Capítulo 4 /Parte 2/

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No tuve de otra que aceptar a ir a esa dichosa reunión.
Empezaron a caminar y yo me miré el cuerpo.
Iba con un pijama gris y blanco y unas deportivas blancas.
Hice bien en hacerle caso a Ángel y siempre tener cerca calzado o llevarlo puesto ya que nunca se sabría cuándo tendría que salir corriendo, o en este caso, ir a una reunión.

No quiero ir así vestida, seguía quieta mirándome, el único que se dio cuenta de que no estaba caminando fue el chico de cabello blanco. Daniel se me quedó mirando y me dio un leve escalofrío.
La verdad es que mentiría si digo que es feo, al contrario, es demasiado lindo, pero me incomoda que las personas me miren fijamente, tal y como él lo hace.
Se acerca con pasos leves y me sonríe.

— ¿Qué sucede?

— Nada, es que no quiero llevar este pijama. Ángel me dijo que no debería de llamar la atención, y con esto — me señalé — es imposible no llamar la atención.

— Eso se arregla rápido. — se quita la chaqueta y me la tiende — Póntela, igual hace frío.

— Gracias.

Me dio una leve sonrisa y empecé a colocarme su chaqueta.

— ¿Qué coño hacéis?

—¡Nada que te importe hermano! — Ángel y la chica se empezaron a acercar.

— Sí me importa, porque, adivina qué, es MI NOVIA, no la tuya. — se empezó a acercar y él me agarró de la cintura acercándome más a él.

— ¿De qué vas? Solo me está dejando su chaqueta para que no vaya tan "llamativa".

—¡Pues me pides a mí la ayuda!

— Bueno, dejarlo ya, si no vamos ya a esa dichosa reunión nos meteremos en problemas.

Asentimos y empezamos a caminar, Ángel estaba muy distante, no está como cuando estamos los dos juntos y se me hace extraño.
También se me hizo raro su comportamiento teniendo en cuenta que su amigo me dejó su chaqueta, no es como si me besara o algo por el estilo.
Que de igual forma no le debería de haber importado, ya que no es que estemos saliendo.

Es más, no saldría con ese bruto ni en mis peores pesadillas.
Empezamos a andar calle abajo y llegamos al skatepark, pero en esta ocasión no hay nadie. Cosa que me da mala espina, ya que siempre se encuentran aquí.

— ¿Dónde se suponen que están los demás?

— Vendrán en una hora. — dijo cortante el castaño y yo puse los ojos en blanco como respuesta.

— Ahh

— Y antes de que preguntes, estamos una hora antes de la reunión aquí porque te tenemos que explicar unas cosas. — Esta vez la que habló fue Vanesa.

— Debes de prestar atención.

Empezaron a contarme muchas reglas, pero para decir la verdad no presté atención en nada.
No comprendo del porqué tanta seguridad.
Si me descubren que me maten y listo.

Poco a poco empezaron a llegar las personas, mejor dicho, Los Grises.
También pienso, ¿Por qué un nombre tan obvio?
Si los asesinos son los que tienen ojos grises, no comprendo ese nombre, ya que les delata.

Me les quedo mirando a los ojos a estos tres asesinos.
Para ser de los grises no tienen los ojos grises.
Supongo que tienen lentillas para que los del pueblo no se den cuenta.

Pero creo que deberían de tener más cuidado, ya que, si vienen más personas nuevas, les puede pasar como a mí y descubrir este lado oscuro del pueblo.
Aunque se puede decir que yo tengo suerte. Ya que quien me descubrió no me quiere matar.
No sé cuáles son sus verdaderas razones para tenerme viva, pero sean cuales sean, estaré preparada para afrontarlo.

Llega un momento en el que estamos rodeados, y en otra ocasión no me habría acercado a Ángel y mucho menos darle la mano. Pero no es lo mismo, ya que sé que todos son asesinos sin alma.



— ¿Qué sucede? Estás sudando. — Sentí su respiración en mi oreja derecha y se me erizó la piel.

— Estoy rodeada de asesinos, lo raro es que estuviera como si nada.

— Pues será mejor que te tranquilices, nos están mirando y eso no es bueno. — miré a mis costados y él tenía razón, nos estaban mirando.

— ¿Porque nos miran?

— Te miran a ti, ya que nunca te vieron por aquí. —se acercó y me dio un leve beso, era cálido, pero a la vez tranquilizador —  Esto es para que vean que eres mía y no se te quieran acercar.

— No soy tuya. — Él no pudo responder ya que la misma chica de la otra noche apareció.

— Sé que habéis cubierto las pistas de los forenses y os felicito por ello. — todos aplaudieron — Pero esto no era lo que quería deciros.

— Debido a que mis compañeros y yo estamos disgustados por vuestro descuido, creemos que ver un espectáculo como el de hace años nos vendrá bien a todos. En 26 noches, sin contar esta, será Los Juegos De Los Grises. Como sabéis, hace 10 años fueron los últimos y no los volvimos a hacer ya que hubo muchas muertes de los estúpidos humanos, este año sólo podréis elegir a un humano, y sólo los podréis torturar, nada de muertes. Quien llegue a matar a su humano o no logre tener ninguno para entonces, tendrá una consecuencia.

Empecé a temblar al escuchar aquello.
¿Qué serían los juegos de los grises?
Me recuerda a los juegos del hambre, pero dudo que sean como estos ya que cada gris tendrá un humano y si no lo tienen o lo matan para dentro de 26 días habrá consecuencias, y eso es lo que verdaderamente me aterra.

Al terminar la reunión nos fuimos y llegamos a la misma cafetería donde la primera noche vi aquellos ojos grises. Decidí empezar a hablar en cuanto nos sentamos.

— ¿Que son esos juegos?

— Son unos juegos donde Los Grises matan a los humanos, ya que hace siglos, casi nos extinguimos porque les parecíamos criaturas del infierno — contó Daniel y yo me quedé helada — se suelen hacer cuando hay un gran descuido por nuestra parte, pero nosotros lo tapamos. Y si no se dan cuenta de nuestro cambio en 4 días, significa que nosotros... — no terminó de hablar porque siguió Ángel por él.

— Significa que nosotros ganamos, y que podemos hacer nuestro querido juego en forma de burla a vuestra raza.

— ¿Entonces, que haré yo?

— Tendrás que aprender a torturar y luchar — dijo Vanesa sonriendo de felicidad.

— Y encontrar un humano al cual someter al juego.

— Yo...Yo no puedo hacerlo.

— Si podrás, nosotros te ayudaremos a saber luchar y torturar como uno de nosotros. — habló esta vez Ángel y me agarró las manos — Y si no puedes elegir a un estúpido, lo haremos nosotros.

Me llevaron a casa después de decir que quedaríamos por la mañana - exactamente a las    doce.
Eran las 7 de la mañana y debería de ir con ellos por la mañana, y eso no me hace ninguna gracia.

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Ojos GrisesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora