✴ Capítulo 43 ✴

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Las luces iluminaban el lugar. Cada punto siendo alumbrado por una luz blanca que hacía ver más pulcro el lugar. Joel era consciente de aquello, se había fijado hasta en los más mínimos detalles, dándose cuenta de que también absolutamente todo estaba limpio. Los muebles bien acomodados y los utensilios que usarían también estaban en sus lugares correspondientes. No era como las noches algunos meses atrás, de hecho ya nada lo era.

La cocina se sentía tan fría, tan sola, a pesar de que en ella se encontraban tres personas en ese momento. El sonido chirriante de la carne en el sartén inundaba sus oídos, era lo único que se escuchaba. Fijarse en esos pequeños detalles hacía que no todo fuera tan abrumador, que los nervios no se sintieran tan intensos ni que la incomodidad que al parecer él sólo sentía fuera tan agobiante.

Sentado, con las manos en sus muslos siguió observando a su alrededor. Al parecer era lo único que podía hacer en el momento para apaciguar o quizás no prestarle tanta atención a sus emociones para que estas parecieran menos intensas. Quizás si las ignoraba y fingía que nada pasaba, así también haría que perdieran su intensidad.

Erick estaba a un lado suyo, sin hacer demasiado tampoco. Pues se limitaba a observar como su madre continuaba cocinando los alimentos. En un momento dado, el menor abandonó su papel de espectador y se levantó del asiento para caminar unos pasos hasta poder rodear la isla, continuando hasta parar a un lado de su madre. Tomó uno de los tomates que ya estaban lavados entre sus manos y comenzó a cortarlos en una tabla de madera que estaba a un lado.

No dijo nada, sólo se limitó a realizar aquella acción sin acotar nada en particular. Quizás quería ayudar a su madre o estaría con un poco de hambre por lo que querría acelerar el preparado de la comida. Ahora se escuchaba el sonido de el cuchillo al aterrizar contra la tabla y la carne siendo cocinada en la sartén con algunas verduras, al tiempo en el que su madre revolvía con una cuchara de madera.

A aquello se le sumó el dulce y suave sonido de la voz de la mujer al tararear alguna canción que el de rulos no conocía. Hasta el momento, prestándole atención a lo demás no sentía demasiada incomodidad. Todo se veía tan cotidiano, parecía una rutina tan normal. En realidad Joel sentía como si en verdad no estuviera ahí. Como si fuese un fantasma, expectante a los movimientos de los demás sin ser notado por nadie. Y eso estaba bien para él porque de esa manera nadie podría notarlo ni tampoco lo que sentía.

A los quince minutos, la carne terminó de cocinarse. Erick había terminado también la ensalada. En silencio, dejaron cada recipiente repleto de alimentos en la mesa, su madre luego sirviéndoles la comida a ambos, para después servirse a ella misma. Recordaba cuando ella decía que primero habría que servirle a los niños, pues eran los más importantes y los que debían nutrirse mejor en la casa. Y aún continúa teniendo esa costumbre e ideología a pesar de que ambos son mayores de edad.

"Ustedes siempre serán mis niños" recordó, logrando que una sensación pesada se instalara en su garganta. Su mano sostenía el tenedor pinchando un pedacito de carne que cortó con anterioridad, sin embargo al llevarlo hasta su boca casi no la abre por sentir un vacío repentino en su estómago. El hambre se había esfumado por completo.

Tuvo que masticar igualmente, para luego ingerir el alimento con dificultad. Le costó pasar la carne molida por sus dientes, sintiendo como ésta pasaba lentamente por su faringe. El mismo procedimiento pedazo tras pedazo, verdura tras verdura. La misma sensación repetidamente, resultado demasiado difícil.

No levantaba su vista del plato sin querer ver a los demás presentes en la cocina. Lo miraba fijamente pero no había interés alguno por lo que contenía, ni siquiera sabía cuánto le quedaba en el plato. A pesar de que los alimentos pasaban por su garganta no podían apaciguar ni mucho menos arrasar contra la bolita que sentía en ésta. La sensación de sentirse observado no mejoraba las cosas. De hecho no aportaba nada más que sus nervios fueran en aumento, y que sus ojos quisieran humedecerse producto de la presión que sentía en su pecho.

Incorrecto. | Joerick |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora