Capítulo veintiocho.

39 3 2
                                    

Sara.
Dicen que olvidar es consecuencia de no haber prestado la suficiente atención, pero yo soy muy atenta en todo, solo que los años han pasado y me tomé más tiempo en sanarme, que en quienes estaban...

-Mateo. -Le respondo en un hilo de voz-.

-Cuanto tiempo. -Sonríe-.

-Años. -Aclaro mi garganta-. ¿Cómo has estado?

-Muy bien. -Exhala-. Estudiando bastante. -Pasa su mano por la nuca-. ¿Vos?

A Mateo lo conozco hace un par de años ya que es el nieto de Antonio. Solíamos ser buenos amigos, pero él empezó a darle más atención a su futuro y se olvidó de su abuelo y cada vez que nos veíamos nuestro tema de discusión era ése...

Mateo es bastante alto, cabello castaño y siempre bien peinado, con buen estilo y un poco estricto con algunas cosas. El chico de la mirada gris.

-Muy bien. -Asiento-. Recién se va tu abuelo, estuvimos merendando.

-Qué bueno. -Me da una media sonrisa-.

-¿Vos hace cuanto que no pasas un buen rato con él? -Me cruzo de brazos, preguntando algo enojada-.

-No vine a discutir, Sara. -Exhala-.

-Fue una pregunta. -Respondo fría-.

-No vine a eso. -Exhala-.

-¿Y entonces? -Respondo alterada-. ¿Sabes cuántas veces Antonio pregunta por vos? -Doy un paso hacia adelante-. ¡Lo que le gustaría compartir con vos! -Grito-. Pero no, el señor tiene cosas más importantes.

-Sara. -Pasa sus manos por su cara frustrado-. Quiero el número de teléfono de tu mamá porque necesitamos una niñera. -Agrega y yo quedo algo impactada-.

-¿Qué? -Pregunto sorprendida-.

-Será con mejor pago y solo necesitamos que le haga compañía a Benjamín. -Pone su mano derecha en el bolsillo de atrás de su pantalón-. Quizás cocinarle, pero para los dos y de lunes a viernes. -Sonríe-. Podrá pasar más tiempo en casa y las horas de trabajo serán pocas, pero con buen pago.

-¿En serio? Mateo. -Me pongo mis manos en mi boca, emocionada-. ¿De verdad?

-En serio, Sara. -Me sonríe-.

Sin pensarlo salto a sus brazos y lo abrazo fuertemente, sonriendo, le cuesta entender la situación, pero por siguiente me abraza también.

Siempre quise éso para mamá, pero es Argentina y es difícil conseguir trabajo, por lo que se quedó donde aún trabaja, pero Dios ya le está dando recompensa.

-¡Gracias, gracias! -Digo emocionada, abrazandolo fuerte-.

-Sé cuanto se esfuerza Cuqui, ya es hora de que descanse. -Responde abrazandome-. Te extrañé. -Me susurra y yo lo abrazo más fuerte aún-.

-Tontamente, yo también. -Agrego, alejándome de él-. ¿Cómo has estado?

-Preparando todo para irme. -Me da una media sonrisa-.

-¿A dónde? Che. -Pregunto curiosa-.

-Al Paraguay. -Sonríe-.

-¡Felicidades! -Respondo sinceramente-.

-Gracias. -Asienta-. En fin ¿Me pasas el número de tu mamá?

-Si, obvio. -Mateo saca su teléfono y yo le dicto el número-.

-Estamos. -Sonríe y guarda su celular-.

-Gracias, nuevamente. -Asiento-.

-Gracias a vos, y me encantaría invitarte a tomar algo, pero me tengo que ir yendo, Benja está solo.

-No hay drama. -Asiento con una sonrisa-. Yo también.

-Dale. -Asienta-. Nos vemos, Sarita. -Se me acerca a saludar-.

-Nos vemos, Mateíto.

Nos saludamos con un beso en la mejilla y veo como baja las calles caminando, perdiéndose por las veredas.

Exhalo y suelto una sonrisa de felicidad por las cosas buenas que se le vienen a mamá. Me doy la vuelta para tomar mi bicicleta y comienzo a sentir que caen gotas de agua en mi brazo

¡Qué no sea lluvia!

Me subo a la bici y más gotas comienzan a caer, esta vez en mi cabeza. Me pongo el casco y veo la calle que se está mojando cada vez más rápido. La gente comienza a caminar más rápido y aunque sea temprano algunos locales bajan sus luces para que no se quemen.

¡La puta madre! Comienza a llover más fuerte.

Mi casa está lejos, y quedarme por ahí es un peligro ¿Dónde mierda me voy? Y ¿POR QUÉ LLUEVE JUSTO AHORA?

Tranquila Sara, tranquila ¡Pensa!

Lucio... ¡Lucio!

Vive a un par de cuadras, estoy a nada de su casa, pero ¿Me querrá ver? Pues luego de que lo dejamos en su casa anoche, no me ha mandado mensajes ni nada...

¡Vas a ir! Me reta una voz.

Bien...

Exhalo y empiezo a pedalear algo rápido porque ya llueve con mucha fuerza. Estoy a cuadras de la casa de Lucio, pero ya estoy remojada.

¿Me abrirá la puerta?

¿Le habré hecho algo para que se comporte así?

Entro a la cuadra de Lucio y aunque siga lloviendo, comienzo a ir un poco más lento.
En mi vida la gente suele jugar un papel de pasajeros sin destino; llegan y solo están por un instante, luego se van y me dejan con miles de preguntas, pues eso duele y temo a que pase lo mismo con Lucio.

Me bajo de la bici y camino hasta su casa con ella a mi lado. Las piernas me tiemblan de los nervios y los labios por el frío; sigue lloviendo y la temperatura a bajado.

Llego a la puerta de su casa, exhalo y estoy por tocar el timbre cuando la puerta se abre y yo quedo sorprendida, aún mojada y algo anonadada. Lucio me mira confuso pero de inmediato me da una sonrisa honesta y no sé si son las primeras veces o qué, pero cada vez que tenemos un encuentro, me siento tal y como la primera vez que cuando nos conocimos personalmente, con las mismas mariposas dentro de mi estómago.

Cada vez que nos despedimos se siente extraño, pero su sonrisa de despedida me dice "por si regresas; te dejo la puerta abierta", como si se quisiera ir, pero aún me espera a que le diga que no.

-Pequeña. -Me saluda y yo le doy una media sonrisa-. Tu mamá justo me llamó pidiendo a que salga a buscarte porque me dijo que andabas por la zona y la tormenta se viene peligrosa.

Directo al corazón.

-¿Por qué cada vez que llueve el universo te pide que me salgas a rescatar? -Le pregunto casi en un susurro, mirándolo fijamente-.

-La lluvia sabe por qué. -Me responde con una sonrisa-.

-Te extrañé. -Confieso-.

Él me mira nervioso, con la misma maldita mirada de la última tarde que compartimos. Exhala y da un paso hacía adelante, mojandose conmigo, mirándome fijamente, separados por unos pocos centímetros:

-El café nunca se imaginó que podría tener un sabor suave y dulce, hasta que conoció al azúcar y la leche. -No deja de mirarme-. Todos somos buenos individualmente, pero nos volvemos mejores cuando nos mezclamos con las personas apropiadas.

Quedo impactada por sus palabras y nos importa un comino que llueva porque nos seguimos mirando y dejando que nuestros ojos hablen libremente, que bailen si quieren.

-Lo que intento decir es que no te quiero perder, que no te voy a dejar ir. -Agrega dándome una sonrisa-. Y también te estoy invitando un café.

Ambos soltamos una carcajada por lo último que dijo. Da otro paso hacia adelante, toma mi mano y nos quedamos mirando, como si buscara alguna(s) respuesta en mis ojos...

-Acepto. -Respondo casi en un hilo de voz-.

Por si regresas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora