Capítulo seis

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Acabo de llegar a la residencia y sobre mi escritorio hay una carta. Es una notificación que indica la fecha del juicio, será en enero. Viene acompañada de una carta del abogado que han contratado mis padres en la que me cita para hablar con él la semana que viene, tendré que viajar a Los Ángeles el jueves nada más acabar las clases por la tarde.

Leo atentamente ambas cartas dejándome llevar por los formalismos que hacen ver que mi situación es algo normal, algo que pasa todos los días. Enserio, ¿qué enfermo considera esto normal?

Después de tomar una ducha, me pongo unos vaqueros negros y una camisa blanca cuyo borde introduzco en ellos. Elijo unas zapatillas deportivas negras y por último tomo una de mis chaquetas de punto marrones junto con un bolso grande donde cabe mi portátil y unos apuntes que necesito para las clases.

Estoy a punto de salir por la puerta cuando aparece mi compañera de habitación con los zapatos de la noche anterior en la mano y vestida con la sudadera que llevaba ese pelirrojo.

—Buenos días —me cruzo de brazos y le pongo mala cara.

—Me lo he tirado, tía.

Su sonrisa consigue que se me pase el enfado, es como una niña pequeña el día de Navidad.

Eva y yo siempre hemos sido muy diferentes en cuanto a con quien nos besamos. Ella considera a las personas de un solo uso en esos casos, mientras que yo me pillo hasta de una piedra si me dejas —aunque mis actos pasado digan todo lo contrario, tengo un poco de Eva en mi historial. Las dos juntas somos el punto medio.

Pestañeo varias veces —no me había dado cuenta —tiro de la sudadera.

—Creo que tengo resaca.

—Yo te lo confirmo, apestas a alcohol barato.

Camino hacia su cama y agarro una toalla limpia de uno de los cajones para lanzársela.

—Te veo muy... relajada —me apunta con el dedo.

—Bueno, tengo que irme a clase, luego me analizas si eso.

Salgo corriendo para evitar sus preguntas, hablar de Avery con ella siempre es un tema complicado.

Acaban mis clases y me quedo esperando a Connor que ha ido a preguntarle dudas al profesor, cosas que nunca cambian. Miro mi teléfono y veo un par de mensajes de Eva quejándose de que le duele la cabeza y pidiéndome que vaya a una farmacia a comprarle algo que se lo quite. Esta chica se cree que soy la chacha.

Por fin veo su sweater atravesar las puertas de madera, eso sí, no tiene prisa ninguna porque va a paso de tortuga.

—¿Tienes planes para comer? Me debes un café —recuerda.

Miro mi móvil de nuevo de reojo para asegurarme de que no tengo nada que hacer.

—Supongo que podemos ir a la cafetería.

— ¿A la cafetería? Ni de broma voy a ser tan cutre, tengo el coche cerca, salimos del campus.

—Me da pereza —admito, tirando de mis hombros para abajo.

—Bueno venga, vamos a comer comida de rata a precio de cinco estrellas.

—Sigues igual —pongo los ojos en blanco.

—Pues tú estás... cambiada.

Elegimos un sitio apartado para poder hablar tranquilamente al fondo de la habitación junto a una ventana.

Está mirándome fijamente con la cabeza apoyada en una mano.

—¿Qué pasa?

—Nada —sacude la cabeza. —Bueno... ¿Qué tal todo?

No puedo contarle la verdad, apenas hemos hablado desde el último día de clases. Mentir no es uno de mis hobbies favoritos que digamos, sin embargo, en estos casos no siento que haya otra opción. Lo más fácil siempre será no contar la verdad.

—Estoy en la universidad por fin, no puede ir mejor.

Arruga la nariz —mientes fatal.

¿Qué narices?

—La universidad es horrible. Creí que mi espíritu competitivo me dejaría tener un poco de paz mental al ingresar y voy y me meto aquí.

Suspiro, aliviada, no me ha pillado.

—¿Vida personal? ¡Vamos!, tu siempre has tenido de eso —toma un sorbo de agua —no como yo...

—No te lo vas a creer, pero tengo novio.

Se ríe —lo que me extrañaría es que siguieras sola. Eres la chica que cualquiera querría a su lado —me mira a los ojos.

Me siento intimidada por sus palabras, ¿acaso sigue sintiendo algo por mí?

Supongo que siempre tendremos una conexión especial, aunque no nos amemos. Éramos demasiado buenos amigos como para sentir amor. Los que se pelean a veces solo se quieren de más, no tienen que estar enamorados. Las discusiones que acaban en risas son adictivas, siempre vayan sin maldad, y enganchan como una droga.

—¿Sigues con el chico ese de la graduación?

—En realidad —suspiro—, se acostó con la novia de mi hermano.

—Lo siento, no debí meterme. Es algo muy personal, perdona.

—No importa, estoy con... bueno.... —me rasco la nuca nerviosa —Ford.

—¿El mejor amigo de Noah? Guau, no me lo esperaba —dice con ironía.

—Oye, cuando empezamos sabías lo que había —me quejo.

—Si no lo digo por eso, jamás te lo reprocharía. Pensé que él era algún tipo de amor de la infancia que te tenía las hormonas por las nubes.

Agarro el tenedor y dibujo un círculo en el aire —nunca superarás el día que el de biología explicó el sistema endocrino.

—Fue el mejor día de mi vida, creí que empezaría a comprender a las mujeres, pero sois más complicadas que un nivel de estrógenos bajo —nos reímos a la vez—. Lo de antes lo decía porque mi hermana sale con un amigo de Ford y un día hablaron de una chica morena de ojos verdes que era la hermanita intocable de Noah en mi salón.

Parece ser que ahora soy un tema de conversación recurrente.

—La cosa es que yo sabía que te gustaba y ya lo habíamos dejado, así que arrimé la oreja un poco.

—¿De qué hablaron? —mi voz suena curiosa.

—No me acuerdo, solo sé que salió tu nombre y le salió la sonrisilla tonta.

En el fondo me duele no haber valorado lo suficiente a un chico tan detallista como Connor por haber pasado media vida detrás de Avery. Quizá Ford fuera mi destino final, pero para llegar a él no debí cruzar tantos puentes sin pensar en que quizá a su alrededor había paisajes maravillosos. La niebla me cegó.

Me mira y vuelve a poner mala cara.

—No estábamos destinados a ser —suena demasiado sincero—. Aunque, no me arrepiento de salir contigo, pero, quizá solo éramos amigos que se querían mucho y confundimos las cosas.

—Puede ser.

Algunas personas solo aparecen en tu vida para mostrarte algo que necesitas ver. Connor me quiso bien y puede que no aprendiese lo suficiente de eso, me porté fatal con él.

***

Estoy tirada en la cama con un libro en la mano a las nueve de la noche. Acabo de escribir y subir post a mi cuenta de Instagram que cada vez crece un poco más.

Es mi momento, hasta he apagado el móvil. Si el mundo se acaba que no me interrumpa la lectura.

Estoy inmersa en mi libro cuando de repente la puerta se abre rápidamente golpeando la pared y sacándome de mi mundo. Se me cae el libro de las manos del susto y, cuando creí que lo peor había pasado, me encuentro a Eva besando a...

—¿Ethan?

Nosotros [#2] (COMPLETA)✓ (Pronombres Que Terminan En Mi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora