Viaje de negocios
Antonella
La alarma de mi teléfono me despierta a las 5:30 de la mañana. Abro los ojos perezosamente y suspiro. Detesto tener que madrugar.
Me levanto de la cama con pesar y me dirijo al pequeño baño de mi habitación. Hago mis necesidades y me doy una ducha de quince minutos, así que me quedan quince minutos más para poder arreglarme antes de que el auto que me llevará al aeropuerto llegue.
Me coloco ropa interior negra de algodón. No busco verme sexy, solo quiero sentirme cómoda para un viaje de doce horas.
Aún no proceso del todo que viajaré a España. Desde que vine de Italia no he vuelto a salir del país.
Tomo unos jeans negros y una camiseta simple del mismo color. Me los coloco y por encima me pongo una sudadera gris con un emoji triste dibujado en el medio. Agrego al sencillo look unas deportivas blancas y me hago una coleta alta.
No me maquillo mucho, solo tapo mis ojeras con corrector y aplico un brillo transparente con sabor a fresa en mis labios.
Ayer cuando Eric llegó del trabajo vino a mi habitación y me despertó de la siesta que había tomado por dos horas. Nos sentamos a platicar y le comenté lo ocurrido la noche que me quedé en el penthouse de Ian. Él se mantuvo callado y me escuchó hablar por una hora sobre lo que me hace sentir "ojos grises" últimamente. Y sí, también le conté sobre el sueño erótico, con el rostro rojo a más no poder.
Eric me aconsejó, con su típica serenidad, que fuera más razonable, ya que Ian no es cualquier persona y con ese tipo de hombre siempre se sale lastimado.
Pero cuando le dije que me iría hoy a España —obviamente con Ian— debido al trabajo, comenzó a gritar como marica loca y preparó mi maleta personalmente. Ni siquiera revisé que ropa me empacó, pero voy a confiar en su refinado gusto de la moda. Cosa que tiene en común con Ivy.
Así que solo tomo mi cartera negra y guardo en ella mi documentación, pasaporte, cargador del teléfono, audífonos y un pequeño kit de maquillaje. Listo.
Salgo de mi habitación con la maleta en una mano y mi bolso en otra. Veo a un somnoliento Eric bebiendo café apoyado en la barra de la cocina.
—Buenos días —lo saludo.
—Buenos días. ¿Te sirvo una taza de café? —su voz sale ronca.
Muevo mi cabeza en afirmación.
—¿Estás lista? —pregunta, mientras que camina hacia la cafetera y echa el café en mi taza morada.
—Sí, ya tengo todo acomodado y...
—No me refiero a eso, Nella —me interrumpe y lo miro sin entender —. Quiero saber si estás lista para pasar doce horas de viaje, más tres días en el mismo hotel con tu caliente jefe, con el cual has tenido un sueño erótico y obviamente comienzas a tener sentimientos poco profesionales —me entrega la taza, mirándome fijamente en espera de mi repuesta.
Le doy un trago al café con calma y carraspeo antes de hablar.
—No tengo ningún tipo de sentimiento hacia el señor Black. Lo del sueño solo fue algo hormonal, supongo que mi regla está próxima a llegar —me encojo de hombros —. Además, pienso dormir durante todo el vuelo —doy otro sorbo al café y sus ojos verdes me escrutan.
—El hecho de que evites decir su nombre no quiere decir que dejas de sentir algo por él.
—No siento nada por él y ya está.
El sonido de un claxon lo interrumpe cuando quiere alegar algo. Ya es hora.
Eric se acerca y me abraza con fuerza, dejando de lado su reclamo.
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Dulce Tentación
RomanceLa vida de Ian Black da un giro de 180 grados cuando contrata a su nueva secretaria, Antonella Ricci. La dulce y loca italiana será una tentación para el frío magnate que, apesar de todo, caerá rendido ante las llamas del deseo. Pero el pasado de A...