Capítulo veintitrés

236 22 6
                                    


Sigo en el coche junto a Avery esperando a que llegue Celine para entrar al edificio.

—¿Estás bien? —pregunta con su típica cara de preocupación, es adorable.

—Tengo que hacerlo.

—No tienes que demostrar nada —agarra mi mano y la acaricia con suavidad, clavando sus penetrantes y cálidos ojos sobre la frialdad de los míos.

—Tengo que demostrarme a mí misma que puedo superarlo —aparto mi mano y la llevo sobre mi regazo. Mostrarme arisca solo lo pondrá más nervioso, pero realmente con él no me sale ocultarme, es simplemente imposible.

Mira al frente evitándome —no bebas, por favor, sabes lo que hacen esas pastillas.

He tomado las pastillas justo antes de venir, estoy bastante más calmada que de normal. Mis pupilas están algo dilatadas y mi cabeza se siente algo pesada, sin embargo, siento algo de paz. Es como un pequeño descanso.

—No voy a hacerme daño. Por eso las he tomado, porque tengo que dejar de dañarme —admito con determinación.

Y así era, esas bolitas de color blanco son solo un pequeño impulso hasta que sea capaz de volar sola. Es como aprender a andar, yo estaba dando mis primeros pasos y necesitaba algo que me sostuviera con más fuerza que un par de manos. Todos estaban de mi lado, absolutamente todos. Tengo que hacerlo por mí, lo que supone que debo admitir que necesito una pequeña ayuda más.

No seré dependiente de esas cosas, lo tengo claro.

Suspira, rendido —es agotador, frustrante, odio verte así y no poder hacer nada. Una herida superficial se ve, en cambio, las tuyas, las siento tan ocultas que no sé dónde debo poner mi empeño en sanarlas.

Y aquí está mi razón número uno para volver a ser feliz. Quiero volver a disfrutar su presencia como lo hacía antes del verano, necesito recuperar la emoción y las mariposas.

—Te juro que no voy a beber, hacerme daño o cualquier cosa que pueda perjudicarme —acaricio su mejilla—. Pasaré todo el finde en tu apartamento con Ethan mientras no estáis aquí, vendrá luego a buscarme. Las pastillas las tiene él bajo llave, no debes preocuparte por mí.

—Solo quiero que estés bien. Lo sabes, ¿no?

Le sonrío —no vas a librarte de mí, Ford. Me ha costado demasiados años tenerte bajo mis garras —me subo sobre sus piernas —. Tú me das razones por las que sonreír. Lo sabes, ¿no?

Me da un beso apoyando con delicadeza sus labios sobre los míos, si el cielo existe estoy segura de que es algo similar al contacto con su piel. Es seguridad: Lo que todos necesitamos tras una vida incierta y cambiante.

Una mano se posa sobre mi hombro mientras agarro un trozo de pizza —hola.

—¡Elián! —grito de emoción—,no sabes lo que siento haberme perdido tu competición.

La fiesta está siendo más bien una reunión; todo está tranquilo, la música no sobrepasa nuestras voces y no hay mucha gente dentro del apartamento.

—Tranquila rubia, gané —apoya las manos sobre las caderas y me dedica una amplia sonrisa.

Las piernas de Celine dan conmigo  tras dos horas en las que se la ha pasado bebiendo chupitos con el dueño del apartamento. Esos dos tienen algo, está claro.

—¿Os conocéis? —se posiciona entre ambos y pasa sus brazos por nuestros hombros.

Elián y yo nos miramos esperando una respuesta, pero ninguno abre la boca. No quiero ni volver a pensar en el día en que nos conocimos, aunque tiene su gracia sigo traumada por la escena. No esperaba ver a mi cuñado montándoselo con mi mejor amiga y un alemán buenorro... Dicho así, hasta parece un chiste malo.

Nosotros [#2] (COMPLETA)✓ (Pronombres Que Terminan En Mi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora