Al despertar esa mañana, me di cuenta de que Adrián ya no estaba a mi lado. No me sorprendió su ausencia después de haberlo rechazado en la ducha la noche anterior. Había decidido darle una oportunidad a nuestro matrimonio, pero ahora que tenía su atención, me di cuenta de que no era lo que quería. Me había equivocado al dejarme influenciar por Adrián. En vez de escuchar mis instintos, me dejé llevar y nuevamente estaba en un camino que no me gustaba. Pero ahora estaba claro que su presencia constante me agobiaba, y si eres feliz con alguien, su presencia no debería provocar eso. Ahora intentaba evitar estar a solas con él y, en ocasiones, me quedaba dormida en la habitación de Annie mientras le leía un cuento. Esta vez, era consciente de que había sido yo quien lo había alejado a propósito, ya que no deseaba que me tocara.
Después de la aparición de Daniel en mi vida, algo había cambiado dentro de mí. A veces permitía que mi mente pensara en él y lo extrañaba, pero sabía que nunca volvería a verlo. Ya había pasado poco más de un mes desde la última vez que lo había visto. Cuando llevamos a Annie con Jackson para que le retirara el yeso, no tuve oportunidad de hablar a solas con él y preguntarle por Daniel, ya que Adrián siempre estuvo a mi lado en todo momento.
Recordé que en varias ocasiones Daniel me había dicho que dejara que las cosas fluyeran solas, y eso fue lo que hice. No forcé nada, no me obsesioné con él, sino que me dediqué a vivir mi vida y ver qué pasaba. Ahora me encontraba aquí, recordándolo de nuevo y extrañándolo, lo cual me ponía triste, así que encerré ese sentimiento en un lugar apartado de mi corazón y decidí seguir adelante con mi vida. Sin embargo, tenía claro que mi matrimonio había llegado a su fin y era hora de tomar medidas. Así que me levanté de la cama y me preparé para ir al trabajo.
Al llegar, busqué a Adrián porque necesitaba hablar con él lo antes posible.
—Hola, buenos días —saludé al entrar en su oficina.
—Buenos días —me miró brevemente y siguió apilando unas carpetas en su escritorio.
— ¿Podemos salir a tomar un café? Necesito hablar contigo, es importante.
—Lo siento, ahora no puedo, tengo una reunión importante en el depósito para los envíos especiales —respondió mientras pasaba por mi lado, dejándome sola en su oficina con una sensación de frustración.
Exhalé con resignación, suponiendo que tendría que esperar un poco más. Me dirigí a mi oficina y, como era costumbre, me sumergí por completo en mi trabajo. Alrededor del mediodía, Adrián hizo una breve visita para despedirse antes de salir.
—Nicol, todo está al día. Me voy a Texas, si necesitas algo llámame —dice de pie, frente a mi escritorio.
—Adrián, necesito que hablemos —dije muy seria.
—Se me hace tarde, el vuelo sale en dos horas y necesito pasar por la casa a recoger la maleta —respondió y dio la vuelta para irse.
Me quedé sentada en mi silla, con el corazón en la garganta. Sabía que nuestras vidas estaban a punto de cambiar drásticamente, pero no podía seguir viviendo en una mentira.
Antes de que Adrián pudiera abrir la puerta y salir, reuní toda la fuerza que tenía y solté las palabras que tanto había temido decir.
—Quiero el divorcio —pronuncié con toda la firmeza que pude.
Adrián se detuvo en seco y se giró lentamente para mirarme.
— ¿Qué dices? —preguntó con una mezcla de sorpresa e incredulidad, lo había tomado desprevenido, era evidente que no esperaba que le dijera eso.
—Lo que oíste, Adrián. No puedo seguir viviendo así. Nuestra relación ya no funciona —respondí con determinación.
Adrián parecía aturdido y no dijo nada durante unos segundos mientras me observaba. Miró su reloj y se limitó a decir:
ESTÁS LEYENDO
Que La Marea Decida.
RomanceNicol es una mujer de treinta y cinco años con una vida realmente sencilla y tradicional que la consume y, en ocasiones, la llena de desdicha. Sin embargo, un giro del destino cambia su vida por completo cuando sufre un accidente que pone su mundo p...