✴ Capítulo 41 ✴

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Abriendo los ojos casi sin tener fuerzas para hacerlo, Joel escuchó como leves golpecitos era chocados contra la puerta de la habitación. Pasó su vista por el sitio casi escaneándolo en busca del chico de ojos verdes, sin embargo las esperanzas de que ya estuviera ahí se esfumaron por completo al ver que el único que se encontraba dentro del lugar era él.

Soltó un suspiro desganado, cuando la puerta fue nuevamente tocada. Dejó salir de sus labios un pequeño "pase" que a pesar de ser pronunciado en un tono bajo, fue suficiente para la persona del otro lado al ser que la habitación se encontraba completamente en silencio, pudiendo su voz ser oída casi sin problemas.

La puerta fue abierta luego de eso, dejando ver luego de unos pequeños segundos la imagen de su madre con aquel vestido. Ella le regaló una pequeña sonrisa en el momento en el que entró al sitio, después cerrando la puerta.

Joel esperó pacientenente hasta que dijera algo, pues no quería ser grosero al preguntarle él mismo qué era lo que hacía ahí, escuchando segundos después la dulce voz de su madre.

—¿Te encuentras bien?— Preguntó dando leves pasos hasta poder sentarse en la cama, a un lado de donde se encontraba recostado de un lado el chico.

—Oh, claro. ¿Por qué? ¿Pasó algo?— Preguntó un tanto confundido. Sus ojos luchaban por no cerrarse debido a la luz del sol que entraba en la habitación.

—¿El dolor de cabeza ya pasó?— Preguntó mientras una de sus suaves y delgadas manos se posaba en su cabello, a acariciando sus rulos con una suave sonrisa en su rostro.

—Oh, sí. Supongo que es porque dormí un poco, ayer no había dormido bien.— Le regaló una pequeña sonrisa al terminar de hablar, ciertamente sintiéndose un tanto incómodo por la caricia de la mujer.

—Eso es bueno, si vuelves a sentir dolor sólo llámame y te traeré otra aspirina.— Joel sólo asintió a las palabras en forma de respuesta. Se preguntaba si eso era solamente lo que su madre venía a verificar o si se trataba de alguna otra cosa que quisiera decirle. —Oh, ¿Sabes cuándo volverá Erick?

La mención del menor saliendo de los delgados labios de la mujer le pareció un tanto incómoda al de rulos, pues seguía sin gustarle que pronunciara o se refiriera a ellos de alguna u otra forma. Era algo así como un trago amargo pasando por su garganta, uno verdaderamente horrible.

—No lo sé, no le he preguntado.— Respondió sencillamente. —De igual manera, no creo que tarde demasiado, no deberías preocuparte.

—Está bien.— Asintió lentamente mientras su vista se posaba en la frazada, su mano bajó un poco esta vez pasándose en su cintura, acariciando ahora aquel lugar con pequeños toques. —¿Puedes decirme sólo una cosa?

La pregunta fue formulada al tiempo que los ojos color marrón de ella se enfocaban ahora en los suyos. Y en ese momento, sintió como una fea y extraña sensación subía por su estómago hasta su garganta. La verdad era que no quería saber qué era lo que la mujer quería que le dijera, en realidad lo que quería era que saliera de una vez de su habitación. Era impresionante la manera en la que estaba experimentando cada vez más rechazo hacia la presencia de su madre.

Asintió sin remedio a la pregunta de su madre, siendo consciente del suspiro cansado que salió de los labios de ella. —¿Puedo saber la razón por la que sigues durmiendo en su cuarto?— Preguntó finalmente, tratando de ser lo más cuidadosa posible con cada palabra que soltaba.

Sin embargo, sus intentos de parecer suave en ese momento no le sirvieron de nada, puesto que el menor desvió la mirada por un momento, sintiendo como una desagradable sensación se instalaba en su pecho. Era como si en verdad la mujer tuviese las palabras justas y concretas para hacer que su imagen pasiva se desvaneciera por completo, provocando que las ganas de llorar de un momento a otro aparecieran en el menor. Como un pequeño interruptor que pudiera descolocar emocionalmente al chico que se encontraba recostado en la cama.

Incorrecto. | Joerick |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora