Capitulo cuarenta y cuatro.

9 1 0
                                    

Sara.
La noche se va acabando y la luna me regala el privilegio de estar en sus brazos.

No sé cuánto llevo aquí, pero lo que sí sé es que no me quiero ir de ellos.

Aquí me siento segura, protegida, nada duele.
Quiero que la vida siempre me traiga hasta ellos y cuando todo duela, o esté muy feliz, acurrucarme en su pecho.

No puedo creer que mañana, mi mejor amigo estará tomando un avión a kilómetros lejos de nuestra ciudad. Donde en poco tiempo hemos coleccionado los mejores recuerdos.

Todo comenzó por una pantalla y luego acabamos en nuestra librería favorita, tomando un café y riendo carcajadas.
Todo comenzó porque mi mundo se derrumbaba y él me acogió sin pedir nada a cambio.

Lucio me enseñó a volar.
Lucio me demostró la felicidad desde las pequeñas cosas.
Lucio me apuntó lo que es el amor.

Y es que, tomando un buen chocolate caliente en, nuestra, terraza, mientras escuchamos nuestras canciones favoritas, allí está el amor.

Cualquiera que nos observe atentamente, juraría que somos dos locos enamorados y qué privilegio sería, pero es que es mi gemelo de alma, y eso ya no puede ser para un asunto de piel. Ni mucho menos de corazón.

Cuando se trata de Lucio, se trata de alma y eso no puede romper por fracasar en el amor.

-Sarita.

-¿Mmh?

-Pase lo que pase, sin importar a dónde nos lleve la vida, siempre voy a estar protegiendote y esperando a que me lo cuentes todo.

Eso me hace ruido y se me es imposible no soltar algunas lágrimas.

Comienzo a sollozar y rápidamente lo miro para luego fundirme en sus brazos.

-Prometeme que aún estando lejos, vamos a seguirnos viendo en un café, así sea por llamada. -a través de ese pedido, va un ruego

-Te lo prometo, pequeña. -Sonríe y deposita un beso en mi cabeza-.

Comienza a sonar "muchacha ojos de papel" de Almendra y todo comienza a tomar otro color.

Podría verlo todo gris, pero es imposible si él está a mi lado.

-Vos prométeme que vas a comer bien hasta que vuelva y vas a poner en orden a ese corazón. -Me dice-.

-Intentaré.

-Nadie es como vos, y esa es tu magia, Sarita. A tu lado las estrellas fugaces son eternas.
Imagínate que el mar y vos son la misma calma.

-Desde que aprendo de vos Lucio, soy más feliz. Es por ello que ya no creo en vos, yo te sé.

-Entonces no olvides que arriesgarse también es aprender.

-Entonces por hoy te pido que me abraces que mi corazón late a ritmo.

-El efecto de tu presencia enciende mi alma.

-Prometo siempre estar acá, Lucio.

-Prometo no irme, Sara.

Y me abraza y mi mundo está a salvo.

Y no quiero irme y que seamos eternos.

Mi mejor amigo; mi vida.

Siempre vas a estar en mi corazón Lucio.
Sos parte de mi y yo parte de ti.

Por si regresas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora