Capítulo cuarenta y uno.

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Para mi rubio: Podré admirar los atardeceres más hermosos en cualquier parte del mundo, pero jamás podré olvidar tu mirada sobre mi de aquél mediodía y cómo locamente deseaba tus dedos trazando mi siluetas.

Sara.
¿Dónde va uno cuando el corazón duele y a su vez quiere dejar de sentir por un momento?

O sentir lo desconocido.

Yo, a mi lugar seguro. La casa de mi mejor amigo.

Lucio ha salido con sus padres y su hermanito a cenar porque mañana es su último día en Argentina, por lo que me encuentro sola en su casa.

Anteriormente yo estaba con mi familia y la de Esteban cenando por el cierre de año de mi escuela, que fue allí donde luego de ello terminé con... Ni al caso.

Quedamos con los amigos de Lucio en reunirnos luego de la cena en su casa para hacerle una despedida, pero no sé a qué hora llegará Lucio para que los chicos lleguen.

Mientras, estoy en el sillón del living escuchando música, descalza y ya con un vestido fresco. Como en casa.

He tratado de evitar pensar en Esteban, y la verdad que me sale muy bien. Estoy bien. Me siento bien.

Y espero no pensarlo por el resto del verano.

Me levanto a buscar agua pero el timbre suena...

¿La familia se olvidó la llave?

Camino por el pasillo que me lleva a la puerta de entrada y algo insegura abro.

-Vieja ¿Cuando será el día en que... -Se calla al mirarme-. Sara.

-Rubio. -Asiento-.

Mira mis pintas y por alguna extraña razón comienzo a sentir el calor correr por mi piel.

No lo esperaba tan pronto y eso me pone algo intranquila.

Él se encuentra con sus jeans negros y una remera blanca, con una cadena plateada en su cuello, y sus ondas que caen alrededor de su cabeza. Por supuesto que con un cigarro en su mano izquierda.

-¿Puedo pasar? -Pregunta cortando nuestras miradas fijas-.

Me pone tan nerviosa mantenerla la mirada ¿Por qué?

-Si, supongo que si. -Respondo-.

Me hago a un costado para que pase adentro, por lo que él tira el cigarro e ingresa.

Yo cierro la puerta detrás de él y luego volvemos hasta la sala de estar.

Él observa a sus alrededores y no ve a nadie, más que a nosotros.

-Lucio y su familia salieron a cenar, deben de estar llegando. -Le informo-.

-Genial. -Responde-.

Tomo asiento en el sillón grande y él hace lo mismo en el otro extremo.

Si Rubio, lejos.

Mi atención se la lleva el televisor pero siento su mirada de a ratos en mi.

Pues no hemos vuelto a hablar desde aquella noche en donde sucedió... la peor pesadilla para Lucio.
Que por cierto, no tenía ni idea de que entre ellos las cosas estaban en orden.

Lo miro también de a momentos y ruego porque nuestras miradas no se crucen ni que de su boca salga alguna tontería, como esas palabras que solo él sabe el significado y por siguiente se "vuelven nuestras".

Los minutos pasan y el silencio es tanto que hasta escucho su respiración, la cual es pesada y estoy segura que también oye la mía.

Rubio, me seguís impactando como el primer día.

De tantas miradas sin intención, vuelvo a mirarlo otra vez más y esta vez me encuentro con sus ojos en mi.

Nos miramos fijamente y el ambiente vuelve a ser el de antes.
Como si olvidara todo lo último que nos sucedió, que sucedió.

Vuelvo a sentirlo como prohibido aunque no tenga compromiso alguno y sus ojos encienden todo en mi sin siquiera tocarme ¿Qué sucedería si me toca?

En pocos segundos, sin pensarlo, él se acerca hasta a mi, aún dejando un poco de distancia y sigo embobada en su mirada.

-Sempiterno. -Dice finalmente, mirándome fijamente-.

-Otra vez con tus misteriosas palabras, rubio ¿Qué significa?

Sonríe de lado y esta vez corta toda distancia entre nosotros. Ya está completamente cerca de mi cuerpo.

Mi mano está en mi cabeza, apoyada en el espaldar del sillón. Él pasa su mano izquierda por entremedio de mi brazo y me comienza a acariciar el cabello.
Puedo sentir a mi piel erizarse y cómo él disfruta lo dicho.

-Que durará por siempre, que teniendo principio, no tendrá fin. -Termina por responder-.

Lo sigo mirando y puedo sentir cómo su mano baja por mi cuello y con sus dedos acaricia mi piel.
Su otra mano sube por mi rostro y lentamente comienzo a relajarme con sus caricias.

-Como nuestra química, Sara. -Añade-. No tiene fin, cada vez se hace más grande. -Su mano se asienta en mi cuello y sus labios van hacia mi oído-. Pasa el tiempo y mi curiosidad por esta nefelibata crece. -Me susurra-.

Sus labios bajan por mi cuello y su mano directo a mi cabello, enredandose.

Cierro mis ojos y disfruto cómo sus labios suben y bajan por mi cuello, hasta mi oreja.

Trago grueso por el contacto tan directo que estamos teniendo y al sentirlo lejos, abro mis ojos.

Nos miramos fijamente y nuestras respiraciones ya son un desastre.

Su mano vuelve a mi mejilla y la mía también se ubica en la suya.
Su piel es suave, más de lo que creí que podría ser.

Bajo hasta sus labios con mis dedos y cuando menos lo espero, Fabricio estampa sus labios con los míos.

Sus manos van hasta mis caderas, por lo que en segundos mis piernas terminas enredadas con las suyas, estando él abajo y yo arriba.

Sus dedos se clavan en mi cintura y su mano libre me toma por mi cabello.
Su cuerpo grita deseo y sus labios demandan posesión, que no me aleje.

Besa de maravilla y nuestros labios se entienden perfectamente.

Todo lo prohibido que sentíamos desde un principio lo mando al carajo y disfruto sintiendo todo lo que le vengo produciendo. Y quiero aprovecharme de ello.

Quiero perderme en él. Con él.

-Sara. -Dice entre besos y respiraciones agitadas-. Te deseo, cariño.

-Que la curiosidad no te siga matando entonces, rubio.

Fue entonces
que él bailó dentro de mi.

Y él gemia.
Y yo gemia mientras intentaba acompañarlo.

Y todo cuando nuestra canción
sonaba en algún lugar de nuestra conciencia.
Y recuerdos insensatos
lloraban por rincones
que no volveríamos a barrer.

Conocerte, un placer, rubio.
Pero sentirte...
Sentirte fue punto y aparte,
explotaron mis sentidos,
se desbordó mi alma.

Por si regresas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora