Capítulo treinta y ocho

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Eva me mira raro, está observando mi ropa como si pareciera un extraterrestre. Me escanea por completo y se queda pensativa unos segundos. Lleva puesto un vestido de su estilo, de esos ceñidos que no dejan indiferente a nadie y captan miradas.

—¿Qué? —rompo el silencio.

Se lleva la mano a la boca y juega con sus labios mientras sigue con esa mirada de maquinación —nada, te ves bien.

—Ah —le doy la espalda y reviso mi teléfono, estamos esperando a que lleguen los chicos para salir a tomar algo a un club cercano. Siguen sin gustarme las fiestas, no me siento cómoda, sin embargo, esta vez voy con los míos.

Tiro de mis pantalones hacia arriba y me pongo una chaqueta de cuero, que rompe con el look de elegancia que me caracteriza. Hace tiempo que las sudaderas y los vaqueros quedaron atrás en mi vida.

Las cosas con ella no están como antes y se nota. Hace tiempo habríamos pasado horas haciendo pasarelas y preparándonos juntas. Hoy he quedado con Elián por la tarde y me he maquillado en su habitación, él estaba mal y necesitaba desahogarse. Cuando he llegado, Eva ya estaba totalmente preparada y a mí solo me quedaba cambiarme de ropa.

—¿Te gusta Avery? —interrumpo su momento de concentración mientras se retoca el delineado. Una raya negra cruza su ojo hasta el pómulo y le da la risa nerviosa—. No me mientas, Eva.

—Sabes que no me cae bien.

—¿Por qué?

Me evita la mirada —discutimos cuando estabas en coma, nada que te tenga que preocupar.

—Sé que os besasteis en mi cumpleaños. Sabías que me gustaba, ¿por qué lo hiciste?

Le pillo de sorpresa, creo que casi se atraganta con la lengua.

—Nos llevamos mal por otra cosa, no porque me guste —me contesta. Lo hace con un tono demasiado poco sincero, oculta algo.

Así que estaba en lo cierto, te gusta.

Creo que ninguno de los dos me ha contado realmente lo que les pasó cuando, bueno, digamos que yo no estaba. Creí que les conocía bien, puede que estuviese muy equivocada.

—Avery y tú no estabais juntos, ¿qué importa ya? —se pone a la defensiva.

La ignoro, no pienso discutir con alguien que se pone en ese plan. Es inútil, acabaríamos en una conversación interminable sobre las estúpidas reglas de la amistad. Por supuesto que es libre de hacer lo que quiera, que no debería existir un reglamento que nos diga que hacer solo por ser amigas. Sin embargo, me siento dolida y también tengo el derecho a hacerlo. Avery no era un chico más, era simplemente él, para mi lo era todo y ella no pensó en nadie más que en su bienestar.

—Te estás comportando como una cría —me acusa.

—Eva, no voy a seguir con esta conversación. Tú eres la que va buscando cariño entre los Ford, quiérete un poco y deja de liarte con tíos a los que no les importas.

Vale, he sonado como una completa estúpida. Debería pensar antes de hablar.

—No quería... —intento hablar, pero me interrumpe.

—Eres tú la que se ha tirado toda la adolescencia babeando por Ford —camina hacia mi de forma agresiva—. Eres tú la que evito decirle lo que sentía y se buscó que la violaran. No eres una santa, solo buscas algo de atención. Y lo peor, es que la consigues. Siempre tienes lo que quieres, nunca te es suficiente. ¿Qué narices quieres Elizabeth?

Pestañeo, incrédula —no creí que fueras así.

—¿Cómo? ¿Qué tuviera mi propia forma de pensar? —Me empuja—. Eres idiota.

Nosotros [#2] (COMPLETA)✓ (Pronombres Que Terminan En Mi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora