Capítulo veintidós.

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La falda, Córdoba, Argentina.

Sara.
Son alrededor de las nueve y pico de la noche, estoy al lado de la parrilla cocinando ¡Pizza a la piedra!

Le dije a todos que hoy cocinaba yo, así que, lo prometido es deuda ¿A quién no le gusta la pizza?
Recuerdo que cuando tenía unos seis, siete años, fui a la casa de una compañera a hacer la tarea y su padrastro era chef, por los que nos cocinó como cinco tipos de pizzas diferentes, ahí fue cuando me declaré fan de la pizza. También recuerdo que luego de esa noche me empanche, pero no me arrepentí de nada.

Volviendo a mis amigos queridos, todos están en sus camas tratando de resucitar, algunos duchandose. Esteban se quedó dormido, hace una hora, mientras le leía, así que.. Soldado caído.

Estoy esperando que se levanten todos, además, prepararé en el medio del patio una fogata, rodeada de piedras para prevenir incidentes y troncos alrededor para sentarnos, para luego de la cena contar historias.

La noche está hermosa, solo que acá, como estamos en plena sierra cordobesa, a éstas horas refresca muchísimo, no es tan agradable estar desabrigada o en la pileta, pero estoy al lado del fuego y ¡Me da calor! Así que estoy de vestido, uno verde con rayas blancas. Si, me encantan los colores llamativos.

-¿Necesitas ayuda? Sarita. -Llega el rubio, haciendo que gire, ofreciéndole una sonrisa-.

-¡Ey! -Vuelvo mi mirada a la parrilla-. No Fabri, tranqui. -Suelto una pequeña risa-.

-Bueno, entonces preparo algo para tomar. -Me sonríe, acercándose a la mesa del quincho-.

Asiento y Fabricio comienza a preparar fernet, el clásico cordobés, señora. Por siguiente pone música baja, eligiendo al cuarteto, otro clásico cordobés.

Los cordobeses no manejamos el mundo porque no queremos, pa. Aunque, de nuestra provincia salen absolutamente todas las exportaciones, pero el dinero de nuestros impuestos van para la provincia de Buenos Aires, ñee. No me quejo, tenemos lo nuestro, más allá de que siempre juzgo a nuestro gobernador, hay que admitir que el chabón la hace bien, porque llega el turimo y Córdoba se tapa en guita.

-Tome, doña. -Me ofrece el vaso Fabri. Se lo acepto y le doy un sorbo-. ¿Diez puntitos? -Me pregunta, mientras que le devuelvo el vaso-.

-Vos sabes que siempre que me hacen probar, le falta algo, siempre, pero éste está punto justo. -Le doy el pulgar arriba-.

-Gracias, gracias. -Se toca el pecho alagándose, sentándose en una banca que está al costado del asador-. Nena, contame algo de vos. -Dice dejando el vaso en el asador, cruzándose de brazos-.

-Uy. -Elevo una ceja-. Soy pésima para hablar de mi, hacete unas preguntas. -Respondo-.

Fabri asienta y se pone a pensar. Es un buen tipo el chango, es copado y parece de esas personas que son reservadas pero con las que podes hablar horas y horas hasta de la existencia del mundo. Normalmente es algo callado, una especie de Adrik Cash de perfectos mentirosos; el loco te dice lo justo y necesario, suele ser algo sarcástico, pero es interesante cuando tiene confianza. Saquemos la parte en la que le gustan las primas, seduce a la novia del hermano y odia al mundo, solo tiene una parte de Adrik.

Tengo que dejar los libros un poco.

-Empecemos por la primera. -Dice y yo asiento para que continúe, mientras que le coloco los ingredientes a las pizzas. Una de salame, otra con huevo, otra de tomate, otra de jamón, otra de queso sola, otra con anchoas, tranqui-. ¿Cuántos años tenes?

-Y estoy en sexto año. -Sonrio-. El próximo termino el cole.

-Vas a colegio técnico.

-Algo así.

Por si regresas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora