Miedos y escándalosAntonella
Corro lo más rápido que puedo hacia el sótano, tengo que esconderme del niño malo. Mi ropa está sucia por el barro del jardín y parte de mi pelo también lo está, pero es por su culpa; yo estaba jugando con las flores y él llegó y me empujó contra la cajita de cristal que guardaba a las mariposas.
Entro al oscuro sótano; por la rendija de una ventana se cuela un pequeño rayo de luz. Escucho los pasos del niño acercarse y rápidamente me escondo detrás de unas cajas. Siento un ardor en mis manos al apoyarme en el polvoriento suelo y cuando me las miro comienzo a llorar, tengo varios cristales encajados en ellas «Me duele»
La puerta se abre y escucho una risita.
—Pajarito —siento sus pasos acercarse —, sabes que siempre te encuentro...
Cierro los ojos asustada. En los días que llevo aquí, siempre intento esconderme de Caleb. No me gusta estar cerca suyo porque a él le gusta verme sangrar, dice que me veo linda, pero a mí me duele cada vez que me corta. Y nadie lo regaña por hacerme eso, todos en la casa le temen.
—Juguemos a algo.
Encojo mis piernas con cuidado de no hacer ruido y apoyo la cabeza sobre mis rodillas. Tengo miedo de que me haye. Tal vez si rezo el niño malo no me podrá atrapar, la nonna rezaba cuando necesitaba ayuda de Dios.
«Diosito, ayúdame por favor, que Caleb no me encuentre y que alguien me rescate del hombre malvado. Amén»
—Si a la cuenta de tres te encuentro, tendrás que dejar que te corte.
Comienzo a negar, y las lágrimas se me escapan. «Tengo mucho miedo»
¿Por qué nadie me ayuda? ¿Por qué me hacen esto? Yo no soy una niña mala, no entiendo porqué me castigan así.
«Por favor, Diosito, ayúdame, te prometo que no volveré a comer galletas a escondidas de mamá»
—1... 2... y... 3.
Todo se vuelve silencioso por un momento.
—Te encontré...
Grito cuando aparece a mi lado de repente, y me arrincono contra la caja de cartón.
—... y te atrapé.
«Te encontré y te atrapé. Siempre repite lo mismo»
Me jala por el brazo, sacándome a rastras del sótano. Comienzo a llorar, pero a Caleb no le importa.
—¡Ayuda! —grito, pero nadie me hace caso.
—Nadie te salvará, pajarito.
Me lleva a su habitación. No me gusta estar aquí porque siempre quiere que juguemos y yo odio ese juego.
—Acércate, Nella —saca una cuchilla de la gaveta —, y muéstrame tu brazo —sonríe.
Corro hacia la puerta, pero él me detiene, sujetándome por los brazos.
—Nunca podrás escapar de mí —levanta la cuchilla.
—No, por favor, ¡Ayuda! ¡Por favor!—lloro más fuerte cuando la acerca a mi brazo y la sangre comienza a correr —. ¡No, Caleb! ¡Por favor!
—¡No! —grito horrorizada, sentándome en la cama.
Tengo el pulso a mil y mi pecho sube y baja con rapidez. La ropa se me pega al cuerpo por el sudor, y no puedo sacarme de la cabeza su maquiavélica mirada.
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Dulce Tentación
RomansaLa vida de Ian Black da un giro de 180 grados cuando contrata a su nueva secretaria, Antonella Ricci. La dulce y loca italiana será una tentación para el frío magnate que, apesar de todo, caerá rendido ante las llamas del deseo. Pero el pasado de A...