Capítulo treinta y nueve

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Estoy en medio de otra de las discusiones interminables con Stefan, no lo soporto. Esta vez estoy en Los Ángeles, su terreno; y ha traído a Eloa para que intente mediar entre ambos. Pobre mujer, no sabe lo que le espera.

Miro los papeles de nuevo, no me convence su estrategia. Lo confieso, soy una mujer de principios con una cabezota que solo una capricornio puede llevar sobre los hombros. Quizá debería ser fuerte y ceder; por una vez que lo haga no creo que me pase nada.

—Está bien —acabo accediendo—, lo haremos a tu manera.

Stefan suelta un suspiro de alivio y por su expresión creo que casi se pone a saltar de alegría.

—Ahora lo que necesito es prepararme —me revuelvo en la silla, ha llegado la parte más difícil—. Me ha costado estar donde estoy, hacer esto será como volver al pasado.

—Elizabeth, puedes hacerlo —me anima el rubio—. Con nuestra ayuda todo saldrá a pedir de boca, mereces justicia.

Eloa da un paso al frente y rompe con su silencio, se sienta en el borde de la mesa y me mira fijamente —no es volver, es caminar hacia delante.

—Permíteme dudarlo —digo.

Toma aire con fuerza —esto será algo que seguirá en tu pasado, lo afrontes o no. Testificar y soltar todo lo que llevas dentro no te hará débil, te permitirá continuar. Cuando aceptas los hechos y dejas de buscar soluciones es cuando encuentras la forma de avanzar. Estás lista para hacerlo, yo creo en ti.

Nunca he sido de esas personas en la que gente creía, no sé, pienso que mis acciones ya estaban dadas por hecho. Era lo que tenía que hacer, ¿por qué iba alguien a estar orgulloso de que cumpliera con mis obligaciones?

La admiración siempre ha sido por mi parte hacia los demás. La entereza y fortaleza de mi tía, la persuasión y constancia de mi padre, la amabilidad de Avery y su capacidad de empatía, la valentía de Ethan por luchar por lo que quiere, el gran corazón de Noah y su afán de superación. He deseado llegar a ser como Isabel, la madre de Avery, quien sabía cómo compaginar el trabajo y el amor por los suyos; tener la gran certeza de mi madre en cada uno de mis pasos. He admirado con locura la fuerza que tenía Eva por crecer, por no estancarse. Hace poco conocí a una persona sin tapujos, Elián, y a alguien que sabía cómo no olvidarse de sí misma, Celline.

He sido encandilada por la lucha de Stefan, que no ha dudado en dar sus pasos hasta llegar a la cima, que no se ha rendido en el camino; aunque tuviese mucho que perder. Además de todo eso, he sabido apreciar el esfuerzo de Eloa, que aunque dudó por mí, sabía en el fondo que llegaría a superarlo.

Me he fijado tanto en lo bueno que he ignorado muchas cosas que ellos reúnen y que lo hacen humanos. Mi tía es débil y se deja llevar por sus sentimientos, aunque los oculta con éxito; Avery no es perfecto, comete errores; Elián se deja llevar por su pasado y vive con miedo...

He intentado se un cúmulo de virtudes y he ignorado con creces las imperfecciones. Tengo dieciocho años y me creo que, después de todo lo visto, puedo llegar a ser un ser superior. A veces hay que ceder y hacer lo correcto, no lo perfecto.

—Solo pido verlo al testificar, sé que puedes conseguirlo —dirijo una mirada desafiante hacia Stefan.

—No voy a dejar que te tortures —cruza las manos sobre la mesa.

—Llevo casi un año haciéndolo —cierro los ojos—. Quiero acabar con esto; lo he visto miles de veces en mis pesadillas, en el espejo, en mis recuerdos... Necesito que mi sufrimiento dé la cara. Tengo que volver a verlo.

El abogado mira a mi psicóloga, esta se encoge de hombros y asiente en acuerdo conmigo.

Hunter, vas a caer.

Nosotros [#2] (COMPLETA)✓ (Pronombres Que Terminan En Mi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora