Conduje en completo silencio el resto del camino, sintiendo un dolor en mi pecho que no podía ignorar. Sabía que todo había sido dicho y no había nada más que pudiera hacer. Cuando finalmente llegamos a su casa, estacioné el auto y apagué el motor.
Como un autómata, bajé del auto y caminé hacia su puerta para abrirla. Le tendí la mano y la ayudé a bajar. Caminamos en silencio hasta la entrada del edificio y cuando llegamos allí, me detuve frente a ella y tomé su mano, buscando su mirada.
— ¡Nicol Valencia! Estás de nuevo en tu casa y caminando por tus propios medios. Ha sido un inmenso honor haberte conocido, los momentos que viví contigo han sido una experiencia que jamás olvidaré. ¡Dejaste una huella imborrable en mi alma y en mi corazón! —dije mientras le daba un beso en la mano.
—Daniel... Yo...—dijo y su voz sonó entrecortada.
—Cuando estés lista, Nicol —le dije mientras soltaba su mano. No aguantaba estar cerca de ella sin tocarla o besarla, pero sabía que tenía que ser fuerte y respetar su espacio. Comencé a caminar sin mirar atrás, deseando que pronunciara mi nombre o que me detuviera. Me sentía a su merced y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para estar con ella.
Cada paso que daba era lento y doloroso, pero el llamado nunca llegó. Finalmente, entré al auto y encendí el motor. Miré por la ventanilla y vi que ya no estaba allí. Maldije y golpeé el volante con fuerza. Sabía que era una batalla que no podía luchar si ella no me lo permitía.
Supongo que esto era todo. Era lo mejor para todos, aunque no se sintiera así en ese momento. Me disponía a marcharme cuando levanté la mirada y lo vi. Adrián estaba parado frente al auto. Apagué de nuevo el motor y salí. No sabía qué iba a pasar, pero estaba dispuesto a enfrentarlo.
—Veo que la has traído a "Mi Casa" —exclamó con arrogancia, pronunciando cada palabra con lentitud. Era evidente que estaba disfrutando de mi incomodidad—. Espero que te haya quedado claro su elección —mi sangre hervía ante cada palabra, pero me mantuve impasible—. ¡Nicol es mi esposa! Y está donde debe estar, a mi lado, con su familia.
Sus palabras me golpearon como un puñetazo en el estómago, pero traté de mantener la compostura. Sabía que no tenía nada que demostrarle a él, pero aun así, su actitud me sacaba de quicio.
¿Cómo sabía él que Nicol ya había tomado su decisión? ¿Había estado siguiéndonos?, pensé para mí mismo, sintiendo una punzada de preocupación. Pero no le iba a dar la satisfacción de que me viera dudar. Así que decidí hablar con seguridad cuando le dije:
— ¿Qué te hace creer que te escogió a ti? —dije acercándome de forma intimidante—. Nicol me ama, estoy seguro de eso.
— ¿Te acostaste con ella? —gruñó, rojo de la ira.
Le miré a los ojos, desafiante. Sabía que no iba a ser fácil, pero estaba dispuesto a luchar por Nicol.
—Eres tan estúpido, que no eres capaz de ver la increíble mujer que tienes a tu lado —dije con voz firme—. Si dudas de ella de esa manera, me queda más que claro que no la mereces. Está aquí hoy porque la valoro y la respeto como mujer, algo que tú nunca has sabido hacer. ¿Qué sabes tú de valor y respeto?
Apretó los puños y me regocijé al ver cómo mis palabras le dolían. Continué hablando, decidido a hacerle entender la verdad.
— ¿Sabes qué, Adrián? Aquí voy a estar, esperando a que te equivoques. Y sé que lo harás. Porque la perdiste hace mucho tiempo, cuando diste por sentada tu relación y te dedicaste a trabajar, olvidándote de ella. No la valoraste como esposa ni mucho menos como mujer. Pensaste que era suficiente darle cosas materiales, sin brindarle el afecto y el amor que necesitaba.
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Que La Marea Decida.
RomanceNicol es una mujer de treinta y cinco años con una vida realmente sencilla y tradicional que la consume y, en ocasiones, la llena de desdicha. Sin embargo, un giro del destino cambia su vida por completo cuando sufre un accidente que pone su mundo p...