**** 14. Los Puntos sobre las íes. ****

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Era momento de poner los puntos sobre las íes. Era hora de ser directo y claro en lo que quería decir. Así que sin más rodeos comencé a poner en marcha mi plan.

— Nicol, permíteme decirte lo hermosa que estás —dije con una sonrisa sincera, acariciando su cabello negro como el azabache, largo, brillante y rizado. Me alegré de ver que ya no tenía moretones en la cara. Admiré con detalle su rostro ovalado, su nariz pequeña y sus ojos negros con espesas pestañas, a juego con el contraste de su piel, la hacían lucir etérea e irreal. Tomé una de sus manos y la besé en el dorso, sintiendo la suavidad de su piel en mis labios.

—Nicol, necesito confesarte algo muy importante —dije con seriedad, mirándola a los ojos—. Cuando te conocí, hechizaste mi alma desde el primer momento. Nunca antes había sentido una conexión tan fuerte con otra persona en toda mi vida.

Ella intentó interrumpirme, pero puse un dedo en sus labios suavemente, pidiéndole que me permitiera hablar.

— Por favor, déjame terminar.

—Ni siquiera en mis mejores sueños te había imaginado tan perfecta. Admiro tu manera de actuar. Es evidente que has crecido con unos valores y creencias muy bien definidas. Algo que respeto mucho, ya que mis padres me han educado de la misma manera. Sé que eres una mujer casada y muy comprometida con tu familia. Eso me ha quedado muy claro. Para ti, tu hogar y tu hija es lo primero, y eso es algo que admiro y respeto mucho. Y es precisamente por esa razón que he venido a hablar contigo hoy —dije con seriedad, sintiendo cómo la tensión se acumulaba en mi pecho.

Necesitaba dejarle en claro mis sentimientos hacia ella, pero también debía hacerle entender que me marcharía si no los aceptaba, confiaba en que esta vez fuera diferente. Era una apuesta muy alta y no quería perder, pero tenía que jugármela. Debía mostrarle lo que era capaz de ofrecerle con la esperanza de lograr empujar la balanza a mi favor.

— Quiero que sepas que no volveré a interferir en tu vida —dije con seriedad—. Hoy estoy aquí porque necesitaba verte una vez más y comprobar con mis propios ojos que tu recuperación ha sido del todo satisfactoria. Nicol, aunque me duela estar lejos de ti y sienta una agonía en mi pecho, te dejo ir. Pero antes de hacerlo, necesito que sepas algo muy importante —dije con firmeza, tomando su mano y colocándola sobre mi pecho—. Mi corazón es tuyo, Nicol. ¿Sientes lo fuerte que late? Es por ti. Estar a tu lado me hace sentir vivo y si tú me lo pides, lucharé por ti y por tu amor. Pero si, por el contrario, tú no sientes lo mismo que yo, te prometo que nunca me verás de nuevo. Será como si jamás nos hubiésemos conocido —añadí con tristeza, sabiendo que dejarla ir sería lo más difícil que tendría que hacer en mi vida.

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— Daniel... Estos días alejada de ti me han hecho darme cuenta de lo mucho que he extrañado tu presencia. Ahora que estás aquí frente a mí, debo reconocer que mi corazón también es tuyo —dije con sinceridad, acercándome a él y acunando su cara en mis manos para observar cada detalle de su rostro.

Pero luego de un momento de silencio, continué con tristeza.

—Debo hacer lo correcto. No sé si tenemos un futuro juntos. Lo que sí tengo claro es mi presente, y a partir de hoy va a cambiar. No puedo corresponder a este amor en mi situación actual. Nuestro momento ha llegado tarde y no sé si puedo cambiarlo.

Lo atraigo hacia mí y le doy un suave beso en la comisura de los labios, grabando cada detalle en mi mente. Rozo con los dedos sus labios y deseo explorar cada milímetro de su boca, pero me detengo al observar esa mueca que hace y que tanto me gusta. Sonrío con tristeza al darme cuenta de que no podemos seguir por este camino.

Que La Marea Decida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora