𝟎𝟐

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Sí, su cabeza dolía como el carajo

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Sí, su cabeza dolía como el carajo.

Cualquier ligero movimiento que hiciera tratando de reconocer el lugar donde se encontraba terminaba con un agudo dolor en sus cien, como si le taladraran la cabeza y los costados.

Sujetó con fuerza su cabeza, enrollando entre sus dedos las finas hebras de su cabello azabache y cerró los ojos con fuerza debido a la gran cantidad de luz que entraba por las ventanas. Presentía que no soportaría levantarse de la superficie blanda en que yacía recostado, pero debía hacerlo. Esperando el intenso dolor que vendría, tomó asiento sobre el colchón de un solo movimiento y apretó los dientes cuando la terrible sensación se hizo presente.

«—Voy a matarlo... Definitivamente lo mataré —pensó mientras esperaba que el dolor pasará»

—Maldición —expresó apretando los dientes y sujetandose con más fuerza la cabeza, como si eso fuera a ayudarlo en algo

Por más que se esforzará u obligara a recordar lo que había pasado la noche anterior no lograba pasar de las imágenes donde habían llegado al bar, cuando se sentaron en la barra a ordenar algo y luego de su segundo vaso, y el tercero para Erwin, todo se volvía borroso.

Solo hasta que el dolor cesó y pudo abrir los ojos con pesadez notó que se encontraba en una especie de recámara. Todo se veía en mal estado, desde los muebles viejos y las paredes con la pintura desgastada, hasta el techo con igual desgaste y focos demasiado pequeños. Había terminado en un lugar deplorable.

Alejó la sabana que lo cubría agradeciendo encontrarse vestido, únicamente con la ausencia del saco. Su corbata estaba suelta, pero seguía alrededor de su cuello y los botones en la camisa, a excepción del primero y segundo, estaban abrochados.

Se puso de pie colocándose los zapatos que encontró a orillas de la cama, una vez listo salió de aquel lugar. Abrió la puerta para encontrarse con una sala demasiado vacía y una pequeña cocina, o mejor dicho una parrilla eléctrica y una nevera diminuta, en la esquina.

Nadie más estaba en esa casa, la oportunidad de conocer lo que había ocurrido la noche anterior le fue arrebatada.

Dejó de inspeccionar el sitio que, además de todo, tenía una ausencia de limpieza impresionante.

Caminó a la única puerta, esperando fuera la salida.

Tomó su saco al verlo en el respaldo de un sofá, comenzó a sentirse ansioso y necesitado por una ducha urgente. La ropa que llevaba puesta iba a tirarla al llegar a casa y se aseguraría de desinfectar, con el líquido más eficiente que tuviera, su reloj y mancuernillas.

Para su perfecta suerte justo cuando abría la puerta un señor de aspecto descuidado, algo bajo y con un claro abuso de comida, se encontraba parado frente a él con la mano en el aire en forma de puño. Parecía a punto de tocar, pero Levi se adelantó y abrió la puerta antes de que lo hiciera.

𝐘𝐨𝐮 𝐎𝐧𝐥𝐲 𝐘𝐨𝐮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora