**** 28. Resort. ****

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El paisaje que nos rodeaba en el resort era impresionante, superando incluso las expectativas de las fotografías publicitarias. Las altas y majestuosas palmeras, junto con otros árboles tropicales, brindaban una sombra fresca.

Los jardines eran exuberantes, con una amplia variedad de plantas y flores tropicales que se entrelazaban perfectamente, creando una paleta de colores vibrantes y un ambiente vivo y acogedor. La playa de arena blanca y suave se extendía hacia el horizonte, con un mar cristalino de tonos azules y verdes que parecía fundirse con el cielo.

El sonido de las olas y la brisa del mar generaban una atmósfera tranquila y relajante, perfecta para descansar y disfrutar de la belleza natural del entorno.

Al registrarnos, nos asignaron una villa privada con una amplia terraza equipada con un jacuzzi. Las habitaciones estaban interconectadas con la de Doña Ana y Annie, brindando una sensación de cercanía y comodidad.

Al entrar en la villa, Annie estaba ansiosa por ir a la piscina y rápidamente se cambió de ropa. Sin embargo, yo no me sentía muy bien debido a la noche anterior, los tragos de más y la falta de sueño. Les dije que se adelantaran y que me uniría a ellos en la piscina más tarde. Después de que se cambiaron de ropa, se fueron.

Decidí tomar una ducha refrescante y me puse un traje de baño con la intención de alcanzarlos en la piscina. Pero el agotamiento me venció y caí rendida en la cama, prometiéndome descansar solo unos cinco minutos.

Caí en un profundo sueño donde Daniel era el protagonista. Besaba mi espalda mientras me acariciaba las piernas, y al ver mi tatuaje lo tocó y dijo:

—Nunca me han gustado, pero cubre muy bien tu cicatriz —era brusco y me decía cosas que no entendía, no era la voz de Daniel.

Algo no se sentía bien, me removí inquieta hasta que desperté asustada. No estaba soñando del todo, era Adrián quien había invadido mis sueños con su tacto. Estaba a mi lado tocándome y tratando de convencerme de que estuviera con él, pero mi cuerpo lo rechazaba. Todo mi ser gritaba que me alejara.

—No, Adrián, espera por favor —dije, tratando de quitármelo de encima—. Pueden venir Annie y tu mamá, para, para.

—No, no van a venir. Ven, déjame hacerte el amor, te quiero sentir. Es hora de empezar a hacer bebés —dijo mientras besaba mi cuello y seguía tocándome.

—No, por favor. Para. No quiero —tuve que empujarlo con fuerza para quitármelo de encima. Me levanté de la cama y salí a la terraza, tratando de poner distancia entre nosotros.

— ¿Qué pasa, Nicol? ¿Por qué me rechazas? —exigió molesto mientras se acercaba.

—No quiero que me toques —dije con firmeza—. Sé que prometí intentarlo, pero no puedo. Acepté venir por Annie, pero nuestra relación se acabó. Quiero el divorcio —expliqué, sin darle oportunidad de objetar.

Volví a la habitación, me puse el vestido que estaba sobre la silla y unas sandalias de goma. La conversación había sido dura y dolorosa, pero era necesario afrontarla. Sabía que tenía que poner fin a una relación que ya no tenía futuro. Sin mirar atrás, caminé hacia la puerta y salí.

Caminé por el lugar pensando en lo que había sucedido. No estaba dispuesta a seguir sacrificándome por una relación que no tenía sentido. Ya no lo deseaba como hombre y él no se merecía mis rechazos constantes. Me sentía mal por haberle fallado. Me consideraba infiel, una palabra que antes había criticado y que ahora me definía. Había traicionado no solo a Adrián, sino también a mí misma y a mis valores.

Debería haber esperado a terminar oficialmente mi relación con Adrián antes de comenzar algo con Daniel, pero me dejé arrastrar por la pasión que él despertaba en mí. Ahora era una más de esas personas que rompen sus matrimonios por una noche de locura y pasión, lo que me hacía sentir aún más culpable. Anduve por los alrededores, pero no podía disfrutar las vistas frente a mí debido a la carga moral que llevaba en mi interior.

Que La Marea Decida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora