Capítulo 14

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2 noche antes

Todo es un maldito descontrol, y sobre todo porque solo quedan dos malditas noches para el juego de los grises. Las normas son que debes torturar a un humano cualquiera, pero no puedes matarlo, ya que, si todos los grises matan a sus presas, esto sería una gran matanza, y no se pueden arriesgar tanto.

Yo, como es normal, no tengo a quien torturar, eso que me dijeron los chicos de que me ayudarían con lo de la presa, no lo han cumplido y eso ya me pone de los nervios.

En estas 4 noches no encontramos rastro de nada, no sabemos dónde buscar información del porqué me acosaban.

Tampoco sabemos — o al menos yo no lo sé — por qué narices había muertos debajo de la casa de Ángel, o sobre los túneles que conectan con todo el pueblo.

Me habría gustado investigar y ayudar, pero no me dejaron en ningún momento, y normal. Quién se fiaría de alguien que está maldita porque a sus padres se les ocurrió tener una hija, aun sabiendo que no era posible, ya que nacería una ojo-gris. A lo mejor se pensaban que si no mataba a nadie no tendría la maldición, pero por lo poco que se dé esta maldición, es que tarde o temprano acabas matando a alguien.

Me apoyo en el poyete de la ventana de mi habitación y miro fijamente al bosque.

Quien diría que, al mudarme, tendría muchos más problemas de los que huía.

No sé por qué, pero presiento de que va a pasar algo malo, qué malo, muy malo, y eso me deja confundida, ya que llevo todo el día andando como un zombi por toda la casa, está anocheciendo, y el sol al esconderse, sale la luna, y con ella gritos de diversión de los grises.

Lo más probable es que estén matando o torturando a alguien, a una pobre persona que solo se cruzó con ellos en el momento equivocado.

Miro literalmente a la nada, sin saber qué hacer, sin saber si salir de casa es peligroso o no, mi muerte se está acercando cada vez más, ya que, aunque sé algo sobre torturar, no lograré poder cumplirlo, y mucho menos, salir viva de ahí.

—¿La princesita está entretenida viendo el bosque? — Me sorprendí al escuchar su voz, pero al mirar debajo de la ventana, él no está.

—¿Y dónde se supone que estás, Angelito? —Me reí muy fuerte, ya que él soltó un bufido al escuchar ese apodo.

—Ángela, será mejor que te pares de reír.

—No quiero.

—Ángela...

—Buenooo, pero solo porque tengo una duda.

—¿Qué duda tienes? —Aparece delante de mi cara y me pegó el susto de mi vida.

—¿Por qué leches has aparecido así?

—No te asombres tanto, que no es la primera vez que salto a tu habitación.

—Si, pero...

—Y además también recuerdo que acabamos en tu cama.

—¡Ángel!

—Déjame pasar. —Me aparto deprisa de la ventana y me cruzo de brazos.

—Toda persona que llega al pueblo, soy el encargado de investigar sobre su vida.

—¿Disculpa?

—Sobre cómo sé tu nombre, es por eso que lo sé.

—¿Por qué los investigas?

—Para saber si son ojo-gris o no, si lo son debemos de pasar el parte a la jefa y ella los mata.

—Pero yo soy una de ellos, y no me han matado.

—Eso es porque no quise. —Se me acerca peligrosamente y me deja un beso corto en los labios. — Ahora, yo he venido a decirte que hay una reunión, y debemos de ir.

Puse los ojos en blanco al escuchar eso, lo último que me faltaba es que vayamos a una reunión.

Me lleva casi a rastras hacia el bosque, y, a decir verdad, en cuanto le vi, me puse mejor y el lado zombi me había desaparecido casi totalmente.

Al llegar había muchos grises, y aunque ya no estaba tan asustada como la primera reunión a la que fui, seguía poniéndome algo nerviosa.

A los minutos volvió a aparecer la misma señora que habló en las otras reuniones.

—Como todos sabéis, mañana se celebrará nuestros juegos, después de 10 años, pero hoy, en esta noche, vendréis conmigo Ángel, Vanesa, Mónica, Lucas, Daniel y Ángela.

—¿Qué?

—Vamos chicos, será mejor no hacerla esperar.

—Vamos chicos, será mejor no hacerla esperar

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