(Maratón 1/3)Mala espina
Antonella
El silencio en la oficina de Ian se torna desesperante. A mi lado, Alex se mantiene tenso sin apartar la mirada de la tal Laura.
—¿Y bien? —pregunta ella —. ¿No vas a decir nada?
—No tengo nada que decirle, señorita Shane —el desprecio en la voz de Ian me hace saber que ellos tuvieron un pasado, y no fue muy bueno.
Laura muestra una sonrisa vacilante, pero aún así no abandona su postura altiva.
—No tienes que tratarme así solo porque está ella —me señala con su cabeza.
Su comentario despectivo me hace erguir la espalda lista para responder, pero Ian se me adelanta, dando un paso al frente.
—Obtendrás el mismo trato de mí, esté mi prometida o no, es lo que te mereces —suelta con odio.
Me sorprende la rabia con la que se expresa. Sé que Ian tiene una actitud un poco hosca, pero nunca lo había visto de ese modo con una mujer. Tal vez fueron más cercanos de lo que creí. La cuestión es qué hizo ella para ganarse el desprecio de Ian.
—Entonces no se podrá efectuar la reunión, no mientras que mantengas esa actitud tan borde —Laura arquea su perfecta ceja, mostrándose inmune a la rabia que desprende el hombre a mi lado.
Ese comentario hace que Ian apriete los puños y que la sonrisa de ella tome fuerza. «No me agrada»
—Haz lo que quieras.
—Bien, vamos a calmarnos —dice Alex con algo de nerviosismo —. Decir las cosas en caliente nunca resulta bien.
—Tienes razón —hablo, llamando la atención del par de ojos verdes —, mejor tomemos un pequeño descanso para aclarar nuestras mentes.
Ignoro la incómoda mirada de Laura que no se preocupa en disimular y detallo a mi novio en espera de su respuesta.
—De acuerdo —acepta con un suspiro —. Quiero que me dejen solo.
Y con eso camina hacia su escritorio, sentándose en el elegante sillón negro. Todos nos giramos sin decir media palabra y cuando estoy al salir, la voz de Ian me detiene.
—Tú no, duendecillo.
El dulce apodo acelera los latidos de mi corazón y sonrío con algo de orgullo, ya que no le importó que ella estuviera presente. Me volteo, topándome con los ojos curiosos de Laura. Se queda quieta por unos segundos, obstaculizándome el paso, hasta que decide pasarme por el lado con rapidez. Es extraña.
—Ven aquí —Ian se palmea el muslo, haciéndome cosquillear el cuerpo.
Cierro la puerta y me acerco a él, acomodándome en su regazo. Con mi nariz hago trazos circulares a lo largo de su mejilla y cuello. Lo siento suspirar más calmado; no se parece en nada al Ian de hace unos minutos.
—¿Quieres hablar de lo que ocurrió?
—No ahora —me besa el hombro, observándome con los iris oscurecidos —. Prefiero hacer algo antes.
Mi vientre hormiguea a causa del delicioso tono ronco, mientras que sus labios recorren la piel de mi brazo.
—¿Algo? —pregunto entrecortadamente.
No me responde y en cambio, me toma por la cintura, sentándome sobre el escritorio en un movimiento rápido. Sin darme chance a quejarme, abre mis piernas y se cuela entre ellas.
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Dulce Tentación
RomansLa vida de Ian Black da un giro de 180 grados cuando contrata a su nueva secretaria, Antonella Ricci. La dulce y loca italiana será una tentación para el frío magnate que, apesar de todo, caerá rendido ante las llamas del deseo. Pero el pasado de A...