Que La Marea Decida.

**** 33. Declaración. ****

Después de varios días sin noticias de Daniel, dejé de intentar contactarlo. No tenía idea de cómo era su vida en la actuación o cuál era su agenda. Supongo que estaba muy ocupado y no había tenido tiempo de hablar conmigo o tal vez se había aburrido de mí y simplemente había decidido olvidarme. La falta de comunicación e información empezaba a afectarme, así que decidí poner ese asunto en pausa y enfocarme en mi hija Annie. Decidí que ella sería mi principal prioridad y me dediqué por completo a ella.

Comenzamos a tomar clases de baile juntas, donde ella se enfocaba en el ballet y yo en la danza árabe. Fue una experiencia emocionante y divertida ver cómo Annie progresaba y aprendía nuevas habilidades, y para mí también fue muy gratificante disfrutar de mi propia clase de baile. Un día, decidimos explorar nuestras opciones en la escuela de música. Aunque Annie estaba interesada en tocar la batería, rápidamente descubrimos que no era lo adecuado para ella. Con la ayuda de la profesora de música, decidimos tomar clases de guitarra y piano juntas. Esta experiencia fue muy satisfactoria para ambas, y nos permitió fortalecer nuestra relación mientras explorábamos nuestras habilidades musicales.

Doña Ana se había convertido en una compañera inseparable en nuestras aventuras. A menudo, se unía a nosotras en nuestras actividades, incluyendo clases de baile y excursiones al aire libre. Además, se había inscrito en un club de lectura y otro de crochet, y estaba llena de energía y entusiasmo por aprender cosas nuevas.

A pesar de los problemas que había tenido con Adrián, Doña Ana seguía siendo un pilar de apoyo para mí. Después de que Adrián le contara acerca del hijo que tendría con Sandra, al principio ella había estado molesta con él, pero luego de reflexionar, aceptó la situación y decidió apoyar a su hijo. Incluso, por insistencia de Adrián, había ido a pasar unos días con él para conocer a su nueva familia.

Una noche, mientras veíamos una película en el sofá y comíamos palomitas, Emily llegó y se unió a nosotras.

— ¡Emily! ¡Cuánto tiempo sin verte! — exclamé emocionada mientras la abrazaba—, de nuevo eres absorbida por el hospital —añadí con una sonrisa.

—Hacía días que no las veía y sí, ya sabes cómo son las cosas en el hospital. La buena noticia es que terminé las clases y voy a descansar unos días —explicó mientras se sentaba en el sofá—. ¿Cómo van las cosas por aquí? —preguntó Emily mientras hacía cosquillas a Annie.

Annie, emocionada de verla, comenzó a contarle con entusiasmo todas las cosas divertidas que habíamos estado haciendo juntas. Emily la escuchó atentamente y nos felicitó.

— ¡Eso suena increíble! Me alegra mucho, ¿Qué es lo más divertido que han hecho hasta ahora?

—Aprendimos una coreografía de ballet juntas, ¡Mami, vamos a hacerla para que tía la vea! —exclamó Annie con frenesí.

Me uní a su entusiasmo y entre risas hicimos la rutina.

— ¡Guau, eso es impresionante! Creó que me uniré a ustedes en la próxima clase —respondió Emily con una sonrisa.

Luego de eso Emily se unió a nosotras para ver la película y pronto nos encontramos todas riendo y disfrutando de la noche.

Después de ver la película, preparamos té y sándwiches para cenar.

— ¿Y tú? ¿Cómo has estado? —preguntó Emily, dirigiéndose a mí una vez que Annie se entretuvo con sus muñecas.

—Estoy bien, disfrutando del tiempo libre —respondí con tranquilidad—. ¿Qué tal las guardias?

—Extenuantes como siempre, pero ahora que terminaron las clases estaré más tranquila —respondió Emily dándome una mirada inquisitiva.

— ¿Y Jackson? ¿Cómo se encuentra? ¿Lo has visto? —pregunté con interés.