Capítulo 12

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Fiesta de cumpleaños

Antonella

Abro los ojos ante los suaves besos que reparten alrededor de mi cuello. La luz del sol se proyecta directamente en mi cara, haciéndome gruñir.

—Buenos días, cumpleañera —murmura Ian contra mi piel y lo siento sonreír.

—Buenos días —lo saludo risueña —. ¿Amaneciste meloso?

—Tal vez —de improviso, se me sube encima y me agarra las manos por encima de la cabeza.

—Mmm, entonces, me gusta tu faceta cariñosa.

—Mentira, yo te gusto por completo —replica con arrogancia, y ruedo los ojos.

Se me acerca, con la intención de besarme, y me remuevo bajo su cuerpo.

—Ian, déjame lavarme la boca ant… —corta mis reclamos con un ardiente beso que me altera las hormonas en segundos.

Inevitablemente, lo sigo, y dejo que chupe y mordisquee mis labios con fervor, a lo que él sonríe satisfecho.

—¿Ya no te incomoda no haberte lavado la boca?

—Cállate —le ordeno, avergonzada, ampliando su sonrisa.

Lo empujo, aprovechando que se está burlando de mí, y me levanto de la cama. Siento su penetrante mirada sobre mi cuerpo, mientras que camino desnuda por su habitación con todo el descaro del mundo. Me detengo frente a la ventana, observando lo precioso que se ve el mar a esta hora de la mañana. Las aguas cristalinas se notan desde la distancia y el sol se refleja en ellas, dándole el toque perfecto que complementa a lo que yo llamo: "Un amanecer de ensueño".

—Estas vistas son hermosas.

—Sí, lo son —su voz profunda me hace apartar la mirada del ventanal para fijarla en el magnífico ser que me observa con deseo desde la cama. Las sábanas dejan al descubierto su torso pincelado y estas no pueden ocultar la potente barra que se le marca erecta.

—Yo… me refería al mar —hablo con dificultad.

—Y yo al tentador cuerpo que tengo desnudo frente a mis ojos —se levanta, mostrándose como Dios lo trajo al mundo, y camina hacia mí con la mirada depredadora, haciendo que trague en seco —. Con cuyo cuerpo aliviaré las ganas que siempre me dominan cuando veo a cierto duende de ojos cafés.

Apoya ambas manos en el cristal dejándome acorralada. Su calor invade mi espacio al igual que su delicioso aroma, y con tan solo eso, ya mi centro late deseoso.

—Pues que afortunado es ese duende —río nerviosa.

—El afortunado soy yo —sus manos acarician mi cintura con posesividad.

Paso saliva ruidosamente, y libero un suspiro entrecortado ante el roce de su nariz en mi cuello. El agarre de sus manos se intensifica y me pega a su firme cuerpo. La dureza de su pene contra mi espalda provoca que los pezones se me alcen erectos y los pliegues se me empapen. Sin poder evitarlo, aprieto los muslos para aliviar el ardor sexual que se apodera poco a poco de mi sistema.

—Hoy tengo un plan para que este sea uno de los mejores cumpleaños de tu vida —susurra contra mi mejilla.

—¿En serio? —jadeo ante el incesante toque de su hombría que solo me aumenta el libido a niveles escandalosos, y las ganas de que me folle con rudeza contra el cristal se disparan.

—Sí —reparte besos desde mi cara hasta mis hombros —. Pero para eso debo seguir una pauta —me gira en un movimiento brusco y me alza con una facilidad alarmante.

Dulce TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora