✴ Capítulo 47 ✴

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Ya no había iluminación que entrara por la ventana, el anochecer había llegado para cubrir cada rincón en la habitación, logrando que sus ojos tuvieran que esforzarse para no hacerlo tropezar con algún mueble en el transcurso hacia la cama, antes teniendo que dejar la ropa puesta sobre alguno de ellos. Cada movimiento lo volvía a realizar con lentitud al estar en el espacio en el que Erick se encontraba durmiendo, contrario a como había actuado con anterioridad al estar fuera de éste, queriendo llegar lo antes posible, sin importarle que sus pasos resonaran al caminar.

Fue subiéndose a la cama lentamente, tratando de que su peso no fuera una posible causa que hiciera que Erick siquiera se quejara en indicio de incomodidad, o peor aún, una alerta que hiciese que sus ojos se abrieran abruptamente. Fue cuando su cuerpo estuvo recostado por completo sobre el mullido colchón, que pudo soltar el aire que había estado reteniendo. Pudo comenzar a tomar respiraciones profundas, manteniendo sus ojos cerrados. Era su forma de calmarse, tratando de ahuyentar el malestar que había estado sintiendo.

Abriendo los ojos luego de unos cuantos minutos, cuando finalmente pudo sentirse mejor, fue que estiró su brazo, intentando hallar con la yema de sus dedos un pequeño interruptor. Aquel que apretó y logró que una tenue luz anaranjada iluminara el lugar, era una pequeña lámpara de noche. Su diseño era simple de hecho, solo siendo una vasija redonda de arcilla blanca, teniendo la pequeña bombilla de luz ahí adentro, siendo cubierta por unas pequeñas rocas que parecían tener un color rosado transparente.

Pudiendo ver lo que era su alrededor, fue que se sintió nuevamente tranquilo. Decidió mirar a Erick, notando como soltaba profundas respiraciones lentamente, no hacía más que eso estando recostado en el costado de su cuerpo. No pudo hacer más que mirar atentamente su rostro, era algo que lo calmaba, hacía que la opresión en su pecho se sintiera menos pesada, actuaba como una extraña y natural medicina para sus malestares. Una de sus manos fue a acariciar involuntariamente la mejilla disponible del menor, la piel suave se sentía calentita al tacto, quizás estando sonrojada. No tenía otra que suponer que así era, puesto que no podía encender completamente las luces para verificarlo, por más ganas que tuviera de hacerlo.

Algunos mechones de cabello se encontraban apuntando en diferentes direcciones, pero caían tan delicadamente que dejaban notar lo suaves que eran con facilidad, quizás si se levantaba podría ver que su cabello era un caos en sí mismo. Dejó de acariciar la suave piel, temiendo que despertara debido al contacto, auque tenía presente el pensamiento de que tanto Erick como él mismo tenían el sueño algo pesado.

Notó de forma rápida como el cuerpo del otro comenzaba a removerse con lentitud, pequeños movimientos que lo alertaron de cierta forma. Y él sólo quería que Erick descansara lo más que podía, no quería que despertara y tuviera que preocuparse por otras cosas, que se agobiara con los estudios nuevamente o con los pensamientos de que Joel no se encontraba del todo bien. Comenzó a sisear, acariciando su espalda con cariño, era lo que se hacía para que los bebés se calmaran y no despertaran de su sueño, aunque no funcionaría esta vez, puesto que Erick era quien ya quería despertar de aquella larga siesta.

Quizás habría funcionado en otra ocasión, en una madrugada en la que no tuviesen que preocuparse por despertar para poder conciliar el sueño cuando fuera realmente la hora de dormir, la cual justamente era la razón por la que el de ojos verdes había decidido abrir sus ojos, aunque aquel arrullo del otro había sido tan hipnotizante que le resultaba difícil abrirlos en su totalidad, manteniéndolos entrecerrados por unos momentos.

Su cuerpo volvió a moverse, acomodándose más cerca del otro cuerpo, aún en su estado de somnolencia queriendo sentir la calidez que desprendía. Su brazo cruzó sobre el abdomen, abrazándolo de esa forma. Sentía el cuerpo suave y caliente de Joel, no pudiendo contenerse a dar caricias con su mejilla al pecho de éste, era tremendamente agradable tenerlo así. A los ojos del mayor parecía un tierno gatito, sintiéndose tan cómodo que solo faltase que un ronroneo se escuchara para serlo.

Incorrecto. | Joerick |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora