Capítulo 8

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Conociéndonos

Ian

Voy entrando a la empresa después de haber dejado a Antonella en su apartamento y haberme pasado por el mío para dejar mi maleta. Como es normal, a esta hora no hay prácticamente nadie.

Subo en el ascensor y me dirijo a mi oficina. Cuando abro la puerta, pego un brinco al ver a un somnoliento Alex sentado en mi silla.

Él me mira sonriente y se levanta con los brazos abiertos.

—¡Hermano, ven a mis brazos!

Lo empujo cuando intenta acercarse y me siento en la silla de mi escrito.

—Oye, no seas insensible.

—¿Qué haces aquí tan temprano? —ignoro su comentario.

—Vine a recibirte como el buen amigo que soy —sonríe, mientras se sienta en la silla enfrente de mí —. Cuéntame del viaje.

—Fui a la sucursal y...

—Ajá —me interrumpe —. Ahora cuéntame lo divertido.

—No pasó nada divertido.

«Bueno...»

—Pues normal, sí en vez de llevarte a tu secretaria me hubieses llevado a mí —ruedo los ojos, mientras que reviso unos documentos del trabajo —. Yo también te habría ayudado a... ¡Oh por Dios! —grita de repente, provocando que los papeles se me caigan al suelo.

—¿Pero se puede saber por qué coño gritas? —me agacho y recojo los documentos —. Cada día te vuelves más idio...

—¡Tienes un chupón en el cuello! —se lleva la mano a la boca, sorprendido.

Rápidamente, tomo mi teléfono y coloco la cámara frontal para verme.

«Santa mierda»

¿En qué momento el duende me hizo un chupetón?

Miro a Alex sin saber que decirle, y sus ojos brillan jocosos.

—Te liaste con una española, descaradín —me sonríe con complicidad —. Dime, ¿era rubia? ¿tenía las tetas grandes? Joder, dime algo.

—Eso no te importa —espeto con seriedad —. Y que sea la última vez que entras a mi oficina sin mi permiso.

—No me cambies el tema y cuéntame todo.

—¿Desde cuándo te tengo que decir a quién me follo?

—Desde que perdiste la virginidad a los 16 con Trixie "espinillas" Clay —sonríe divertido, y yo pongo los ojos en blanco.

—No te lo puedo decir.

Su sonrisa se borra al instante.

—Mierda, sabía que este momento llegaría —toma una larga respiración —. Fue con un hombre, ¿cierto?

—¡¿Pero qué dices?!

—Oye, que si eres gay...

—¡No fue con un hombre! —lo interrumpo antes de que suelte otra estupidez.

—¿Entonces por qué no me lo quieres decir?

Cierro los ojos y respiro profundo.

—Porque no —sentencio —. Ahora vete a trabajar.

—Son las seis de la mañana, no tengo nada mejor que hacer que enterarme quien fue la chica misteriosa —se roza las palmas de las manos con una cara de "sigilo"

Dulce TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora