antepuesto siempre la familia al dinero, joder, confiaba en ella.

Me parte el corazón escuchar su voz quebrarse, siempre parece tan fuerte que verlo rasgado duele más que un balazo.

—Lo que no entiendo es por qué me ha elegido a mí sabiendo que Ethan estaba interesado en la empresa —hace esfuerzos para no elevar la voz—. Me ha gritado; Liz, mi madre me ha gritado. Me ha llamado desagradecido, inmaduro... En pocas palabras, me ha dicho que soy un hijo nefasto.

—Respira —digo al notar sus latidos muy acelerados contra mi cabeza—. Necesitas respirar.

—Necesito a mi madre —se levanta de forma brusca—. ¡Parezco un crío!

Me incorporo y le abrazo con fuerza, no tarda en romper en llanto. Jamás había imaginado lo que se podía sentir al ver a alguien a quien amas tanto como yo a él verlo sufrir, ¿qué no habrá pasado él por mi culpa? Me siento un monstruo.

Solo puedo hacer esto por él ahora mismo: estar. No se me ocurre nada para hacerlo sentir mejor, ni siquiera yo estoy bien respecto a este tema. Si finjo que todo va bien no lo creerá, sabe que también estoy dolida; aunque su dolor no se puede comparar al mío. Yo siempre he sabido que mi madre era una obsesa del trabajo, al igual que lo es mi padre, sin embargo, él está descubriendo que su heroína tiene un lado villano, uno egoísta. A todos nos arde por dentro descubrir las partes malas de esas personas a quienes tenemos idealizadas.

—Estoy aquí —le froto la espalda—, estoy contigo.

—No tengo ganas de hacer nada hoy, solo quiero dormir.

—Acuéstate entonces —doy una palmada sobre el colchón y le dedico una mirada cariñosa—. Voy a ver cómo está Noah y vuelvo. ¿Quieres algo de beber?

Estoy muriéndome por saber las razones de Noah para ocultarme que va a ser padre, pero no puedo bombardear a Avery ahora mismo. Necesita tiempo para él, para sanar sus heridas aunque sea un poco.

—No hace falta que...

Le interrumpo —no me digas lo que tengo que hacer, ¿entendido?

—Siempre me tendrás a tus pies, princesa. Estoy a tus órdenes —mete la mano bajo la almohada y se recuesta.

—Sabes que no me gusta que me llames eso.

—Nunca me has preguntado por qué te lo llamo.

—¿Por qué?

—Eres esa persona a la que siempre han intentado frenar, encerrar, machacar. Y, sin embargo, ante las expectativas de nadie de que tuvieras algo tuyo, has conseguido ser alguien con valores y fortaleza. Aún no tienes el poder, pero demuestras dotes para dominarlo —se levanta y viene hacia mí—. Los reyes son el presente que nadie quiere; tú eres el futuro que anhelo, princesa.

Me sonrojo ante el cúmulo de ñoñerías que han salido por su boca. Admiro su valentía, una persona fría como yo no sería capaz de sincerarse de una forma tan tierna y cursi. No puedo evitar sonreír y besarlo.

—Te amo, Elizabeth.

***

ANUNCIO

Quizá esté adelantando acontecimientos demasiado pronto, pero ya puedo decir que estoy trabajando en la historia de Noah. Por tanto, no es de extrañar que no se trate a fondo en los —sí, los— próximos libros...

Gracias por estar ahí. Espero que os quedéis con ganas de quedaros...

¡Os leo!

Nosotros [#2] (COMPLETA)✓ (Pronombres Que Terminan En Mi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora