Capítulo cuarenta y cinco.

2 0 0
                                    

Sara.
Llegó el día.

Hace frío, está lloviznando y el maldito aeropuerto no tiene color alguno más que diferentes tonalidades de grises.

Irónico.

Lucio está terminando de organizar algunos papeles y mientras más pasan los minutos, más grande es mi nerviosismo.
Perdí la cuenta de cuántos cafés he tomado.

Estamos su familia y yo. Falta una hora para que su avión salga y sus amigos no llegan.

Para matar tiempo y calmar mi ansiedad, estoy recorriendo el aeropuerto, Lucio se mantiene ocupado.
Veo a muchas personas tristes, en su mayoría despidiéndose. Otros con sonrisas porque tal vez van a encontrarse con alguien.
Es muy confuso poder entenderlos.

A lo lejos, en una esquina; veo que hay un piano. El mismo dice "anímate".
Me rio entre mi y sigo caminando.

Pero tal vez nadie me escuche. Pienso.

Con dudas vuelvo hasta él, miro a mi alrededor y con vergüenza me siento en el asiento que está a su frente.

He aprendido piano por la madre de Esteban.
Cuando eramos niños pasábamos horas viéndola tocar...

*Flashback*

Esmeralda se ha quedado dormida y a mí la lluvia no me deja dormir.

Mamá ha tenido que trabajar por la noche y me ha dejado en casa de los gemelos.
Estábamos viendo una película con Esmeralda, pero se durmió y ya le quitó la diversión a todo.

Me levanto de la cama y me pongo mis pequeñas ojotas para ir en busca de un vaso de agua.
Comienzo a caminar hasta la cocina pero pasando por el living, veo a Esteban sentado en el piano.

-Chismosear es de mala educación dice mi mamá. -Dice el pequeño idiota-.

-Ni que fueras tan importante. -Le respondo.-

-Es tarde y estás en mi casa como para seguir burlándote.

Buen punto.

Camino hasta donde él está y me hace una señal para sentarme a su lado.

El silencio nos inunda y ambos empezamos a jugar con nuestros pequeños pies, amacandolos.
Sigo escuchando los truenos y más miedo empiezo a sentir.

-No puedo dormir porque le tengo miedo a las tormentas. -Digo-.

-¿Querés que toquemos esa canción que nos enseñó mi mamá?

-Pero es tarde y nos van a retar.

-Una partecita. -Me hace puchero-.

Yo rodeo los ojos y suspiro.

Niño tonto.

-Solo una. -Digo-.

Estaban empieza a tocar el piano del lado izquierdo y yo del derecho.

-Voy a entregarte el corazón, para que nunca lo devuelvas. -Canta él-.

-Desecharé cada obsesión y cada vicio sin razón que no me ayude a que me quieras. -Canto yo-.

La luz se enciende y su mamá nos mira con cara de dormida. Nosotros dejamos de tocar.

Por debajo del piano lo golpeo.

Te lo dije tonto.

*Fin del flashback*.

Esteban...

Éramos unos niños.

Me acomodo en el asiento y empiezo a tocar:

-Estaré bien -Empiezo a cantar-.
Solo siento que me he perdido.
Aún guardo el recuerdo de cuando nos conocimos.
Del 14 nos mudamos al 25
Y ahora el 20 se ha vuelto tu hogar. -Siento cómo mis ojos se llenan de lágrimas-.
Ahora que duermes con él
Dime qué has aprendido,
Las calles por las que lloré
Ahora le ven contigo.
Una noche más me pido para entender
Que ahora el 20 se ha vuelto su hogar.
Andábamos a la vez
Pero te perdí el ritmo.
Nadie supo nunca todo lo que nos quisimos
Cada fin de semana nos deseábamos suerte
Llego al día siguiente y ya hueles diferente
¿Qué has hecho conmigo?
No saco de mi mente
Mi cabeza una cúpula cuando te veo de frente.
Y ahora que duermes con él
Dime qué has aprendido.
Las calles por las que lloré
Ahora le ven contigo.
Una noche más me pido para entender
Que ahora el 20 se ha vuelto su hogar.
Y ojalá me recuerdes
Tanto como a Córdoba;
Tu isla, tu casa, la brisa
El campo con las olas.
Y ojalá me recuerdes
Tanto como a Córdoba;
Tu isla, tu casa, la brisa
El campo con las olas.
Y ahora que duermes con él
Dime qué has aprendido.
Las calles por las que lloré
Ahora le ven contigo.
Una noche más me pido para entender
Que ahora el 20 se ha vuelto su hogar.
Estaré bien
Solo siento que me he perdido
Aún guardo el recuerdo
De cuando nos conocimos
Del 14 nos mudamos al 25.

Termino de cantar y cuando vuelvo a levantar la vista, veo a personas a mi alrededor aplaudiendome.

Me sonrojo un poco y a mí lado está Lucio, mirándome con su ternura de siempre, sonriendome como nadie más lo hace.

Me levanto del asiento y él me abraza fuertemente.
Sé lo que significa ése abrazo y lo disfruto plenamente.

-Prometeme que estarás bien. -Me dice por lo bajo-.

-Te lo prometo. -Le respondo y veo a Esteban, rápidamente cruzando miradas-.

Lucio se despega y yo corto mirada con Esteban. La gente de nuestro alrededor también se retira.

Empezamos a caminar hasta donde están todos y saludo a los amigos de Lucio que ya llegaron.

El resto del tiempo que queda nos pasamos hablando entre todos y recordando anécdotas.
De a ratos me recuerdo que solo se irá un mes, que se pasará rápido, pero tiemblo de a ratos.

Llaman a que tienen que pasar la puerta para abordar y el nudo me llega a la garganta.

Lucio comienza a saludar a todos y yo espero a que llegue mi turno...

Se para enfrente de mí y sin quererlo, me quiebro, abrazándolo fuertemente.
No puedo explicar lo que siento, lo que se ha convertido para mi vida, cómo me ha salvado y lo que significa para mí.

Es un amor infinito.

Es mi mejor amigo. Por siempre lo será.

Es mi bemaste. Como la canción.

Él también empieza a sollozar y me abraza con más fuerza.

-Solo son treinta días. Nos hablaremos a diario, pequeña. -Me dice sin solatarme-.

-Prometeme que volverás. -Le ruego-.

-Siempre regresaré a vos. -Me responde-.

Llaman por última vez y nosotros nos soltamos.

Veo cómo camina hasta la puerta final y antes de ingresar nos saluda a todos, con una sonrisa inmensa.

Lo mejor que pudo darme la vida fue y es tu amistad.
Acá te estaré esperando Lucio.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 19 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Por si regresas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora