Capítulo cuarenta y dos

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Miro hacia el lado vacío de la cama, que extraño se siente despertar aquí sin un abrazo. Me permito llorar unos minutos; entierro mi cara en la almohada y doy gritos silenciosos dejando que toda mi ira y frustración salga de mi pecho.

Ojalá tuviera a mi Ford aquí para contarle lo que me pasa.

Pensaba que el amor te hacía llegar a la felicidad más elevada que se podía alcanzar en vida; puede que no me equivocase demasiado. La caída duele tanto que solo puede venir desde uno de los picos más hermosos de la tierra, esos malditos ojos miel que ya no están a mi lado para mirarme. Maldigo todas y cada una de las veces que me quedé embelesada frente a ellos, odio no poder verlos cada día; extraño su brillo y esas pupilas dilatadas llenas de sinceridad que me hacían sentir única.

Sé que dentro de unos minutos me enfundaré una sonrisa y saldré por esa puerta, ahora toca ser fuerte y aguantar el permitirme llorar. No me lamento de nuestra historia, pero si de su final. Esperaba un para siempre y solo tuve un de momento. Pensaba que podía vivir en el presente, sin embargo, cuando me vuelvo consciente de disfrutar lo que tengo en un determinado instante de tiempo ya se ha vuelto pasado.

Su amor no fue capaz de parar el tiempo, la vida sigue y yo lo intento hacer con ella.

Miro de reojo los mensajes del teléfono, su nombre aparece como una bala en mis retinas. No sé si seguir hablando es algo que nos convenga; todo sigue pareciendo tan normal: me sigue diciendo te quiero porque lo sigue haciendo, me habla de sus cosas y escucha las mías porque le importo; todo parece estar en normalidad.

Me duele saber que la próxima vez que lo vea será cuando vaya al juicio y que no estará a mi lado de la misma manera. Todo será extraño, ¿seremos dos extraños algún día? ¿Conseguiremos olvidarnos y reemplazarlos? No pienso que haya nadie menos permutable que él.

Consigo sentarme sobre el borde de la cama entre sollozos. Mis decisiones siguen haciendo daño, nunca fui buena tomándolas y con esta puede que haya metido la pata en el abismo.

Llaman a la puerta; no tengo ganas de ver a nadie. Necesito un minuto más de regocijo en mi miseria.

—Un momento —aclaro mi voz con cuidado de que no se me note que he estado llorando.

Una voz atraviesa la madera, es clara y fuerte —soy Elián, ¿puedo entrar?

Gracias por todo, amigo.

—Liz, voy a entrar —el pomo de la puerta cae y esta se abre dejando ver al moreno en el uniforme de natación—. No me contestabas anoche, me había preocupado —entra y cierra.

Camina hasta mi con paso ligero y se sienta a mi lado, me da un abrazo y yo me derrumbo.

—Hoy vas a llorar, pero mañana quiero que saques todo ese potencial que llevas dentro y te hagas ver —frota mi espalda con cariño—. Lo de caerse va contigo, va con todos. Sin embargo, tu eres de las que se levantan y con su arrolladora personalidad lo hace hasta el último escalón del podio. No necesitas a nadie para brillar, mucho menos a un hombre.

—Creo que he cometido un error —articulo entre respiraciones cortadas—. Sigo queriéndolo.

Me sonríe —a veces hay que saber identificar nuestros fallos, en muchas ocasiones estamos a tiempo de repararlos.

—¿Debería volver con él?

Frunce el ceño —se te veía muy convencida de tu decisión. Puede que te sientas peor contigo misma si dejas que los sentimientos te lleven —hace una pausa interminable— peeero deberías fluir un poco más.

—Pensaba que ibas a ser más tajante con mis decisiones.

Ríe —y yo que tú tomarías mejores caminos. Pienso que si lo habéis dejado es por algo, aunque tu eres tan impredecible que creo que ni tú sabes lo que haces muchas veces —suspira.

Vale sí, tiene razón. He elegido esto porque creí que era lo mejor, sin embargo, también es posible que me haya equivocado.

¡Ay, no sé qué hacer! Siento que lo decida estará mal, esto no me incumbe solo a mí y puedo hacerle daño a la persona que más quiero.

—Lo ves todo muy blanco o negro, hay términos medios —vuelve a hablar, rompiendo con mis pensamientos—. No tienes que dejar de hablarle por no estar con él ni tampoco tienes que estar con él para quererlo; tienes que regular la situación.

—No soy un interruptor.

Gira la cabeza a un lado y cuando la vuelve hacia mí tiene una sonrisa maliciosa en la cara —te habría apagado si lo fueras; eres agotadora.

Le doy un codazo con ganas mientras me caigo de la risa. Razón no le falta en este caso.

—Ves, te has reído —se pasa los dedos por el pelo y se lo coloca hacia atrás. Se levanta y hace una reverencia —he cumplido con mi cometido. Ahora, a seguir sonriendo.

Y ahí es cuando te das cuenta de que necesitas que algunas personas salgan de tu vida para que otras puedan entrar. Todos evolucionamos, si nos estancamos en el mismo grupo, nos estancamos en el tiempo. Debemos adecuar nuestro contexto al presente, ahora debo dejar salir a algunos que no quieren estar para que otros que sí quieren tengan el paso despejado. En el fondo, la ironía de la vida es bella.

—Elián, gracias —elevo la cabeza hasta que puedo ver sus ojos brillantes con claridad—. Si no llegas a estar a mi lado no sé que habría sido de mí.

—Tú no necesitas a nadie para brillar, habrías sabido que hacer. Siempre lo sabes —estira su brazo hacia mí—. Levántate, cámbiate y ven a clase. Mañana será un día duro, pero pasará.

Así es, mañana vuelo de nuevo a Los Ángeles y esta vez será para verle la cara a Hunter. No sé si estoy lista, lo único de lo que soy consciente es de que tendré que afrontar la situación con mi mejor cara y esperar que se haga justicia.

Confío en Stefan, no me cae bien, aunque es profesional y un tiburón en su área. Su trabajo a dado sus frutos y a pesar de que sus métodos no sean algo que yo venere, creo que es alguien respetable. Todos somos un poco menos católicos cuando se trata de conseguir nuestros objetivos; todo vale por un tic en nuestra lista de deseos.

—¿Quieres que vaya? —pregunta, esta vez cuando abre la boca usa un tono de voz mucho más dulce—. Solo perderé un día de clase y quiero que sepas que cuentas conmigo en esto. Se hará justicia, rubia, esta vez sí.

Su hermana sufrió algo que nadie debería conocer, pasó por el egoísmo de alguien como si se tratase de un capricho. Sé cómo se siente de primera mano; la diferencia reside en que ella no tuvo otra oportunidad y yo sí la tengo. Voy a aprovecharla por las dos, haré todo lo que esté en mi mano para que ese monstruo se pudra en la cárcel.

Aunque vivimos en la época que vivimos sigue habiendo animales salvajes resguardados bajo jaulas de cristal que rompen a su antojo. Todos tenemos un lado malo, pero ellos son malvados en toda su esencia. No pienso permitir que se me vuelva a tratar como un juguete, he conocido lo que es el amor de verdad y ese solo duele cuando sabes que no es posible. Cuando se puede estar en pareja no debería que haber sufrimiento de por medio, una pareja es de dos y ahí no cabe el dolor. Infundir que el amor lo puede todo es uno de los mayores errores de nuestra generación, esa cosa no puede tirarme al suelo; solo elevarme al cielo.

Gracias Avery por enseñarme lo que me merezco, tú mereces alguien que sea capaz de lo mismo. El egoísmo no es mi punto fuerte, lo siento si he fallado al irme del lugar más bello que he sido capaz de encontrar. He hecho lo correcto para ti, porque el amor sí se trata de dar sin tener que recibir y yo no me iba a quedar con todo.

Espero que mi ángel encuentre a su alma gemela algún día. Desearía haber sido yo, sin embargo, no era el momento ni yo su verdadera persona. Se enamoró de la Elizabeth de quince años que estaba dispuesta a todo por él y encontró a la de dieciocho, ella ya no era la misma ni sabía cómo ofrecer los mismos impuestos. Mi yo de ahora es un poco más reservado en sus objetivos y ha decidido quedarse un poco de ella para sí misma.

—Sí, pero yo pago —me levanto a abrazarlo.

Gracias destino por poner a personas así de maravillosas en mi vida, te estás pasando de generoso.

Nosotros [#2] (COMPLETA)✓ (Pronombres Que Terminan En Mi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora