Capítulo 24

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Narra Ángela

Desde que esa señora me llamo princesa no soy capaz de hablar con nadie, llevo encerrada en una habitación 1 maldita semana, es bastante grande el cuarto, pero a la vez, se me hace muy familiar.

En esta habitación había, al menos el día que llegue, sabanas de niña pequeña, juguetes y casa de muñecas, supongo que esta habitación habría sido de una niña.

Ángel lleva todos los días intentando, sin éxito alguno, que le dijera algo, según él, también le valía que le mandara a la mierda, pero no lo hice, por muchas veces que viniera al día.

Mi tío también intento entrar al cuarto, pero no se lo permití.

Se podría decir que, en esta última semana, había contado todas las manchas que hay en los azulejos del sucio suelo.

Al despertar en el octavo día, me quedo mirando fijamente, no a una esquina o a la pared como las personas normales, sino que me quedo mirando fijamente a una parte del suelo, que estaba más oscura que el resto del suelo.

Después de un rato de perder mi maravilloso tiempo en esa parte oscura, decido acercarme, desde la cama parecía más una mancha o la sombra de la pared, que justo daba ahí, pero no lo era, sin saber por qué razón estaba más oscura aquella diminuta parte del suelo, me fijo que esta algo levantado el azulejo.

—Esto debe ser coña —murmure para mí misma, ya que pues por obvias razones, estaba sola.

Empiezo a acercarme cada vez más, y ya las pocas neuronas que me quedaban vivas, se desconectaron totalmente al ver que, no era por culpa del azulejo, sino de una hoja que sobresalía de él.

A primera vista, esa hoja, debería de llevar ahí, al menos 10 años.

Al agarrarlo, veo que no es una hoja normal, sino que es una fotografía.

La miro, y me quedo helada.

...

— Todo está muy silencioso y no me gusta, mejor iré a mi rincón secreto.

Abrió la puerta de mi habitación corriendo y la cierro, voy nuevamente corriendo a mi cama y meto la manita detrás del cabecero, segundos después de abre un trozo de la pared y entro despacio a su interior.

...

Levantarme confundida ya es algo normal, una costumbre que me empezó a salir desde que vine al pueblo y no es la cosa que más ilusión alga.

Ese sueño se me hace muy extraño ya que, por el tamaño de las manos, yo debería de ser de pequeña, en ese recuero o visión, mire detrás del cabecero, y metí la mano. Mi sorpresa no pudo ser más, cuando al rebuscar un poco descubrí una especie de botón, y como buena maruja que soy, le di.

Tal y como pasaba en mi sueño, se abrió la parte derecha de la pared y en cuanto me asomo, noto a primera vista -sin acercarme mucho- unas escaleras que dirigen hacia abajo.

Como no puedo parar quieta, empiezo a andar en dirección hasta esta nueva puerta y bajar las escaleras.

Al terminar de bajar el último escalón, levantó la cabeza –la cual estaba hacia abajo para saber bien donde debía de pisar- y me encuentro con una salita o habitación en la cual había 2 cojines grandes, color rosa los dos, varios juguetes y una televisión, levanto un poco más la cabeza y logro darme cuenta de que también hay plantas de plástico en el techo, las paredes son blancas, pero blancas tirando más a grises.

Empiezo a caminar por el lugar hasta que llego al centro, entre los cos cojines hay un charco, o al menos lo que debería haber sido antes, de sangre.

Me empieza a dar unos fuertes dolor de cabeza y decido volver a la habitación, le doy al botón con el que hace unos minutos había abierto la pared, y se cierra. 

 

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