19. El fin del confinamiento

86 17 29
                                    

[Paloma]

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

[Paloma]

Convencer a Laura de esto fue lo más difícil que tuve que hacer antes de poder hacerlo. Yo sabía que la idea de dejar salir a René sin Diego era una idea que no le iba a hacer mucha gracia, pero ya me había preparado para eso. Ahora lo sé mejor que antes: lo único que él necesita es que lo traten igual que a los demás, no que lo miren todo el tiempo como si se fuera a romper.

Tuve que hablar con Laura durante un largo rato y usar lo mejor de mi encanto callejero para probarle que esta era una buena idea, pero valió la pena. Al final, después de haberle contado mi plan de salir con él, caminar unas cuantas cuadras para comprar las pinturas y volver de la misma manera en menos de una hora, Laura tuvo que aceptar que la idea podía dar resultado, aunque eso no hizo que dejara de sentirse asustada por eso, debo decir. Por lo que he escuchado, ni siquiera cuando René todavía podía ver lo dejaba salir solo. Si quería poner un pie fuera de su castillo gigante, tenía que ir con Diego, o alguien lo tenía que pasar a buscar. Supongo que son problemas de ricos que nunca voy a entender: corren más riesgo de ser secuestrados que una persona normal. Ahora que lo pienso, siento un poco de pena por él. Es uno de los blancos preferidos de todas esas cosas difíciles solo por el apellido que lleva y las cosas que tiene.

Puedo decir que todo estaba bastante bien hasta este mismo segundo, en el que me encuentro en la puerta de la casa esperando a René. Estaba de lo más confiada hasta hace un rato, pero ahora estoy sintiendo un miedo tremendo por cosas en las que no me había puesto a pensar.

Esto que estoy haciendo me va a poner en un lugar complicado. Voy a tener que concentrarme en hacerle sentir cómodo, en guiarlo por la calle, todo eso mientras nos cuido las espaldas a los dos. Hace bastante tiempo que no tengo que preocuparme por cuidar de alguien que no sea yo misma, así que esto... esto va a ser un reto.

Está bien así, creo. Me gustan los retos y nunca me escapo de uno. Paloma puede. Paloma siempre puede.

—¿Estás seguro de que no quieres que Diego los lleve? Si se lo digo ahora tendrá el auto en la puerta en menos de un minuto —dice la voz de Laura a mis espaldas.

Cuando volteo, la veo a ella y a René avanzando hacia mí. Ella tiene en la cara ese ceño fruncido de preocupación que ya me sé de memoria y él se ve como siempre, como si nada le importara. La única diferencia es que se ha puesto jeans, cosa que nunca le he visto hasta ahora.

—Por quincuagésima vez: estoy seguro —responde él, amargado como solo él puede—. Voy a la tienda de pinturas, no a Suiza.

—En realidad no sé si esta sea una buena idea...

—Entonces es un alivio que no te haya pedido permiso.

Solo ellos dos pueden hablarse de esa manera sin estar peleando. Sarcasmo, le dice René. Yo solo digo que él es un idiota grosero. El idiota grosero al que quiero ayudar.

Amar a la nada ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora