Capítulo 30

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Seguirles no sé si fue buena idea o no, ya que no los conozco, pero Ángel parece que, si se fía, y también nos sacaron de ese sitio, se podría decir que era una celda.

Caminamos por todo el pueblo hasta llegar a las afueras, donde hay una casa de dos plantas, la casa es de color blanco, y tiene una ventana en donde debería de estar el desván, esa ventana es redonda y su alrededor es de color negro.

También tiene una valla que rodea toda la casa, y esta valla es de color gris.

Me habría gustado levantar la cabeza para ver el cielo, pero como tengo el cuello, eso sería mucho dolor, y pues prefiero quedarme con las dudas.

En cuanto entramos dentro de la casa, la noto muy acogedora.

—Sentaos donde queráis, nosotros iremos a por unas medicinas para curarte el cuello. —después de decir eso Lucas, se alejan los dos, dejándonos solos.

—¿Cómo tienes el cuello? —me sorprendí por la pregunta de Ángel, y se sentó a mi lado derecho.

—Me duele mucho aún.

—Normal, creo que lo mejor es que nos quedemos aquí, hasta que mejores...

—Estoy de acuerdo contigo, mi hermana no está en condiciones como para ir hasta la mansión de los grises y cambiar de universo. —hablo Mónica entrando con un botiquín en las manos, seguida de Lucas que parecía muy pensativo, ella se acerca al sofá en el que estábamos, y me da una pastilla — Tómate esto, hará que tu cuello mejore antes —asentí, me pasa una botella de agua y me la tome sin rechistar.

—También hay algo que nos gustaría comentaros. —Ángel y yo le miramos — La mitad de los grises estan en contra de lo que La jefa está haciendo, asique en 3 días iremos a atacar la mansión, para matarla.

—Estaremos ahí ese día. —mire sorprendida a Ángel — No me mires así princesita, ellos son los culpables de que te pusieras enferma.

Solo asentí y nos fuimos a dormir.

Los 3 días pasaron volando, y mi cuello mejoro muchísimo.

Ahora estamos esperando, cerca de la entrada del bosque, esperando a que nos den la señal para entrar.

—Ángela.

—¿Sí?

—No te separes de mi en ningún momento.

—Vale.

Empiezan a gritar que nos moviéramos, y así lo hicimos, mis pulsaciones estaban muy aceleradas, tanto que estaba casi segura de que se me saldría el corazón del pecho.

Al estar corriendo directos a la mansión, no sé en qué momento me separe de Ángel, no tenía a nadie a mi alrededor.

Cada vez todo se empeoraba mucho más, estaba oscureciendo más rápido de lo normal, no llevaba ninguna linterna conmigo, y el móvil sé me quedo en el otro universo.

Los gritos de sufrimiento de las personas, eran lo único que podía escuchar.

Daba vueltas a mi alrededor, hasta que tuve una pistola en la frente, empecé a temblar como un flan, y solo pude ver como alguien apartaba al señor que llevaba el arma.

Otra persona distinta a la del arma, me da un fuerte golpe en la espalda, haciéndome caer, después solo sentía patadas por todos lados, seguido de eso, escuché 3 tiros, los que me estaban pegando cayeron a cada lado de mi cuerpo, uno de ellos me pude fijar que era Enrique, aquel señor que me acosaba... Por acto reflejo para no ver los cuerpos, cerré los ojos con mucha fuerza.

—Vamos Ángela, debemos de irnos —abrí los ojos lentamente, y pude ver a Ángel teniéndome la mano y no dude en agarrársela para después levantarme.

—Gracias —me levanta las cejas sin entender — Gracias por haber llegado a tiempo.

—Siempre estaré, no te libraras de mi tan sencillamente —me da una gran sonrisa y me acerco a besarle.

— Si, pero por ahora será mejor que nos vayamos.

—Si, pero antes —me besa y le sigo el beso — Ahora sí, vámonos. —Empezamos a escuchar unos leves aplausos detrás nuestra, y al darnos la vuelta vemos a La jefa.

—Qué bonito es el amor, ¿o no Ángel?

—A ti no te importa.

—Claro que me importa angelito, porque, si te parece bonito el amor que os tenéis, te tendrás que despedir de ella, la debo matar —la sonrisa que nos dio, me puso la piel de gallina.

—Delante de mí cadáver la harás daño. —me agarra más fuerte de la mano y siento que empezare a llorar en cualquier momento.

Alguien nos da un golpe en las piernas, haciendo que nos cayéramos de rodillas, a él lo agarran de los brazos y a mí me levantan para acercarme más a esa señora.

Los gritos de Ángel intentando que le soltaran fueron en vano, solo funcionaron para que les dieran más golpes, los golpes que estaba recibiendo, se podrían escuchar a mucha distancia, estoy completamente segura.

Me vuelven a empujar para que me pusiera de rodillas y la señora me puso la pistola en la cabeza.

—¿Quieres decir tus últimas palabras, princesa?

—Si, vete a la puta mierda, a no, que ya estás en ella.

—¿Te crees graciosa diciendo eso?

—No, pero prefiero decirte que, por mucho que te sientas superior, solo eres una gran mierda, matar a humanos porque hay grises que no tienen dinero para matarnos a los ojo-gris, es despreciable.

—Se acabo niñata.

Cerré los ojos, esperando el disparo, pero los segundos pasaban y pasaban, y no llegaba.

—¡Imbécil! —al escuchar eso, abro los ojos y me doy la vuelta, Ángel ya no está, y los grises estan tirados en el suelo.

—Siempre —él estaba detrás de la señora.

Todo paso muy rápido, él le corto el cuello a La jefa, y cuando el soltó el cuchillo y se estaba acercando a mí, se escuchó un solo tiro en todo el bosque, le acaban de pegar un tiro en el pecho, me levanto corriendo y me pongo a su lado.

—Nonono Ángel —las lágrimas brotaban de mis ojos sin parar, puse su cabeza en mi regazo y el intento darme una leve sonrisa, pero acabo más como una mueca.

—Todo acabo princesa, hemos ganado...

—Yo no abre ganado si tu no sobrevives —mi voz temblaba y apenas se podría haber entendido lo que decía.

—Yo si gané, con solo haberte vuelto a ver tuve suficiente.

—No me digas eso Ángel, me seguirás aguantando, aun no me puedo librar de ti ¿recuerdas?

—Ángela, dime algo... —asentí y el tosió, después siguió hablando — se todo de ti, de tu vida, lo que no sé, es a quien mataste antes de venir.

—Mate a mi mejor amiga... Estaba conduciendo en una carrera ilegal, ella se me puso en medio mientras huía de la policía, y la atropelle.

—Vaya, eso nunca me lo esperé de ti, princesita —fue cerrando los ojos poco a poco y empecé a llorar nuevamente.

—No Ángel, no te vayas tú, por favor...

—No Ángel, no te vayas tú, por favor

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