Capítulo 26

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Los diálogos en letra cursiva (esta letra) se realizan en italiano. Preferí escribirlos así para facilitar la lectura.
Disfruten del capítulo y resistan hasta el final.
¡Los quiero!

Game over

Antonella

8:40 am

Como llevo haciendo durante estos últimos días, me paro frente al único ventanal de la habitación, apoyándome en el cristal, y observo el magnífico bosque que se extiende frente a mis ojos. Solo Dios sabe lo mucho que me he imaginado corriendo a través de la espesa hierva y alejándome de esta maldita prisión lo más posible.

Ya he perdido la cuenta del tiempo que llevo encerrada aquí. La espera de lo que podría pasarme a continuación me tiene envuelta en una eterna agonía que no me da chance ni siquiera a dormir una noche por completo. No me he vuelto a mirar en un espejo, al no haber ninguno en el baño ni en la habitación, pero puedo imaginarme perfectamente lo demacrado que debe estar mi rostro.

Poso la mano sobre el pequeño bulto que ya comienza a notarse en mi vientre y suspiro con dificultad. Hay tantos sentimientos abarrotados en mi pecho que no me permiten pensar con claridad. Desde que leí aquel positivo todo ha dado un giro distinto en mi vida. Ahora no solo debo protegerme a mí, también tengo que velar por el bienestar de la cosita que se forma en mi interior; y nadie se imagina de lo que soy capaz con tal de proteger esto.

Otro tema que no me permite descanso es la muerte de Amelia y lo mucho que sé que le va a afectar a Anabel. Visualizo los ojos soñadores de mi hermanita, y todavía me estoy acostumbrando a la idea de que biológicamente no somos nada y que comparte ADN con el psicópata de Caleb. Y aún me pregunto, ¿cómo le explicaré en un futuro todo este desastre? ¿Cómo le explico que su hermano asesinó a su madre?

Un ligero toque en la puerta me hace regresar a la realidad. Ester, la joven sordomuda que trabaja en la mansión, entra como cada mañana a traerme el desayuno. Para peor tortura, Caleb no permite que nadie hable conmigo y por eso designó a la única mujer que no podría comentar nada. Los primeros días intenté comunicarme con ella de alguna manera, pero lo único que obtuve fue que escribiera en un papel seis simples palabras: "Mi nombre es Ester, soy sordomuda".

Buenos días, Ester —saludo en italiano, me he dado cuenta de que sabe leer los labios —. Hoy desperté con ganas de respirar aire fresco. ¿Habrá posibilidad de que Caleb me permita salir de la habitación?

Aunque sé que no recibiré una respuesta por su parte, con esto planto la idea para que ella se lo comente a su jefe. No aguanto un día más en esta fría habitación.

Ella se me queda mirando y simplemente se encoge de hombros. Bufo frustrada y me siento para tomar el desayuno. Sin darme tiempo a sonsacar algún tipo de información (cosa que dudo que pueda lograr) ella se retira, abandonándome con mi soledad.

Creo que comienzo a comprender lo que sea que planeó Caleb al tenerme aquí aislada de todos. La soledad en exceso vuelve eternos los días, deprimentes las noches y en algún punto, tu propia mente decide abandonarte también; y entonces, eres solo tú y la soledad.

Mi estómago ruge ante el exquisito olor de los panqueques que pedí ayer. Resulta que descubrí que mi primer antojo fue comer esa masa dulce cubierta de almíbar. Una lágrima se me escapa, mientras que pruebo lo que tanto deseé; ahí están las hormonas atacando otra vez.

Creo que no proceso del todo mi estado, por eso lloré muchísimo la primera noche aquí. También lloré porque estaba siendo secuestrada por segunda vez en mi vida, porque mi vida fue una farsa; lloré porque, apesar de odiar con todo mi ser a Amelia, su muerte provocará que la pequeña que tanto adoro sufra al no tener a su "mami". Pero lo que me llevó a lanzar todos los objetos que pude contra la pared, fue el miedo, ese miedo a que lo único inocente y perfecto que he creado en mi vida sea destruido por él.

Dulce TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora