28. The best host

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[René]

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[René]

No tengo idea de cómo hemos llegado, pero Nada y yo estamos tumbados en el cuarto de música escuchando a Vivaldi en el pequeño equipo de sonido que le he enseñado cómo encender.

A ella le ha fascinado la forma en que le he expuesto "Las Cuatro Estaciones". Pensé que le iba a aburrir, pero le ha encantado lo que le he explicado acerca del propósito del autor de representar cada estación con sus características: animales, personas, sonidos de la naturaleza.

—Esos se supone que son los pájaros, ¿los escuchas? —le hago notar en cuanto la representación de las aves se manifiesta en "Primavera", el primer concierto de la obra.

—¡Cómo no lo había escuchado antes! —exclama, fascinada—. ¿Los pájaros son violines?

—Así es —corroboro—. La mayoría de lo que Vivaldi escribía era para violín, asumo que es porque él era un violinista diestro de la época.

—¿Diestro porque escribía con la derecha o porque era muy bueno en el violín?

—Segunda opción.

—¿Ves? Le voy tomando el ritmo a tus palabras raras.

Ruedo los ojos y ella al parecer tiene la mirada sobre mí, porque ríe ante mi gesto.

—¿Escuchas cómo cambia de mayor a menor? —resalto, cuando llega uno de mis pasajes favoritos—. Siempre me pareció encantador, cuando era pequeño solía esperar a esa parte para cantarla en voz alta.

—Mini René debió ser tan tierno...

—Mini René tenía manías de niño solitario —corrijo.

—Si con solitario te refieres a que había un corazón dentro de su cuerpo, entonces estoy de acuerdo.

—Sí, antes latía. Ahora está fuera de servicio. —Le sigo la corriente.

—Pésimo servicio, ¿tiene garantía o algo así?

—¿Y tú en dónde has aprendido sobre eso? —Arqueo una ceja.

—Para que veas que cuando una presta atención llega lejos —me responde en tono gracioso—. Pasar tanto tiempo con Laura tiene sus cosas. Una aprende lo que escucha.

—Por fortuna le pones atención solo a lo que debes —ironizo.

—Te sorprendería saber todo lo que escucho.

Los dos volvemos a reír y el primer concierto termina cuando lo hacemos nosotros. El segundo concierto, "El verano", nos sorprende en medio de un silencio atento.

—Cierra los ojos —susurro.

—Cerrados —afirma, después de un segundo.

—¿Puedes verlo?

—¿Ver qué?

—Depende de ti.

Hay unos segundos más de silencio. En mi cabeza se dibujan, como a través de pinceladas producidas por mi memoria, los colores de un amanecer vigoroso y alegre, vitales amarillos, vivos leves anaranjados, la gloria con la que la naturaleza parece anunciar el verano por todo lo alto.

Amar a la nada ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora