Incorrecto. | Joerick |

✴ Capítulo 57 ✴

Got a shot glass full of tears
Drink, drink, drink, say, "Cheers"
I got all these diamonds runnin' down my face
And I ain't lettin' any of 'em go to waste.

Los espasmos habían acabado, hasta el más mínimo abandonó su cuerpo, dejándolo en paz quizás debido al efecto calmante que le ofrecieron los dedos de Erick al pasar gentilmente a través de su cuero cabelludo. Su nariz estaba un poco tapada, sin embargo, ya no se le dificultaba tanto respirar porque ya no había sollozo que liberara más líquido para que se obstruyera el conducto por completo.

—Lo siento.—. Decidió romper el silencio expresando a través de su voz temblorosa no sólo la dificultad que presentaba el nudo en su garganta, sino, más que nada, el peso de absolutamente cada cosa que había estado ocurriendo desde que estuvieron juntos.

—¿Por qué pides disculpas?.—. Escuchó la confusión manchando cada letra que salía de los finos labios, sintiendo como su cabeza se movía unos cuantos centímetros, pero sin llegar a levantarla. Y deseó que sus ojos estuvieran conectados para demostrarle en su mirar que le estaba pidiendo perdón de verdad, sin embargo, no tuvo más posibilidad que hacerlo desbordando cada emoción a través del tono de su voz. Dejando que se mostraran ahí y llegaran hasta él, rotas, heridas, pero en el único destino que tenían que tener.

—Mis pensamientos no son buenos.—. Es entonces que, teniendo el tono desahuciado del otro cosquilleando en un paseo por su oído, que levanta la vista. Preocupado y atento. Sus ojos no perdiendo tiempo en detallar cada porción del rostro ajeno, ese que en su expresión gritaba por su perdón, tan culpable y miserable que su corazón se removió inquieto.

—No es tu culpa.—. Respondió suave y seguro, resultando reparador para quien le veía, como si fuese una venda que envolvió su alma herida. No apartó la vista, queriendo que se quedara con esa percepción. Queriendo entregarle y hacerle sentir la seguridad de sus palabras. Manteniendo sus ojos verdes en aquellos irritados, notando que le enviaban un garabato enredado de emociones. Anhelo, inseguridad, tranquilidad y perturbación. Supo que estaba teniendo una pelea interna y lo confirmó cuando esos labios tintados en rojo, se abrieron.

—Son míos, los pienso y siento yo.—. Expresó la visión que ganó la batalla, aquella que era tormentosa y que no podía dejar de lado, descubrió, ni con toda la fuerza de voluntad que tenía en sus venas.

—Reaccionamos a base de estímulos externos, lo que pase por tu mente no tiene origen únicamente en ese lugar. Algo ajeno a ti los provocó.—. Trató de explicar suave, basándose en el estudio empírico comprobado, pero también, en la situación que vivían. —¿Crees que si mamá no te hubiese hecho tanto daño, estarías así?.

Se apartó lento de su cuerpo, como tanteando terreno para finalmente sentarse en el colchón, esperando la respuesta que llegó luego de que el otro se acomodara igual que él.

—¿Crees que si no me hubiese enamorado de ti, ella me habría hecho daño?.—. Lanzó otra pregunta retórica en respuesta, dejándolo con expresión pasmada y la boca abierta.

No pudiendo modular palabra alguna en unos cuantos segundos que proporcionaron una incertidumbre que resultó en un hueco de impaciencia e inseguridad en el otro.

—¿Es lo que piensas?.—. Preguntó, dudoso. Ciertamente, teniendo una sensación pequeña de temor en el medio de su pecho queriendo expandirse más. Sus ojos atentos clavados en los contrarios, esperando una respuesta que no lo hiciera sentir al final, la expansión dolorosa.

Joel dejó ir un quejido frustrado de sus labios, lastímero en partes iguales. Sus manos pasaron por su rostro fregándolo hasta que las bajó y mostró el mar de emociones en sus ojos. El miedo, desilusión, aflicción, decepción, pesadumbre y resignación lograron reflejarse incluso en su rostro. Como si realizara y aceptara que fue por él y nada más.