**** 27. Viaje Inesperado. ****

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Mientras me encontraba sumida en un profundo sueño, escuché ruidos y voces que parecían llamarme desde lejos. Desorientada, abrí mis ojos y me encontré con la figura de Adrián frente a mí. Me tomó unos segundos comprender que estaba sucediendo, poco a poco fui recuperando la conciencia y me di cuenta de que Emily había abierto la puerta y se había acostado a mi lado en el sofá.

— ¡Vaya fiestecita! La que se dieron anoche ustedes dos —dijo Adrián con una sonrisa en el rostro y un tono de voz relajado que nos desconcertó a Emily y a mí. Esperábamos haber despertado su ira y haber sido objeto de sus gritos e insultos, pero su actitud era todo lo contrario—. ¡Vamos arriba! Nuestro vuelo sale en tres horas y apenas tienes tiempo para arreglarte. Ya he preparado tu maleta.

— ¿Qué vuelo? ¿De qué estás hablando? —pregunté confundida—. No entiendo nada. ¿Cuándo has vuelto de Texas?

—Llegué esta mañana. He resuelto unos asuntos y he logrado cambiar nuestro viaje. Nos vamos hoy mismo al resort —explicó Adrián con una amplia sonrisa en su rostro. Parecía de muy buen ánimo.

—Pero... No puedo irme así —aclaré y me sujeté la cabeza por la punzada que sentí en ese momento, producto de la resaca que comenzaba a afectarme—. Tengo asuntos importantes que resolver y... además, mi auto se quedó en el centro comercial.

— ¡Vamos, vamos arriba! No hay tiempo que perder. Todo está resuelto en el trabajo y Emily puede encargarse de recoger tu auto, ¿verdad? —preguntó Adrián a Emily, quien asintió confundida al igual que yo. Luego, se acercó a mí y me ayudó a levantarme del sofá—. ¡Vamos, es hora de partir!

Me dejé llevar por la confusión del momento, y ni siquiera tuve tiempo para hablar con Emily, ya que Adrián me sacó arrastras de su departamento.

— ¡Date prisa, Nicol! O perderemos el vuelo —dijo Adrián mientras entrábamos a nuestro departamento, apremiándome a que me moviera más rápido.

—Sí, sí, ya voy —respondí mientras trataba de mantener el equilibrio y no tropezar con las cosas que había en el camino.

En la casa, todo estaba en un caos: Annie saltaba feliz, Doña Ana me hablaba de un montón de cosas que no entendía, mientras Adrián seguía presionándome para que me alistara y no perdiéramos el vuelo.

Annie fue hasta mi lado, saltando de emoción y ofreciéndose a ayudarme a escoger la ropa que me pondría para el viaje.

—Mami, vamos, te ayudo a escoger tu ropa —dijo la niña tomándome de la mano y llevándome hacia la habitación.

En medio de todo ese apuro y con Annie dando saltos a mi lado, logré darme una ducha rápida y vestirme con la ropa que la niña había colocado sobre mi cama. Agradecí su ayuda y nos fuimos corriendo hacia el aeropuerto, tratando de no perder el vuelo que nos llevaría hacia el resort donde pasaríamos nuestras vacaciones.

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Cuando desperté, estiré el brazo, buscando a Nicol a mi lado, pero no la encontré. Abrí los ojos y me di cuenta de que estaba solo en la habitación. Esperé un momento, agudizando el oído para ver si la escuchaba en el baño, pero no escuché ningún ruido. Me levanté y vi que su ropa no estaba en ningún lugar.

Después de haber hecho el amor con Nicol, como tantas veces había soñado, y con la satisfacción de tenerla en mis brazos, me quedé dormido. Estaba agotado por los días de desvelo que había tenido, torturándome por no tenerla a mi lado.

Me sentía confundido y frustrado, sin entender por qué Nicol seguía escapando de mí, cuando era evidente que lo nuestro era algo más que un simple encuentro casual.

Que La Marea Decida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora