A media tarde, Delia me despertó para que tomara algo de alimento y los respectivos medicamentos. Trataba de animarme, pero yo no tenía ganas de nada y apenas le respondía.
— ¡Hola, hola! —anunció Emily con mucho entusiasmo—, buenas tardes, chicas. ¿A que no saben quién se va a ver divina en este nuevo traje de baño?
—Buenas tardes, señorita Emily. Que gusto verla de nuevo. A ver si contagia a la señora Nicol y la anima un poco —respondió Delia mientras se levantaba para retirar la bandeja con la merienda que yo no había tocado.
— ¿Qué pasa por esa cabecita tuya, que te tiene así? Cuéntamelo todo —dijo sentándose a mi lado. Le conté con lujo y detalles todo lo que había sucedido.
— ¡Guao! Me das permiso para escribir una novela de tu vida —bromeó ella.
— ¡Em...! No te burles —le respondí con una leve sonrisa.
—No, no me burlo. Todo lo contrario. No sé cómo soportas tanto drama, en serio, Nicol, necesitas un descanso de todo esto.
—Sí, bueno... no se puede huir de la vida.
—Pero sí tomar un respiro y tomar fuerzas para seguir. ¡Ya sé! Te vienes conmigo a la convención —exclamó emocionada, dando saltitos en la cama.
— ¡Ouch! Basta, deja de moverte así —le exigí adolorida—, estás loca si piensas que voy a salir de aquí. Se te olvida todo lo que pasó anoche y que Jackson aumentó mi reposo.
— ¡Querida! Vas con tu doctora personal, ¿quién mejor que yo para cuidarte?
—Sí, justo como lo estás haciendo ahora —le respondí con una sonrisa irónica.
—Delia puede venir también, ¿no es cierto? —continuó diciendo Emily, cuando escuchó que la puerta se abría y entraba Delia.
— ¿Ir a dónde? —preguntó colocando en la mesita una bandeja con té.
—A la playa. ¿Qué dices, nos acompañas?
—Señorita... no sé si sea buena idea. La señora necesita reposo —respondió Delia mientras le entregaba una taza de té.
—Sí, y también necesita estar tranquila. Además, si tú vienes, puedes cuidarla igual que aquí en la casa.
—Bueno... eso es muy cierto —respondió Delia, sopesando la idea—. Si la señora quiere, podemos hacerlo.
—No se diga más, preparen las maletas que salimos esta misma noche —dijo Emily con entusiasmo, ni siquiera me dio oportunidad de negarme.
Emily se había encargado de hacer mi maleta mientras Delia iba a preparar la suya. Incluso había llamado a Adrián para decirle a dónde iríamos. Doña Ana se haría cargo de Annie, ya que no podía llevarla conmigo debido a su escuela y, además, en mi estado no podía cuidarla. Le prometí a Annie que la llevaría en cuanto pudiera caminar de nuevo.
El viaje fue tranquilo y agradable. A pesar de que el trayecto era corto, alquilamos una Van de lujo para que yo pudiera estar cómoda.
Una vez que llegamos al hotel, Emily se encargó del registro y fuimos a nuestras habitaciones. Compartí la mía con ella, mientras que Delia se fue a descansar en la suya. La habitación era amplia y cómoda, con dos camas grandes y suaves que me atraía enormemente.
Ya en la cama, cerré los ojos con una sensación de paz y relajación. Estaba agotada después de los últimos días llenos de tensión y preocupaciones. Me dejé envolver por la suave brisa del aire acondicionado y me dormí enseguida.
Emily había pasado gran parte de la mañana en la conferencia. Mientras tanto, Delia y yo disfrutábamos del hermoso día en la terraza de nuestra habitación, tomando un delicioso desayuno y leyendo un libro.
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Que La Marea Decida.
Roman d'amourNicol es una mujer de treinta y cinco años con una vida realmente sencilla y tradicional que la consume y, en ocasiones, la llena de desdicha. Sin embargo, un giro del destino cambia su vida por completo cuando sufre un accidente que pone su mundo p...