63. Últimos días

64 15 8
                                    

[Paloma]

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

[Paloma]

Desde que yo le dije que sí a Laura y René le dijo que sí a Manuel, es como si el tiempo se hubiera pasado más rápido de lo normal. La fiesta fue hace más de una semana, pero se ha sentido como si hubiera sido hace horas. Los días se han pasado entre trámites para pasaportes, empacar cosas, práctica aquí, práctica allá, casi no hemos tenido tiempo para respirar.

Pero lo estamos haciendo ahora, René y yo, encerrados en el cuarto de los instrumentos. Acabamos de terminar "More than words" (que ahora ya nos sale decente, no como la última vez) y he dejado a Eugenia en el suelo cerca de mí. Lo guapa que se ve con su correa nueva ni siquiera lo puedo explicar.

Estamos sentados casi sin espacio en el banquito del piano y él se ha puesto a tocar una canción bonita mientras hablamos. ¿Cómo le digo que quiero viajar en el tiempo y retroceder unos meses, cuando estábamos aquí mismo, pero sin los días contados? No importa, aunque sea el tiempo en que nos odiábamos. Lo volvería a vivir todo con tal de tener más tiempo. Solo un poquito más.

—Nada está pensando... —canta René acompañándose con el piano—. Es ruidosa hasta cuando piensa...

—René me tiene harta... —le respondo yo, también cantando.

Se ríe, hace un par de acordes más y después para, poniendo las manos sobre sus piernas.

—¿Estás bien? —pregunta.

—Sí, creo. —Me encojo de hombros—. Solo estoy triste.

Ya vi hace bastante que no tiene caso mentirle, así que no lo voy a hacer. Es verdad que estoy triste, sobre todo porque estos son los últimos días que voy a pasar con él. Todo va a cambiar y eso me asusta mucho aunque no parezca.

—También yo —responde con los ojos en el suelo—. Trato de no pensar en eso, pero creo que es inevitable en ocasiones.

—Ni siquiera te has ido y creo que ya te extraño.

Sonríe con tristeza y alcanza mi cabeza para sacudirme el pelo.

Después de eso, vuelve a poner las manos sobre las teclas y a tantear en el inicio de otra canción. Creo que me podría quedar mirándolo tocar para siempre.

—He hecho esto muchas veces —digo—. Solo verte. Creo que lo he hecho desde que llegué aquí.

—Cuando me espiabas, sí —asiente.

—No te espiaba —gruño.

—Te quedabas mirando a escondidas y en silencio, estoy bastante seguro de que eso es espiar.

—Tenía muletas, no me podía ir rápido.

—Claro, claro, eso fue exactamente lo que pasó.

Le doy una palmada suave en la nuca que le hace reír, pero no perder la concentración.

Amar a la nada ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora