Capítulo 13

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Un mueble es como una persona, por muy bonito que parezca desde fuera, normalmente se encuentran cosas que se quieren ocultar, ya sean buenas o malas.

En este dichoso armario se escondía algo tan oscuro que debía de ser ocultado de la forma más complicada que pueda existir.

Dentro del armario hay libros, y para mi sorpresa, destacan unos de colores grises, son libros de los ojo-gris que lograron captar toda mi atención.

—Ángel mira, son libros de los ojo-gris.

—¿Enserio? — Se acerca al lado del armario donde me encontraba yo — Qué raro, nunca los había visto.

Se pone a tirar de los libros, pero estos no se mueven ni un centímetro para poder sacarlo, al dar un último tirón, uno de ellos se estira, pero logro darme cuenta de que tiene una especie de tira pegada, haciendo que esté de resistencia para no salir.

—Ángel, suelta ese libro muy despacio.

—Vale, pero ¿por qué quieres que haga eso?

—Es como en las películas, cuando hay muchos libros les dan un pequeño tirón hacia atrás y se suele abrir una puerta, y estoy casi segura de que es así también estos libros.

—Vale rubita, te haré caso, pero dudo que vaya a ser eso. — Le da un tirón como le indiqué, y se empezaron a escuchar unos pequeños ruidos que provenían del dichoso armario.

—Aléjate.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Solo hazlo y no rechistes.

—Está bien. — A los pocos segundos de que la cabeza hueca de Ángel se alejara, se movió hacia la derecha el armario y apareció unas escaleras hacia abajo.

—Vamos, tenemos que recoger el maldito archivador.

—Y de paso daremos una vuelta sea por donde sea que vaya este sitio.

—Me niego a bajar más de lo que tenga que bajar para cogerlo.

—Pues lo tendrás que hacer igualmente, porque te recuerdo, que hay alguien que te lleva vigilando desde que naciste y que seguramente sepan más cosas de ti o de tu familia que tú misma desconoces.

—Bueno, si me vienes con esto pues no tendré más remedio que bajar.

—Sí, así que, las damas primero.

—No, en esta vez, los hombres primero.

—Qué considerado de tu parte, princesita.

—Yo siempre soy considerada, aunque no lo sepas o no sepas darte cuenta.

Empieza a caminar escaleras abajo, en cuanto encuentra lo que buscábamos se da la vuelta y me lo entrega, al seguir bajando, como cada vez hay menos luz, decido que darle la mano sería lo más razonable para no caerme.

Él se sorprendió al haber contacto entre nosotros, desde que nos habíamos enterado de que me acosa alguien, no nos habíamos dirigido muchas palabras, y mucho menos contacto físico.

Cuando llegamos a lo que creo que era el final de la escalera se notaba un olor muy fuerte, tanto que me empiezan a dar arcadas, él, al darse cuenta que me estaba encontrando mal, empieza a tocar por toda la pared para encontrar un interruptor para poder encender la escalera. Después de varios intentos logra encender la luz, pero lo que más me sorprendió es que, ese olor tan fuerte era de nada más y nada menos que muertos.

En cuanto veo esa imagen me entran ganas de salir corriendo, y si no llega a ser porque Ángel me tenía sujeta, me habría ido.

Había personas, la gran mayoría niños y adolescentes, los cuales estaban algunos colgados de las muñecas, cuellos, otros se encontraban desmembrados.

Se me cae el alma a los pies en cuanto veo a un bebé, que por el tamaño diría que tendría 2 años, es rubio, y por lo que sé, mucho tiempo no lleva muerto.

—¿Qué cojones es esto?

—No, no lo sé, es la primera vez que lo veo.

—Esto está debajo de tu puta casa.

—Sí, pero no tengo la menor idea de qué es, o por qué está aq...

—Mira. — Señalo la pared del fondo — Pone proyecto grigio.

Salimos lo más rápido que podemos de aquel lugar, vamos hasta la cocina y allí empiezo a vomitar.

Los chicos no aparecen hasta un buen rato después, en ese tiempo, cuando ya no vomitaba, estaba abrazada a Ángel, sin poder soltarle, y mucho menos cerrar los ojos.

En el momento en el que aparecen Vanesa y Daniel, dicen algo que me mató, me dejó en shock, sin respirar.

—La sala no solo conecta con tu casa, sino con todas las casas del maldito pueblo. 

 

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