✴ Capítulo 45 ✴

86 4 0
                                    

Sus pies comenzaban a doler en cuanto revisó el horario en su celular, pues había pasado más de veinte minutos ya caminando luego de la comida. Todavía no tenía en mente qué podría hacer, había pensado que si miraba lo locales en el camino, encontraría uno que fuera del agrado del otro, sin embargo, no pudo haber estado más equivocado. Se sintió un poco frustrado, e incluso dejó escapar un resoplido en forma de queja. Resignándose y finalmente pensando que lo más confiable era comprar algo para comer, puesto que era seguro que a Erick le gustaría eso. Según el, "La comida es el mejor regalo que alguien podría recibir".

Le hubiese gustado que en realidad fuera diferente, pero su falta de imaginación no aportaban demasiado al asunto.

Con la decisión ya arraigada en su mente, optó por algo dulce. El menor era fanático de aquello, por lo que entró a una pastelería y compró algunos pastelitos que parecieran ricos a la vista, puesto que habían tantos sabores que, sinceramente, dudaba haber probado en su vida.

El camino a casa fue más tortuoso de lo que pensó, teniendo dos cajas de cartón encerradas dentro de una bolsa de plástico. Estando sentado en el autobús no era demasiado cómodo, pero tuvo que aguantarlo hasta que el transcurso hasta la parada cerca de su casa llegara.

Mientras caminaba, rogaba porque en verdad no se le callara la bolsa al suelo. Ni siquiera uno de los pasteles, cual caja que los albergaba era tan sedosa que hacía que se resbalan entre sí. Una completa odisea hasta abrir la puerta, primero pasando su cabeza para poder mirar hacia adentro, no estaba en sus planes que alguien lo viera entrar con aquel paquete. Sería una especie de sorpresa para el de ojos verdes, no quería que se arruinar tan fácilmente.

Notando que no había nadie a simple vista por los alrededores, se adentró por completo y cerró detrás de sí la puerta con ayuda de uno de sus pies. Caminando de inmediato hasta la cocina, no entrando sin antes fijarse que no hubiese nadie ahí. Dejó rápidamente el paquete en la isla, sacándolo del plástico de la bolsa.

Pero hubo un problema, la duda de si podría ponerlo en el refrigerador se instaló en su mente, creando una nueva tortura. Pues casi todos los pastelitos estaban repletos con crema, por lo que con el poco calor del ambiente podrían arruinarse. Era complicado porque no quería que alguien los viese, si abrían el refrigerador y estos no tenían la caja, claramente el factor "sorpresa" se vería arruinado.

Una solución un tanto rápida y desesperada fue la que decidió, metiendo ambas cajas al refrigerador con rapidez. Ya vería luego que pasaba con aquello. Ahora, sólo tenía que preparar lo demás sin ponerse tan nervioso como para tirar cada cosa que usaría en el intento.

La tetera que descansaba tranquilamente en si sitio fue sostenida en un movimiento un tanto brusco de su parte, para después quitarle la tapa y llenarla con agua del grifo, poniéndola a calentar cuando terminó de hacerlo. Apresurado, se dirigió a la alacena para tomar algunos pequeños platos y aquella bandeja de metal que siempre usaba. Colocando todo en la isla cuando tuvo los pequeños cubiertos que usaría en sus manos.

Fue como tirar todos ellos de una sola vez, escuchando como provocaban distintos ruidos al chocar entre sí y también contra el mármol. Los miró estar desparramados, sin ningún orden. Dándose cuenta de que en realidad estaba demasiado alterado para todo esto, diciéndose mentalmente que debía calmarse por lo menos un poco.

Quería que las cosas terminaran en un buen resultado, sintiéndose tan nerviosos no lo podía lograr. Por lo que trató de tomar algunas respiraciones profundas mientras mantenía los ojos cerrados. Unos cuantos segundos y quizás pocos minutos pasaron hasta que se sintió un poco más en calma, para ese entonces sosteniendo uno de los platos para acomodarlo en la bandeja. Con la mayor tranquilidad que pudo, acomodó cada utensilio como era debido, quedándose con la vista pegada en ellos cuando hubo terminado.

Incorrecto. | Joerick |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora