Capítulo 8

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Narra Ángela

— ¿Cómo mierda es que estuve 10 días en coma?

— Relájate enana, no le viene bien a tu pequeño cuerpo que estés tan alterada.

— ¿Qué ocurre aquí?

— Ocurre que tu princesita ha despertado, y está más alterada que la chica con la que follé anoche que después me vio los ojos grises y saqué mi hermosa navaja.

— No seas tan directo estúpido.

— No te quejes tanto Vans, sé que estás celosa de que no pasé contigo la noche.

— Definitivamente eres un imbécil.

— Callaos de una maldita vez, joder.

— Que genios tienes enana.

— ¿Qué me llamaste?

— E-na-na.

— Me vuelves a llamar así y te enteras.

— Uy qué miedo me das, mira cómo tiemblo del terror que me provocas — se empezó a reír y yo solo lo miré — Chiquilla no me mires así, tampoco te voy a comer, o al menos por ahora.

— ¡Se acabó! — salté encima suya y le empecé a pegar y tirar del pelo.

— ¡Serás una asquerosa...! — Me agarró de la cintura tan fuerte que empecé a sentir cómo sus uñas se me estaban clavando, y eso escocía tanto que podría decir que quemaba — Esto por hablarme como me hablaste, maldita humana — sentí un gran golpe en el abdomen y me tiró al suelo, dándome demasiado fuerte en las costillas.

— ¡Para! — gritaba del dolor, cada patada que me daba en el estómago, en las costillas... me mataba por dentro. Todos los dolores se me empezaron a juntar y sólo pude intentar respirar, no me podía mover, estaba acabada.

— Déjala, imbécil, ¿no ves que la estás matando?

Todo se empezó a volver borroso y nuevamente podría decir que estaba desmayado.
Me habría gustado decir que salí perfecta de allí, pero para mi mala suerte, no fue así.
Me lo quitaron de encima, de eso estoy segura, porque ya no tenía su peso asfixiándome.

— ¿Mamá?

— Cariño, debes de ir a dormir, no es bueno que estés tan tarde levantada.

— Pero mamá, escuché unos ruidos fuera de la casa.

— No importa cariño, no es nada, ahora ve a dormir.

— ¡No! Quiero que papá me dé el beso de buenas noches, aún no me lo dio.

— Está bien cariño. Está en la cocina, así que vamos, te da un beso y vas directa a la cama.

— Sii. ¡Papá, papá! Me debes un beso de buenas noches — crucé los brazos y puse cara de enfadada.

— ¿Hija, qué haces despierta? Deberías de estar durmiendo.

— Escuché unos ruidos debajo de la ventana, y eran taaan fuertes que me despertaron.

— Amor, ya le dije que no es nada y aun así lo dice muy convencida.

— No te preocupes, con la edad que tiene es normal.

— No habléis como si yo no estuviera.

— Vale vale renacuaja, pero ¿dónde aprendiste a hablar tan bien? Si tienes 5 años.

— Tendré 5 años, pero soy muyy lista papá.

— Sí cariño, claro que lo eres. — Me acerco feliz a él y me da un beso en la cabeza — Ahora ve a dormir que es tarde.

— Siii. — Subo corriendo las escaleras, y antes de subir los últimos escalones, se abre de golpe la puerta. Me doy la vuelta y hay dos señores vestidos todo de negro que llevan pistolas, disparan a mis papis y se van corriendo — ¿Mami estás bien?

— Hija... Vete, ve a casa de tu tío, estarás a salvo con él... Él te dirá toda la verd...

— ¡Nooo!

— ¿Ángela? Por fin despiertas — unos brazos me rodearon, y al separarnos pude ver que era Vanesa.

— Ey, ¿qué haces tan seria? Y ¿Por qué gritabas no?

— Un mal sueño, nada más — me intenté sentar y sentí pinchazos en el abdomen — ¡Ay!

— No te intentes sentar o mover, te harás daño — dijo Daniel en un tono el cual me dio a entender que le daba gracia.

— Eso se dice antes estúpido.

— No empecéis.

— ¡Ella ha empezado!

— Sí, empecé yo, pero fue porque no avisaste antes de que no me puedo incorporar.

— Vale vale, perdón, ¿hacemos más paces?

— No tengo de otra.

Horas más tarde.

— ¿Entonces cuánto tiempo queda para esa gran caza?

— 9 noches.

— Si antes tenía poco tiempo e iba mal, ahora tengo claro de que voy a acabar muerta.

— No lo tengas tan claro enana, hay cosas que no sabes. — Me miró muy serio Daniel, cosa que me incomodó demasiado.

— ¿El qué no sé? Sé perfectamente que en 9 días no voy a ser capaz de matar a nadie y mucho menos poder defenderme.

— Hay otra leyenda dentro de los ojos grises.

— ¿Cuál?

— Dentro de los ojos grises existen otro tipo, aparte de los agresivos y los menos agresivos -empezó hablando Vanesa y Ángel la interrumpió —

— Los Ojo-gris, este tipo de grises son poco aceptados por nuestra comunidad ya que están malditos.

— ¿Por qué están malditos?

— Porque son hijos de un padre o madre gris y un humano, esta mezcla de razas es peligrosa ya que hace miles de años, cuando nació el primer ojo-gris, todo se descontrola. Al principio parece un humano, pero al matar a una persona se convierte en un ojo-gris, activa su maldición — habló algo bajo, su tono es de peligro o miedo.

— Esta maldición es que el ojo-gris muere. Tarde más tiempo o no, acaba muriendo.

— ¿Por qué me contáis sobre esta maldición y esta raza?

— Tú eres una de esa raza, eres una ojo-gris. 

 

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