Capítulo ocho (segunda parte)

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Abro el grifo de la cocina y me mojo la cara. Los ojos me arde sin razón alguna. Necesito espabilarme un poco antes de que empiecen las clases, paso demasiado tiempo en frente del ordenador.

Mi teléfono suena varias veces haciendo que mis tímpanos chirríen al escuchar el maldito sonido de las notificaciones. Quiero estamparlo contra la pared.

Amelia Shepard:

       Buenos días, Avery.

      ¿Cómo se encuentra Elizabeth?

       Ayer intenté llamarla por la noche y no me contestó a ninguna de las llamadas.

El corazón me aprieta por un segundo. Realmente es su pequeña.

Desde que nos fuimos ha llamado todos los días para saber de nosotros. Sigue siendo igual de fría que un carámbano de hielo conmigo, pero, por lo menos, está empezando a aceptar la clara cercanía que nos une por suerte o por desgracia.

Buenos días señora Shepard, aún no se ha despertado.

El tono de llamada de mi teléfono recorre la habitación llenándola de ruido. No debí darle a entender que estaba conmigo, va a matarme. Su lado más controlador sale a la luz cuando ella hace algo que no le acaba de convencer. En la cabeza de Amelia las formas son lo primero y la universidad aun así va antes, así que si se entera de que ha pasado noches aquí ya me puedo dar por castrado.

Deslizo el símbolo de llamada para contestarle con algo de miedo, mi mano está temblando debido a que no se que esperarme exactamente.

¿Cómo narices le explico que mi hermano se ha montado un trío delante de su angelito?

Creo que después de saber eso no le parecerá tan mala idea que duerma conmigo, más bien una forma de proteger su dulce cerebrito de adolescente con las hormonas por el infierno como mínimo.

—Tienes el teléfono de la mano, ¿por qué tardas en contestar? —su voz suena enfadada. Definitivamente debí pensarme menos lo de cogerle el teléfono—. Da igual, solo quiero saber qué hace Elizabeth en tu casa a estas horas.

Y yo quiero saber a qué hace despierta a las cuatro de la mañana.

—Es que...

Busco las palabras en el fondo de mi cerebro que se ajusten a su carácter, y ya de paso una buena excusa. No creo que le encante la anécdota del mini Ford.

Me interrumpe con un carraspeo —¿está bien? ¿Ha pasado algo? —suena asustada.

Suspiro aliviado sosteniendo el aire en mi boca con la intención de que no me escuche —sí, solo quería pasar la noche conmigo.

—Uf, me alegro de que solo sea eso.

—¿Te parece bien?

Suena agotada, seguramente no ha conseguido pegar ojo —es mi pequeña, Avery. Quiero su felicidad, siempre y cuando esté bien que salga contigo me parecerá bien. Casi la pierdo una vez por forzarla a ser exitosa, feliz, trabajadora... cuando ya lo era.

—Señora Shepard, no tiene la culpa de lo que pasó.

Amelia lleva demasiado tiempo cargando con toda la culpa, está llevando el peso de toda su familia a las espaldas. Sus suspiros de desesperación y el tono lúgubre de su voz al mencionar a su sobrina son solo una muestra de ello. Está destrozada, como todos.

—Sí la tengo, Avery —escucho el chirrido de una silla de ruedas deslizándose por el suelo de madera. Está trabajando para distraerse—. Nunca habría buscado desafiarme si no le hubiese dado razones. Y por favor, llámame Amelia, ya te lo he dicho muchas veces.

Nosotros [#2] (COMPLETA)✓ (Pronombres Que Terminan En Mi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora